Por M. H. Lagarde
Según algunos, la telenovela de la muerte de Bin Landen es un invento yanqui para desviar la atención del asesinato del hijo y los nietos de Gadaffi a manos de la OTAN en Libia, ocultar la crisis económica por la que pasa actualmente Estados Unidos, el controvertido nacimiento de Obama o los cables revelados por Wikileaks sobre el campos de concentración de Guátanamo. Todo eso es posible.
Pero lo que sí es cierto es que la muerte, real o supuesta del terrorista y ex agente de la CIA, ha silenciado la horripilante realidad que sufren quienes viven, o vivieron, en los centros de atención a personas con necesidades especiales de la Florida.
Una nota de presentación, firmada por el gerente general de El Nuevo Herald, Manny Díaz, afirmaba:
"Esta mañana comenzamos a publicar una importante serie de reportajes investigativos, que pueden salvar la vida de familiares y amigos. Mis colegas Michael Sallah, Carol Marbin Miller y Rob Barry, de The Miami Herald, dedicaron casi un año a documentar el abuso rampante de los ancianos y discapacitados mentales que viven en centros de atención a personas con necesidades especiales, conocidos como ALF. Y lo que encontramos es intolerable. Hubo ancianos que murieron de golpizas, cuidadores que no se ocupaban de sus pacientes e incluso abusaban de ellos, en algunos casos llegando incluso a matarlos, y nunca fueron encausados penalmente o recibieron un castigo ligero. Algunas de las instalaciones siguen operando todavía. Y los investigadores estatales y locales, cuyo sueldo sale del bolsillo de los contribuyentes, no tomaron medidas o reaccionaron con demasiada lentitud para prevenir el abuso. La Florida fue en un tiempo modelo de todo el país, un paraíso donde los ancianos podían retirarse a sabiendas de que había leyes que los protegían. Pero el sistema ha colapsado".
La nota de Díaz, por cierto, es bastante amable en comparación con los horrores narrados por el diario:
"una investigación de The Miami Herald concluyó que las salvaguardas que una vez se consideraron las más progresistas del país han sido ignoradas en numerosas tragedias nunca antes reveladas al público. En Kendall, una mujer de 74 años fue hallada atada con tanta fuerza durante más de seis horas, que le desgarraron la piel y le causaron la muerte. En Hialeah, un enfermo mental de 71 años falleció de quemaduras cuando lo dejaron en una bañera con agua muy caliente. En Clearwater, un paciente de Alzheimer de 75 años fue devorado por un cocodrilo después de que salió a deambular fuera de la instalación por cuarta vez. Esas muertes destacan los graves problemas de un sistema estatal que ha dejado que miles de personas se las arreglen como puedan en condiciones peligrosas y decrépitas. La investigación de The Herald indicó que la Dirección de Administración de Servicios de Salud (AHCA), que supervisa las 2,850 instalaciones para personas con necesidades especiales de la Florida, no supervisó centros mal administrados, no investigó prácticas peligrosas ni cerró las instalaciones con mayores problemas".
The Miami Herald obtuvo documentos confidenciales de 70 personas que
murieron en los últimos 8 años a manos de sus cuidadores y según el diario el propio diario: “Aunque el estado tiene leyes extremadamente estrictas sobre el abuso contra personas mayores, The Miami Herald encontró que pocos cuidadores son acusados de matar a las personas que deben proteger..”.
Por supuesto no se me ocurre decir que Obama mandó a matar a Bin Laden en Pakistán para ocultar el posible escándalo que provocaría la secuencia de reportajes publicadas por The Miami Herald. Para nada, a Obama le vendrían muy bien dichas revelaciones para impulsar sus incumplidas reformas en el campo de la salud.
Lo que sí digo es que El Nuevo Herald decidió sacar a la luz sus excelentes reportajes sobre el tema cuando medio mundo andaba esperando a ver si el presidente se decidía o no a sacar las fotos del cadáver del malo de la película Osama Bin Laden.
La noticia, por tanto, ha pasado desapercibida en la prensa internacional. Nadie ha puesto el grito en el cielo ni se ha desgarrado la ropas como cuando ocurrió la lamentable muerte por frío de los enfermos mentales en Mazorra, que fuera recientemente castigada por los tribunales de la Isla.
Como aseguró un comentarista en El Nuevo Herald, hechos como los narrados por ese diario pueden ocurrir sin problemas en el país más poderoso del mundo -al que nadie bloquea ni agrede-, porque Estados Unidos nunca ha declarado que es "una potencia médica", lo cual, por lo visto, le otorga la coartada perfecta para asesinar a todo aquel que recurra a una instalación médica.
