Este 12 de septiembre se cumplen 13 años de cinco injusticias inéditas en la historia procesal de Estados Unidos contra cinco seres humanos, y contra el mismo pueblo de ese país, al que le han negado conocer los detalles verídicos de este gran escándalo de opresión política.
Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González, cinco jóvenes cubanos, fueron detenidos en la ciudad de Miami en la madrugada de aquel sábado de 1998 y enviados a cárceles de castigo. Se iniciaba así la historia premeditada de prevaricación y ensañamiento.
El delito imputado, reconocido por fiscales y jueces, era el haber captado y transmitido a Cuba información sobre las actividades criminales que desde hace medio siglo grupos terroristas de origen cubano asentados en Miami ejecutan contra la Isla, incluso dentro de los propios Estados Unidos y en otras naciones, como se expone en La historia no contada de Los Cinco.
Desde la radicación misma del proceso se evidenció la intención deliberada del gobierno de impedir que la verdadera justicia aflorara.
La necesidad de Cuba de proteger a su pueblo de los criminales, quienes gozan de total impunidad en EE.UU., fue obviada y refutada por quienes debieran de haber defendido la ley de su propio país.
Esa ley precisa que si se actúa para prevenir un daño mayor, incluso si él/ella viola la ley en el proceso, estará exento de cualquier penalidad, porque la sociedad reconoce la necesidad, incluso los beneficios, de ejecutar esa acción.
A este derecho de necesidad han acudido recurrentemente los propios gobiernos estadounidenses para instrumentar las peculiaridades de su lucha “antiterrorista”, incluidas guerras de agresión contra otros países. Pero en el caso de Cuba se le ha negado el simple derecho de informarse sobre cómo, cuando y dónde será agredido su pueblo.
El caso sigue presentando los más atractivos detalles para una historia formidable en la prensa norteamericana, incluso para un serial de televisión de costa a costa, basado en sucesos reales, como gusta apuntar a los realizadores para subrayar el carácter verídico de la narración.
A pesar de esa realidad, solo en Miami el caso de los Cinco recibió gran publicidad parcializada, conforme a la influencia de los grupos terroristas, en abierta confabulación con las propias autoridades norteamericanas, mientras los detenidos permanecían durante 17 meses aislados en “el hueco” de sus prisiones.
Fuera de esa localidad, desde el principio la gran prensa se plegó a las manipulaciones políticas oficiales y ha desconocido la historia, con lo cual ha faltado al deber elemental de informar con objetividad, y ha impedido que la sociedad norteamericana adquiera conciencia de la gran injusticia que prevalece en su país.
La mala conducta de la Fiscalía, de prevaricación real, fue uno de los factores principales en los cuales se basó la decisión unánime del panel del Tribunal de Apelaciones, en 2005, para anular las condenas de los Cinco y ordenar un nuevo juicio. (Court of Appeals for the Eleventh Circuit, No. 01-17176, 03-11087).
Esa histórica decisión fue posteriormente anulada por la mayoría del tribunal bajo presión del Fiscal General Alberto Gonzáles, en acción contraria a la que supondría la práctica corriente del Derecho de los Estados Unidos, como ha subrayado Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano.
En el transcurso de los 13 años últimos se han sucedido apelaciones y reclamos de prestigiosas personalidades mundiales a favor de Los Cinco, incluso ante la Corte Suprema de Estados Unidos, los cuales han sido desoídos.
Obviamente, la mala intención política del gobierno sigue pesando sobre jueces y magistrados.
Mientras tanto, en ciudades y pueblos de Estados Unidos, y allende las fronteras de ese país, cientos de comités de activistas en pro de la libertad de Los Cinco prosiguen esfuerzos por hacer trascender la verdad de medios alternativos, en mítines y conferencias.
