miércoles, 16 de mayo de 2012

LAS CRUZADAS CRISTIANAS EN LA UCV



Me imaginé por un momento que estaba en la Edad Media, cuando se realizaron las cruzadas bajo el auspicio de la Iglesia Católica, para restablecer el control cristiano sobre Tierra Santa, las cuales   duraron casi 200 años (1095 - 1291), a punta de sangre y muerte. Estas imágenes mentales me llegaron mientras escuchaba al Cardenal Jorge Urosa, Arzobispo de Caracas, en una disertación que estaba realizando en las instalaciones del Instituto de Previsión del Profesorado (IPP) de la APUCV, el miércoles 08 de mayo pasado, en el marco de un foro denominado “El Cristianismo hoy en la Universidad”. Parte de la comunidad universitaria de la UCV estaba presente, entre los cuales se encontraba el ex rector de esta Casa de Estudio, Gusieppe Giannetto , conocido opositor del país.
De una manera sutil, suave, como neblina que penetra en el bosque, que apenas permite ver el camino, el Cardenal exclamaba con pasmosa tranquilidad ante el público, palabras que encerraban un mensaje sumamente peligroso, como cerilla prendida en el pajar. Palabras más, palabras menos, expresaba que “el compromiso que tiene todo cristiano es el de combatir el mal, de hacer todo lo posible para que el mal sea eliminado en este país que ha sido dominado por la violencia en los últimos años”.  Palabras que pudieran sonar inocentes en oídos inocentes, en otro contexto, en otro país. Pero ni eran inocentes, ni mucho menos los oídos de los presentes y en un contexto de un país que está en un año electoral con una alta polarización política.
Pero continuaba el Cardenal con un público silencioso, reflexivo, entrando como suaves dardos a sus mentes las ideas que asomaba el clérigo. Sugería el pensamiento pero volvía a esconderlo, tenía el fino arte de hablar pero no decir, hasta que en un momento no aguantó más y liberó lo que tenía guardado y calculado ante el auditorio: “Por cierto, estas mismas palabras fueron dichas por el Papa en su reciente visita a Cuba, quien decía que había que combatir el mal en la isla”.
Estaba dicho, ahí estaba el mensaje, el corazón de lo que quería enviar esa tarde a los universitarios, y que lo había logrado, al comprobar que una de las profesoras participantes, para más colmo, profesora de la cátedra de “Paulo Freire y la americanidad”, exclamó con mucha emoción visceral (valga el término) al finalizar su derecho de palabra, “Ud tiene razón, hay que combatir el mal que está ubicado en un sector del país, creando odio entre nosotros. Esta pesadilla que tenemos hoy en el país hay que terminarla porque…¡¡¡Todos somos Radonski”!!!
Triste, pero así como sucedió en este evento, está sucediendo en muchas parroquias de esta Caracas y de regiones del país. Tal como en la época de Bolívar, cuando los curas le hicieron campaña en contra de la Independencia y del Libertador; así como los sacerdotes conspiraron en los tiempos de Jesús de Nazareth para atraparlo y crucificarlo, así está pasando actualmente. La Jerarquía de la Iglesia Católica está conspirando, están ayudando a crear la matriz de opinión, nada cristiana, que el odio y el mal viene de un sector, el sector chavista, creando discriminación entre los venezolanos con sus mensajes disfrazados, y algunas veces, descarados.
Mi ética me obligó pedir la palabra y entre otras cosas le dije con una auto-sorpresiva serenidad: “así como el cristiano debe amar al prójimo como así mismo (palabras del evangelio), también debe buscar la verdad. Y la verdad no estuvo presente en el día de hoy en este espacio”. Silencio sepulcral.
Continúe: “Porque hay otra verdad: el mal no está en un sector del país, ni mucho menos en Cuba como Ud quiso decirlo sutilmente en su intervención, estimado Cardenal. El Papa Juan Pablo II advirtió al mundo con mucha antelación que el Capitalismo Salvaje iba a conducir al mundo a un conflicto de grandes proporciones. En ese capitalismo está el mal. En la explotación del hombre y de la mujer”.
Ya en ese momento Giannetto volteó junto con los demás a mi dirección. No vacilé y proseguí: “El mal está en los gobiernos de los países ricos, que en nombre de la libertad y la democracia, representando los intereses de las transnacionales, han invadido numerosos países, sembrando la violencia y la muerte de poblaciones enteras. Esto es parte del mal y el cristiano está obligado de combatir y denunciar”.
Ya la incomodidad se respiraba en todo el auditorio. Ya terminando porque el moderador no aguantaba más, me apresuró y dije: “Ud Cardenal mencionó en sus palabras que el cristiano debe ser valiente, pues ahora estoy siendo valiente ante un auditorio totalmente identificado con una posición política diferente a la mía, pero es necesario hacerles ver que uds no tiene la única verdad.”
 Y yo tampoco pude aguantar más y disparé: “Pero también es verdad, mi estimada profesora, buscando su rostro, en Venezuela NO todos somos Radonski!”.
 
Profesor Miguel A. Alfonzo
Facultad de Medicina, UCV

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