martes, 20 de septiembre de 2011

El mundo capitalista se tambalea, por Homar Garcés

Durante varias décadas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) enarboló las banderas del Consenso de Washington promoviendo privatizaciones, reducción del papel de los gobiernos en la economía de sus países, disciplina fiscal sin déficit, reformas impositivas, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, reordenamiento de las prioridades del gasto público, auge de los mercados financieros, liberalización del comercio exterior, desregulación para suscitar la competencia, liberalización de las tasas de interés, promulgación de tasas de cambio competitivas y el reconocimiento de derechos de propiedad.

 También impuso los famosos programas de ajuste estructural (PAE), convocados a “apretar el cinturón” a los pueblos de los países en quiebra para que sus gobiernos pudieran pagar sus deudas a sus pares desarrollados.

Esto trajo como consecuencia que las crisis cíclicas del capitalismo a nivel planetario se resolvieran a expensas de las economías de los países periféricos, sin que se vieran grandemente afectadas las economías de las metrópolis. Sin embargo, ahora el panorama es otro. A pesar de mantenerse aferrados a sus viejos esquemas, los capitalistas de Europa y Estados Unidos observan -no sin temor- cómo la crisis económica también se ha hecho presente en sus propios países, obligándolos a desenmascararse tal cual son frente a las mayorías, demostrando que sus intereses particulares son más importantes que los del resto del mundo.
Así, el mundo del capitalismo se tambalea. Tal como lo reseña Marco A. Gandásegui, docente de la Universidad de Panamá, “la perdida de hegemonía de EE.UU. se ha agudizado dentro de sus propias fronteras. Los estados federales experimentan un giro político hacia la extrema derecha creando una nueva legislación orientada a expropiar a los trabajadores de sus derechos y beneficios sociales. La excusa que se utilizó en cada uno de estos casos era que las arcas estatales se estaban vaciando y había que eliminar de los presupuestos las conquistas laborales que se remontaban a más de medio siglo.

Mientras que el segmento más rico de EEUU tiende a aumentar sus ingresos, producto de las leyes que lo beneficia, las capas medias y los trabajadores pierden sus empleos, sus beneficios sociales y jubilaciones, así como sus viviendas.

En los estados del sur de EE.UU, donde no existe una historia de conquistas sociales, la política de “desposesión” de la extrema derecha se dirigió a los trabajadores inmigrantes que ocupaban los empleos menos remunerados, pero que reciben beneficios sociales. La táctica es continuar explotando a los trabajadores extranjeros, pero eliminando sus beneficios sociales”. Igual cosa pudiera adjudicársele a los países europeos, buscando la manera de mantenerse a flote, en especial de aquellos que integran la euro-zona, tratando de fortalecer el euro, antes que la rebelión iniciada por los pueblos de nuestra América y retomada con fuerza por los pueblos de África y Asia, termine por arroparlos, produciendo una verdadera revolución social.
De esta forma, por su extensión mundial, la actual crisis capitalista impone nuevas perspectivas de lucha y de comprensión del momento histórico que vivimos. En palabras de Víctor Álvarez, ex Ministro de Industrias Básicas del Presidente Hugo Chávez, “la visión productivista, economicista o mercantilista del modelo productivo que aún prevalece, es precisamente la que hay que superar para extender la mirada hacia los demás ámbitos, áreas, esferas y dimensiones en los que pueden encontrarse nuevas claves para la masiva inclusión social y el desarrollo humano integral.
La posibilidad real de abatir las causas de la pobreza y la miseria y abrir nuevas vías para la participación e inclusión de la gente, pasa por marcar una clara diferencia con esa escueta visión productivista, economicista o mercantilista de lo que significa un modelo productivo”. En esta perspectiva tendrían que insertarse las luchas que se libran masivamente contra los desmanes del sistema capitalista en gran parte del mundo, sin limitarse al ámbito meramente reivindicativo, como la falta de empleo, por ejemplo.

Ello exige un ejercicio dialéctico de comprensión de todos los elementos involucrados, incluyendo -por supuesto- el rol cumplido hasta ahora por los diferentes regímenes a favor de los privilegiados de siempre del capitalismo y en perjuicio de quienes sólo cuentan con su fuerza de trabajo para sobrevivir, lo que desembocará, sin duda, en una mayor demanda de espacios de participación política por parte de las grandes mayorías, del mismo modo como ocurriera en Venezuela y en otras naciones de nuestra América en esta última década de importantes rebeliones sociales.

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