Prólogo a Tony Guiteras. Un hombre guapo, de Paco Ignacio Taibo II,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2009
“Yo solo escribo de revolucionarios. Los reaccionarios que escriban de su gente, yo solo de gente de izquierda”, son palabras recientes del autor de este libro. Luego de biografiar al Che y a Pancho Villa, Paco Ignacio Taibo II ha asumido el reto de un libro sobre Antonio Guiteras que es también escribir sobre la Revolución del 30 en Cuba, sobre los personajes que la marcaron o que a partir de ella entraron en la vida de nuestro país en un sentido o en otro. Es, sin duda, apasionante, este relato de un período convulso y decisivo de nuestra historia, contado con la garra de la novela que no permite respiro.
Junto al luchador antimperialista que en palabras de Fidel “quería hacer lo que nosotros hemos hecho y cayó como han caído otros muchos revolucionarios, porque se lanzó a hacer lo que nosotros estamos haciendo hoy”, aparecen aquí personajes legendarios como Julio Antonio Mella, Pablo de la Torriente Brau y Rubén Martínez Villena. Sus vidas luminosas se unen aquí con el origen del siniestro papel de Fulgencio Batista en la historia de Cuba y su temprana alianza con los intereses norteamericanos. Taibo logra también un agudísimo retrato del embajador Sumner Welles, desnuda el mediacionismo de las fuerzas reaccionarias, y revela el rol en las sombras de una figura como Jorge Mañach, ideólogo del filofascista ABC, que tan hábilmente supo utilizar en aquellas jornadas su condición de graduado de Harvard.
Quizá uno de los pasajes más aleccionadores es el que nos cuenta la noche en que la cobardía de Ramón Grau San Martín perdonó las conspiraciones de Batista en la embajada yanqui. Las proféticas palabras de Guiteras: “Los que se perdonan hoy, nos matarán mañana”, no dejan de estremecernos.El libro alude en varias ocasiones a las contradicciones entre las distintas fuerzas revolucionarias y especialmente a la incomunicación entre el Partido Comunista y Guiteras, y a la incomprensión hacia el enorme papel revolucionario que éste jugaba dentro del Gobierno de los Cien Días. Las críticas de Raúl Roa y Blas Roca de estas incomprensiones, que cita el propio Taibo, junto al relato del enfrentamiento entre Villena y los enviados de la Internacional Comunista, explican el desafío que en lucha contra concepciones ajenas a nuestras realidades tuvieron que enfrentar entonces los militantes comunistas y otras fuerzas revolucionarias. Acerca de esta problemática, Carlos Rafael Rodríguez, afirmaría en 1970: “Cuando en 1934 la Internacional Comunista recomendó a los comunistas cubanos distinguir entre el nacional-reformista Grau San Martín y el nacional-revolucionario Guiteras, tenía razón, y sólo un sectarismo originado también en la política mantenida por la Internacional Comunista hasta poco tiempo antes, había llevado a los comunistas cubanos a no apreciar las evidentes diferencias”.
Los revolucionarios cubanos podemos no compartir enfoques del autor sobre nuestra historiografía, o el desenfado con que aborda algunas figuras o hechos de la época, entrañables para nosotros, pero al menos dos grandes y muy útiles conclusiones extraeremos de esta obra: lo imprescindible de la unidad de los revolucionarios en la lucha por el socialismo y la soberanía nacional, y el carácter irreconciliable de esa lucha con el imperialismo norteamericano.
La Revolución Cubana, triunfante en 1959, conquistó el poder para los oprimidos, se enfrentó al imperialismo norteamericano y lo derrotó, porque aprendió las lecciones de los fracasos anteriores y articuló y consolidó, bajo la guía de Fidel, la unidad de los revolucionarios en el proceso de realizar el programa antimperialista de justicia social por el que luchó y murió Antonio Guiteras. Su clarísima y valiente idea de que un movimiento que no sea antimperialista en Cuba, no es Revolución, ya no es sólo asumida en esta isla, sino que cada vez más los pueblos de América Latina la hacen Gobierno.Por eso, nunca fue más oportuna una biografía. Ojalá el hecho de que esté escrita por un autor del prestigio de Paco Ignacio Taibo II contribuya a su difusión por todo nuestro continente. Hoy, ante la llegada de un nuevo gobierno a la Casa Blanca, vale la pena recordar que fueron los embajadores en Cuba del Roosevelt del Buen Vecino y el New Deal los que conspiraron contra el Gobierno de los Cien Días y alentaron las represiones y el ascenso de Batista.
En estos días, en que nuevas legislaciones proclaman los derechos postergados a las mayorías durante siglos, y desde las embajadas norteamericanas no cesan de alentarse conspiraciones que les roben a los pueblos sus victorias, llega este libro. Discutamos con él, aprendamos de él, críticamente, como seguramente harían Mella, Pablo, Rubén y el propio Guiteras, sabiendo que su protagonista es, como dijera el Che, el más puro luchador antimperialista.
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