El investigador y
periodista francés Salim
Lamrani es, dentro del
viejo continente, uno de
los estudiosos más
reconocidos en el tema
de las relaciones Cuba-EE.UU.
Así lo avalan sus
numerosas colaboraciones
periodísticas con medios
como
Le Monde Diplomatique,
L’Humanité,
Red Voltaire,
Rebelión,
Progreso Weekly, entre
otros,
y también sus libros
publicados:
Washington contre Cuba
(2005); Cuba face à
l’Empire. (2006);
Fidel Castro, Cuba et
les Etats-Unis
(2006); Double Morale.
Cuba, l’Union européenne
et les droits de l’homme.
(2008) y Cuba, ce que
les médias ne vous
diront jamais,
(2009).
Cuando a inicios de este
año se desató una nueva
campaña mediática contra
Cuba, Salim afirmaba en
un artículo publicado en
Rebelión que “la
instrumentalización con
fines políticos” de una
noticia violaba “los
principios básicos de la
deontología
periodística” y hacía
una comparación con la
cobertura nula que
recibían los cientos de
asesinatos ocurridos en
Honduras luego del golpe
de estado y el
descubrimiento en
Colombia de la “mayor
fosa común de la
historia de América
Latina” donde estaban
enterrados “multitud de
líderes sociales,
campesinos y defensores
comunitarios que
desaparecieron sin dejar
rastro”. El profesor de
la Universidad
Paris-Descartes y la
Universidad Paris-Est
Marne-la-Vallée aclaraba
además como estos
ejemplos servían para
poner en perspectiva el
caso cubano pues
“ilustran claramente
cómo se instrumentaliza
y se politiza un hecho
común, que pasaría
desapercibido en la
mayoría de los países
del mundo, cuando se
trata de Cuba”.
En un artículo suyo a
propósito de la más
reciente campaña
mediática contra Cuba
afirma que: “Cuando la
ideología pasa por
encima de la objetividad
informativa, la verdad y
la ética son las
primeras víctimas”. ¿No
son acaso la mayor parte
del tiempo víctimas la
verdad y la ética cuando
de informar sobre la
Isla en la prensa
occidental se trata?
Es cierto que uno de los
temas más manipulados
por la prensa occidental
es el caso de Cuba.
Vuelvo a tomar el
ejemplo por excelencia:
la cuestión de los
derechos humanos. Según
los medios, la situación
sería terrible en la
Isla. En cambio, cuando
uno toma los informes de
Amnistía Internacional
se da cuenta de que Cuba
no es, y de lejos, el
peor alumno del
continente americano.
Parecía que la
contrarrevolución
tradicional había caído
en el olvido relegada
por el fenómeno de los
bloggers, pero esta
gigantesca campaña
mediática la ha sacado
nuevamente a la luz
pública. ¿Por qué echar
mano a estos viejos
conocidos y reciclarlos
con nuevos episodios
contra la Isla?
El objetivo de EE.UU es
crear una disidencia
interna en Cuba. Entre
1959 y 1991, era un
objetivo secreto. A
partir de 1992, con la
ley Torricelli se ha
vuelto en algo público y
admitido.
En Francia están
teniendo lugar las
elecciones regionales y
en muchos sitios se ha
votado por los
candidatos de la
izquierda. ¿Cómo se
conjugan este auge de la
izquierda interna con el
conocimiento que tiene
la población sobre las
luchas mundiales en este
campo?
La izquierda europea es
distinta de la izquierda
latinoamericana. Son
fenómenos totalmente
distintos. La izquierda
europea es una izquierda
tradicional que tiene de
izquierda solo el
nombre. En cambio, la
izquierda
latinoamericana es un
movimiento fresco,
renovador y progresista.
Tras la construcción de
esta nueva campaña
mediática se percibe la
intención de erosionar
el avance en las
relaciones entre Cuba y
la Unión Europea.
¿Cuánto pueden
entorpecer la
normalización de las
relaciones acciones como
estas, como parte de la
habitual estrategia de
dominación
norteamericana?
La Unión Europea nunca
ha sido capaz de adoptar
una política
constructiva, racional e
independiente de Estados
Unidos hacia Cuba.
Varios países europeos,
alineados con Washington
en su política hacia
Cuba como Alemania,
República Checa, Holanda
o Suecia, se oponen a la
normalización de las
relaciones y han
instrumentalizado una
tragedia humana que es
el suicidio de un preso
para fines políticos.
En realidad, la política
europea no depende tanto
de Bruselas sino de
Washington. Si EE.UU
decide normalizar las
relaciones con Cuba, la
Posición Común de la UE
desaparecería
inmediatamente. La
política de la UE es
mimética.
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