Los EE.UU., conjuntamente con sus aliados europeos y el sionismo israelí, han desatado una nueva y más agresiva campaña de militarización del planeta, que incluye guerras preventivas, terrorismo blanco, "ayudas humanitarias" con misiles y fabricación de armamentos cada vez más sofisticados.
La humanidad se enfrenta ante el serio riesgo de desaparecer de la faz del planeta, hecho agravado por la destrucción del medio ambiente provocado por el irracional sistema capitalista de producción. Las dos guerras mundiales demuestran la brutalidad de los explotadores y la barbarie a la que el capitalismo ha conducido a la humanidad. Igual de brutales han sido las agresiones que los imperialistas franceses y yanquis desataron contra Argelia y Vietnam, como igual de sanguinarias son hoy las agresiones contra Afganistán e Irak, perpetradas por los Estados Unidos con la complicidad de Europa y el Estado de Israel asi como la injustificable agresion a Libia donde continua impunemente ante los ojos del mundo los bombardeos a las ciudades y zonas civiles.
Las criminales dictaduras militares del cono sur en América Latina durante la década de 1970, que gozaron del respaldo del imperialismo yanqui y las burguesías criollas, son el claro ejemplo de lo que los detentadores del poder en las sociedades capitalistas son capaces de hacer cuando los pueblos tratan de construir una sociedad distinta.
Los fascistas no escatimaron ningún medio, ningún recurso para perseguir, detener, torturar, asesinar y desaparecer a las y los revolucionarios de distintos lugares de América Latina en todo el mundo. Eso se llevó a cabo a través del macabro Plan Cóndor. Creer, por tanto, en los llamados a la “paz” y a la “unidad nacional” que los explotadores hacen a través de sus aparatos ideológicos destinados a alienar y embrutecer a las personas, como son la religión, el sistema educativo y los medios de comunicación, es una equivocación tremenda del pueblo explotado y de sus organizaciones revolucionarias.
Las grandes potencias imperialistas, se alían para enfrentarse a sus enemigos de clase. Los explotadores consensuan entre ellos para garantizar su existencia, pero además pretenden “fabricar el consenso” entre la población a través de diversos mecanismos de alienación, para así lograr que las masas interioricen su discurso mistificador y lo hagan suyo.
Los pueblos y fundamentalmente la clase trabajadora del mundo no pueden ser indiferentes ante lo que sucede en cada rincón donde un obrero, un campesino, un ama de casa, un estudiante, un jubilado es explotado, reprimido, pisoteado.
Los explotadores de hoy, al igual que los de antaño, tienen como objetivo dividir a los explotados para poder vencerlos. Es preciso recordar que debido a esto, entre otras razones, el nazifascismo pudo triunfar en Alemania en el año 1933.
La máxima de Bolívar “unidad, unidad, unidad”, debe ser la divisa de quienes luchan por construir una sociedad mejor, las calles, las plazas, las paredes deben tomarse no solo para lanzar consignas o luchar por reivindicaciones puntuales de cada pueblo, sino para expresar la más amplia solidaridad con el movimiento revolucionario en el continente y el mundo entero, solidarizarnos contra "cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo".
Unidos somos fuertes, divididos pereceremos, esa es la unica manera de frenar la prepotencia y agresividad imperialista, de frenar su exportacion de la guerra y su despiadada tergiversacion de los procesos revolucionarios y sus lideres con el absoluto dominio de la informacion y difusion de a misma.El mundo nos convoca y no hay otra manera de triunfar, la unidad y solidaridad es nuestra unica arma para defendernos y no desaparecer.
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