Según algunos, la telenovela de la muerte de Bin Landen es un invento yanqui para desviar la atención del asesinato del hijo y los nietos de Gadaffi a manos de la OTAN en Libia, ocultar la crisis económica por la que pasa actualmente Estados Unidos, el controvertido nacimiento de Obama o los cables revelados por Wikileaks sobre el campos de concentración de Guátanamo. Todo eso es posible.
Pero lo que sí es cierto es que la muerte, real o supuesta del terrorista y ex agente de la CIA, ha silenciado la horripilante realidad que sufren quienes viven, o vivieron, en los centros de atención a personas con necesidades especiales de la Florida.
Una nota de presentación, firmada por el gerente general de El Nuevo Herald, Manny Díaz, afirmaba:
"Esta mañana comenzamos a publicar una importante serie de reportajes investigativos, que pueden salvar la vida de familiares y amigos. Mis colegas Michael Sallah, Carol Marbin Miller y Rob Barry, de The Miami Herald, dedicaron casi un año a documentar el abuso rampante de los ancianos y discapacitados mentales que viven en centros de atención a personas con necesidades especiales, conocidos como ALF. Y lo que encontramos es intolerable. Hubo ancianos que murieron de golpizas, cuidadores que no se ocupaban de sus pacientes e incluso abusaban de ellos, en algunos casos llegando incluso a matarlos, y nunca fueron encausados penalmente o recibieron un castigo ligero. Algunas de las instalaciones siguen operando todavía. Y los investigadores estatales y locales, cuyo sueldo sale del bolsillo de los contribuyentes, no tomaron medidas o reaccionaron con demasiada lentitud para prevenir el abuso. La Florida fue en un tiempo modelo de todo el país, un paraíso donde los ancianos podían retirarse a sabiendas de que había leyes que los protegían. Pero el sistema ha colapsado".
La nota de Díaz, por cierto, es bastante amable en comparación con los horrores narrados por el diario:
"una investigación de The Miami Herald concluyó que las salvaguardas que una vez se consideraron las más progresistas del país han sido ignoradas en numerosas tragedias nunca antes reveladas al público. En Kendall, una mujer de 74 años fue hallada atada con tanta fuerza durante más de seis horas, que le desgarraron la piel y le causaron la muerte. En Hialeah, un enfermo mental de 71 años falleció de quemaduras cuando lo dejaron en una bañera con agua muy caliente. En Clearwater, un paciente de Alzheimer de 75 años fue devorado por un cocodrilo después de que salió a deambular fuera de la instalación por cuarta vez. Esas muertes destacan los graves problemas de un sistema estatal que ha dejado que miles de personas se las arreglen como puedan en condiciones peligrosas y decrépitas. La investigación de The Herald indicó que la Dirección de Administración de Servicios de Salud (AHCA), que supervisa las 2,850 instalaciones para personas con necesidades especiales de la Florida, no supervisó centros mal administrados, no investigó prácticas peligrosas ni cerró las instalaciones con mayores problemas".
The Miami Herald obtuvo documentos confidenciales de 70 personas que
murieron en los últimos 8 años a manos de sus cuidadores y según el diario el propio diario: “Aunque el estado tiene leyes extremadamente estrictas sobre el abuso contra personas mayores, The Miami Herald encontró que pocos cuidadores son acusados de matar a las personas que deben proteger..”.
Por supuesto no se me ocurre decir que Obama mandó a matar a Bin Laden en Pakistán para ocultar el posible escándalo que provocaría la secuencia de reportajes publicadas por The Miami Herald. Para nada, a Obama le vendrían muy bien dichas revelaciones para impulsar sus incumplidas reformas en el campo de la salud.
Lo que sí digo es que El Nuevo Herald decidió sacar a la luz sus excelentes reportajes sobre el tema cuando medio mundo andaba esperando a ver si el presidente se decidía o no a sacar las fotos del cadáver del malo de la película Osama Bin Laden.
La noticia, por tanto, ha pasado desapercibida en la prensa internacional. Nadie ha puesto el grito en el cielo ni se ha desgarrado la ropas como cuando ocurrió la lamentable muerte por frío de los enfermos mentales en Mazorra, que fuera recientemente castigada por los tribunales de la Isla.
Como aseguró un comentarista en El Nuevo Herald, hechos como los narrados por ese diario pueden ocurrir sin problemas en el país más poderoso del mundo -al que nadie bloquea ni agrede-, porque Estados Unidos nunca ha declarado que es "una potencia médica", lo cual, por lo visto, le otorga la coartada perfecta para asesinar a todo aquel que recurra a una instalación médica.
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