La intención se fundamenta en la experiencia de que un gran movimiento humano puede mover montañas, y lograr que finalmente los Cinco cubanos sean excarcelados y retornen al seno de sus familias. En eso andan decenas de miles, corriendo la voz sobre el gran escándalo, sumando voluntades, multiplicando acciones, soñando despiertos…
Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González, cinco jóvenes cubanos, fueron detenidos en la ciudad de Miami en la madrugada de aquel sábado de 1998 y enviados a cárceles de castigo. Se iniciaba así la historia premeditada de prevaricación y ensañamiento.
El delito imputado, reconocido por fiscales y jueces, era el haber captado y transmitido a Cuba información sobre las actividades criminales que desde hace medio siglo grupos terroristas de origen cubano asentados en Miami ejecutan contra la Isla, incluso dentro de los propios Estados Unidos y en otras naciones, como se expone en La historia no contada de Los Cinco.
Desde la radicación misma del proceso se evidenció la intención deliberada del gobierno de impedir que la verdadera justicia aflorara.
La necesidad de Cuba de proteger a su pueblo de los criminales, quienes gozan de total impunidad en EE.UU., fue obviada y refutada por quienes debieran de haber defendido la ley de su propio país.
Esa ley precisa que si se actúa para prevenir un daño mayor, incluso si él/ella viola la ley en el proceso, estará exento de cualquier penalidad, porque la sociedad reconoce la necesidad, incluso los beneficios, de ejecutar esa acción.
A este derecho de necesidad han acudido recurrentemente los propios gobiernos estadounidenses para instrumentar las peculiaridades de su lucha “antiterrorista”, incluidas guerras de agresión contra otros países. Pero en el caso de Cuba se le ha negado el simple derecho de informarse sobre cómo, cuando y dónde será agredido su pueblo.
El caso sigue presentando los más atractivos detalles para una historia formidable en la prensa norteamericana, incluso para un serial de televisión de costa a costa, basado en sucesos reales, como gusta apuntar a los realizadores para subrayar el carácter verídico de la narración.
A pesar de esa realidad, solo en Miami el caso de los Cinco recibió gran publicidad parcializada, conforme a la influencia de los grupos terroristas, en abierta confabulación con las propias autoridades norteamericanas, mientras los detenidos permanecían durante 17 meses aislados en “el hueco” de sus prisiones.
Fuera de esa localidad, desde el principio la gran prensa se plegó a las manipulaciones políticas oficiales y ha desconocido la historia, con lo cual ha faltado al deber elemental de informar con objetividad, y ha impedido que la sociedad norteamericana adquiera conciencia de la gran injusticia que prevalece en su país.
La mala conducta de la Fiscalía, de prevaricación real, fue uno de los factores principales en los cuales se basó la decisión unánime del panel del Tribunal de Apelaciones, en 2005, para anular las condenas de los Cinco y ordenar un nuevo juicio. (Court of Appeals for the Eleventh Circuit, No. 01-17176, 03-11087).
Esa histórica decisión fue posteriormente anulada por la mayoría del tribunal bajo presión del Fiscal General Alberto Gonzáles, en acción contraria a la que supondría la práctica corriente del Derecho de los Estados Unidos, como ha subrayado Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano.
En el transcurso de los 13 años últimos se han sucedido apelaciones y reclamos de prestigiosas personalidades mundiales a favor de Los Cinco, incluso ante la Corte Suprema de Estados Unidos, los cuales han sido desoídos.
Obviamente, la mala intención política del gobierno sigue pesando sobre jueces y magistrados.
Mientras tanto, en ciudades y pueblos de Estados Unidos, y allende las fronteras de ese país, cientos de comités de activistas en pro de la libertad de Los Cinco prosiguen esfuerzos por hacer trascender la verdad de medios alternativos, en mítines y conferencias.
La intención se fundamenta en la experiencia de que un gran movimiento humano puede mover montañas, y lograr que finalmente los Cinco cubanos sean excarcelados y retornen al seno de sus familias. En eso andan decenas de miles, corriendo la voz sobre el gran escándalo, sumando voluntades, multiplicando acciones, soñando despiertos…
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