lunes, 5 de septiembre de 2011

Que cada cual asuma lo que le toca

En su blog Segunda Cita, Silvio Rodríguez responde a Manuel R, estudiante puertorriqueño en Nueva York, responde varias preguntas que le han hecho sobre las más recientes declaraciones de Pablo Milanés. Compartimos el intercambio:
 
Manuel R. dice…
Silvio,
te voy a ser bien sincero. No entiendo bien tu postura, ni la de muchos revolucionarios que considero honestos y maduros ante la carta de Pablo. He escuchado tantas opiniones, tantas críticas, tanto cinismo, unos le dan la pinta buena y otros la pinta mala.

A mí me parece honesta y eso lo admiro, personalmente tengo diferencias en cuanto a la forma de la carta aunque no en cuanto al contenido. Creo que precisamente esta es la disyuntiva mas interesante de las declaraciones de Pablo: Forma vs. Contenido.
Te pregunto: ¿Cuál es tu opinión sobre el contenido de la carta? ¿Cuál es tu opinión sobre su forma?
¿Crees tú que el espíritu revolucionario de Pablo viene por la misma línea del espíritu evolucionario de “Sea Señora”? ¿Sí, no, por qué?

Silvio responde…

Manuel R:
Pablo y yo hace algo más de 20 años que no nos vemos. Tampoco nos hemos hablado ni por teléfono. O sea que el Pablo que conozco tiene casi un cuarto de siglo de retraso. Aún sin estar cerca, en este tiempo sin relacionarnos directamente, ambos hemos mantenido una actitud respetuosa respecto al otro. Nos conocimos en 1967 y dejamos de vernos y de hacer proyectos juntos a fines de los 80s. Mientras duró, nuestra amistad rebasó lo que pudiera ser una simple colaboración. Fuimos testigos de muchos eventos personales de ambos. Y también colectivos. Vimos nacer a nuestros primeros hijos, fraguarse y deshacerse amores, proyectos, sueños de diferente linaje. Hay zonas del Pablo actual que son nuevas para mi y hay otras que me son muy conocidas. Y para resumirte mi postura, o para que aprendas a verla como es, sin confusiones, te la voy a identificar: Mi postura es la que mantengo cada día; lo que hago y lo que digo, el testimonio cotidiano de un hombre que, más por intuición que por sabiduría, nunca se ha creído infalible. Asimismo no me siento capaz de juzgar, menos públicamente, a un viejo amigo; pero de lo que sí estoy seguro, Manuel R., es de que Pablo está convencido de estar a la altura de lo que cree de sí mismo.
Esto me da oportunidad de decir que muchos ataques a Pablo no los he puesto aquí en el blog. Siempre han existido los “Pablistas” y los “Silvistas”. Por mi parte nunca -jamás- he permitido que en mi presencia nadie hable mal de Pablo. Cuando me botaron del ICR en 1968, también fue por defenderle. Y por pincipios -míos- lo sigo haciendo, aún cuando Pablo me incluya a mi entre los “despreciables” que seguimos defendiendo la Revolución, y los que firmamos la carta que él entendió a su manera (y todos los que la firmamos entendimos de otra, o sea un momento en el que había que cerrar filas con la defensa de Cuba). Como dice un amigo mío: “Hay un viejo proverbio latino que dice Quod escripsi, escripsi. Lo que está escrito está escrito y no se puede borrar.” Que cada cual asuma lo que le toca, y allá el que se arrepienta de la gloria que ha vivido por lo que quiera aparentar.
Coincido con Pablo en muchos de sus juicios críticos sobre la realidad cubana. Me parece que algunos de esos puntos los he tocado en conferencias de prensa en Cuba. Lo que escandaliza a algunos no es el contenido de sus críticas sino la forma, que además de burda parece desamorada, sin el más mínimo compromiso afectivo. Otra cosa que duele es que haya manifestado esas críticas en Miami, a unos días de un concierto que, por más propaganda que hacían, no se llenaba. Y para colmo que las hiciera a medios que tildan de héroes a terroristas que han derribado aviones civiles, medios cuyos dueños han pagado actos de violencia contra Cuba.
Es importante que los que vivimos en esta sociedad imperfecta -y eso quiere decir con cosas malas pero también con cosas buenas- sigamos criticando, sigamos mejorándonos. Y que este ejemplo triste no les sirva de pretexto a los extremistas para cerrarse a cal y canto. Ese es un daño interno que nos hacen actitudes como esta. Pero en las Revoluciones, si son verdaderas (como creo que es la cubana), nadie es imprescindible, al menos para siempre. Cada baja nos enseña a llenar la ausencia con lo que tengamos, y a aspirar a ser tan buenos como lo que nos falta.
No en balde escribí, hace unos 30 años:
Salgo y pregunto por un viejo amigo
de aquellos tiempos duramente humanos,
pero nos lo ha podrido el enemigo,
degollaron su alma en nuestras manos.

Absurdo suponer que el paraíso
es sólo la igualdad, las buenas leyes.
El sueño se hace a mano y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes.

Vaya forma de saber
que aún quiere llover
sobre mojado.



SILVIO, tambien dijo, respondiendo a otro comentario en su blog:

Mauricio:

Bajo es decirle cobarde a Cintio Vitier, a Alicia Alonso, a Leo Bouwer, a Chucho Valdés y a los muchos artistas e intelectuales cubanos que viendo que en Miami se decía “Ahora Irak, después Cuba”, cerraron filas con su país amenazado.

Bajo es pintarse inmaculado ante los que te desprecian y convertirse en chota de tus compañeros de toda la vida.

Bajo es llegar a Miami y para solucionar un problema empresarial armar un show mediático contra tu país y venderle el alma al diablo.

Bajo y cobarde es no mencionar en el cubil de los que pagan atentados contra Cuba la inmoralidad del juicio amañado a nuestros Cinco Héroes.

Bajo es santificar a unas señoras que hasta ayer decían que no eran políticas, que sólo eran familiares de sus seres queridos presos y que ahora, después de verlos libres, siguen recibiendo dinero de connotados terroristas y yendo a la embajada yanqui a buscar recursos e instrucciones.

Bajo y sucio es apoyar lo mismo que apoya el asesino Posada Carriles.

Bajo es insultar, restregándole una militancia, a uno de los pocos que se juega la vida y la historia en Miami, rodeado de criminales locos por acabar con cualquiera que les huela a comunista.

Bajo y falto de respeto con el pueblo cubano de Miami es automutilar la obra que te hizo trascender, con el pretexto de no herir sensibilidades. ¿Sensibilidad de quién? Porque esos medios que han pedido bombardeos a Cuba no merecen respeto.

Porque conozco al pueblo cubano, niego rotundamente que esos medios mafiosos miamenses representen la sensibilidad de los cubanos que viven allí. Concederles semejante honor es una genuflexión difícilmente conciliable con la dignidad del que realmente respeta a su pueblo.

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