domingo, 27 de marzo de 2011

Diario de El Paso: El cuento de Otto Reich, José Pertierra

Por José Pertierra Marzo 25, de 2011.
El Paso, TX.- Hoy casi no se mencionó el nombre del acusado en corte. La Jueza Kathleeen Cardone permitió que la defensa de Luis Posada Carriles pusiera en tela de juicio al periódico The New York Times, a la periodista Ann Louise Bardach y a la República de Cuba. La semana pasada, la fiscalía anunció que había terminado de presentar testigos y evidencia. Durante las 11 semanas de su presentación, desfilaron por el tribunal 23 testigos. La periodista del New York Times, Ann Louise Bardach, cerró esta sesión. Ahora le toca a Posada Carriles presentar su defensa.
Hoy citó a Otto Juan Reich al estrado. El testigo llegó a El Paso vestido de banquero. Con un traje de azul oscuro caro que le hacía juego a una corbata del mismo color y a una camisa blanca muy almidonada.
Después que Reich le confirmara que sus funciones bajo Reagan incluían temas relacionados con Cuba, la jueza Cardone le concedió la etiqueta de experto. Esa designación le permite rendir en corte una opinión sobre cualquier asunto relacionado a Cuba.
Su opinión pesa, porque es la de un experto. Por eso Reich pudo legalmente regalarle al jurado estas curiosas perlas de su “experta” sabiduría:
■Hay 50,000 militares presos en Cuba, y no por insubordinación.
■La crisis de los balseros ocurrió, porque rudos obreros de la construcción le dieron fuertes golpes a las cabezas de unos manifestantes durante el maleconazo.
■Los agentes de nuestro FBI y CIA son personas decentes que obedecen a las leyes y a las reglas de conducta humana. Los funcionarios del DGI cubano no. Ellos secuestran a las personas y hasta los asesinan.
Como lo declaró un experto no hizo falta establecer la veracidad de sus opiniones. No dio ni explicaciones ni detalles. La gnosis reichiana pesa por sí misma. Durante todas las declaraciones de Reich contra Cuba, el fiscal Reardon protestó enérgicamente. ”¡Esta declaración no es pertinente al caso!”, dijo en repetidas ocasiones.
Curiosamente, el fiscal no se quejó de que las declaraciones carecían de fundamento y que las fábulas de Esopo contienen más verdades que las declaraciones del experto. La jueza Cardone rechazó casi todas sus protestas, porque dictaminó que las declaraciones de Reich son pertinentes para impugnar a los testigos y a la evidencia cubana. Sin embargo, Reich no hizo declaraciones directas contra el inspector cubano Roberto Hernández Caballero o la forense Yleana Vizcaíno Dimé. No dijo nada contra ellos, porque no los conoce. No tiene que aportar contra el carácter o el testimonio de los dos testigos cubanos.
Dirigió su furia contra Cuba y de esa manera indirecta trató de impugnarlos.
Nadie le preguntó tampoco al testigo sobre un informe, fechado el 7 de septiembre de 1988, del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso, que evaluó el trabajo de la oficina que dirigió Otto Reich y concluyó: “Altos oficiales de la CIA con conocimiento de operaciones encubiertas, igual que de inteligencia militar y especialistas en operaciones psicológicas del Departamento de Defensa, estaban íntimamente involucrados en establecer y participar en una operación de propaganda política en un oscuro Buró en el Departamento de Estado que reportaba directamente al Consejo de Seguridad Nacional y no a través de los canales normales del Departamento de Estado”.
El Informe añadió que “el Departamento de Estado fue manipulado, y quizás hasta comprometido, por la CIA y el Consejo de Seguridad Nacional para establecer, sostener y manejar una operación encubierta cuyo propósito era cabildear al Congreso, manipular a los medios, e influenciar la opinión pública doméstica”. “Mi oficina fue investigada y no encontraron nada”, declaró Reich en El Paso hoy.
Sin embargo, en su primer discurso como Subsecretario para asuntos de América Latina en el Departamento de Estado, Reich se burló de la controversia y saludó a sus “antiguos colegas y co-conspiradores no encausados”.
Pese a que había permitido que Reich emitiera sus opiniones sobre Cuba, Venezuela, América Latina, el New York Times y Ann Louise Bardach, la jueza Cardone no permitió que el testigo opinara sobre Luis Posada Carriles, y ni siquiera explicó el por qué.
En El Paso no salió a relucir el papel de Otto Reich durante el golpe de Estado en Venezuela en el 2002, su crítica al proceso democrático venezolano y su apoyo inmediato a los golpistas. El diario británico The Guardian, reveló en abril de 2002, que fuentes de la Organización de Estados Americanos confirmaron que Reich tuvo una serie de reuniones con los principales golpitas en los meses inmediatamente antes del golpe, y que discutieron los detalles —incluyendo su coyuntura y las posibilidades del éxito que ellos determinaron ser excelentes”.
“El fiscal Reardon no le preguntó al testigo sobre los cables del Departamento de Estado de 1986 y 1987, que confirman que Reich, entonces embajador de Estados Unidos en Venezuela, le pidió a Washington varias veces información sobre la posibilidad que Orlando Bosch pueda entrar a los Estados Unidos, a pesar de su largo historial de terrorismo y de ser co-conspirador con Posada Carriles de la voladura de un avión de pasajeros.
Reardon sí le preguntó al testigo sobre las bombas en La Habana en 1997. A pesar de considerarse un experto sobre Cuba, Otto Reich admitió que lo único que sabe sobre esa campaña terrorista es lo que había leído en los periódicos.”No he estudiado lo de la serie de bombas”, dijo. “¿Cree usted que las bombas en La Habana en 1997 afectaron al turismo en la isla?”, le preguntó Reardon al experto.”Señor Reardon”, explicó Reich como si estuviera impartiendo una cátedra en relaciones internacionales, “la violencia es parte de la cultura cubana”.
¿Qué pudo haber recogido el jurado del testimonio de Otto Reich en El Paso? Está claro que el ex-funcionario de los gobiernos republicanos, desde Reagan hasta George W. Bush, no comulga con los comunistas o con el New York Times. Es evidente que desprecia personalmente a Ann Louise Bardach. Pero también quedó claro que no tiene absolutamente nada que aportar sobre las bombas en La Habana en 1997 o sobre el viaje de Luis Posada Carriles en el Santrina en marzo de 2005. No estaba en La Habana en el 1997, o en Isla Mujeres en el 2005. Dijo que conoció a Posada Carriles por la primera vez anoche en El Paso.
El testimonio de Reich nos hace recordar a Macbeth: ”La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento … lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.
UN APARTE
Yo conocí a Otto Reich en diciembre de 1999, cuando coincidimos en el programa The News Hour, del canal PBS, en el primero de varios debates televisivos sobre el caso de Elián González.
Él, por supuesto, defendía a capa y espada que el niño se quedara en Miami.Desde que Juan Miguel logró regresar con su hijo a su casa en Cárdenas, hace once años, no había vuelto a toparme con Reich.
Lo volví a ver anoche en el hotel y lo saludé. Mencionó nuestros debates:
“Pertierra, no te veo desde el caso Elián”.
“Ese caso, Otto, lo ganamos”, le recordé.

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