Perdidos en esa trampa a la que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación de masas que consiste en reducirlo todo a un relato de buenos y malos, tan parecido en realidad a los good guys y bad guys de George W. Bush, genuinos esfuerzos por evitar situaciones que generan mucha más violencia, respetando las leyes internacionales y la soberanía de los países, y evitando que las potencias occidentales, que ya actúan con bastante impunidad, se arroguen el derecho a atacar a quien consideren necesario, se interpretan como acciones que desprestigian al que las acomete por “ponerlo de parte de las dictaduras”, cuando no simplemente se ignoran.
Aquellos que se centran en exponer los crímenes de Gadafi, con escasa o nula crítica a los bombardeos de la OTAN, no se cansan de repetir que en los últimos años ha estado apoyado por Occidente, y parece que de eso se desprende que ahora nos toca apoyar a los “rebeldes”.
"Si las intervenciones extranjeras fueran buenas, entonces, los países africanos deberían ser los países más prósperos del mundo, puesto que han tenido la mayor dosis de ellas: comercio de esclavos, colonialismo, neocolonialismo, imperialismo, etc. "Todas estas intervenciones extranjeras (blancas, occidentales) han sido, sin embargo, desastrosas. Estas mismas potencias occidentales (blancas) participaron en el asesinato de Lumumba, el único líder elegido de Congo, Felix Moumie de Camerún, Barthelemy Boganda de la República Centroafricana, apoyaron a UNITA en Angola, e incluso a Idi Amin al principio de su régimen, etc.
Sinceramente, no comprendo esta actitud de minimizar lo que supone la intervención de las potencias occidentales en su forma más cruenta, el bombardeo de un país, ni siquiera si tengo en cuenta que los que lo hacen parten de la premisa de que el llamado movimiento rebelde en Libia es, o ha sido en algún momento, un genuino representante del pueblo Libio.
Pero, ¿de verdad puede creer nadie que EEUU va a ayudar a la caída de un régimen y después no va a usar su poder para controlar quien toma el poder para sucederlo? ¿Y que ese régimen no será necesariamente uno totalmente dócil con los intereses del imperialismo euro-estadounidense y por lo tanto incompatible con los intereses de su propio pueblo?
Ni EEUU se va a retirar voluntariamente después de haber intervenido dejando que sea el pueblo el que decida su propio destino, con la malísima costumbre que tienen tantos pueblos egoístas de tener en mente sus propios intereses en vez de aceptar dócil y gustosamente los deseos imperialistas, ni esa guerrilla o movimiento que no fue capaz ni de derrotar a su propio gobierno sin un apoyo decidido de la maquinaria bélica occidental tiene la más mínima posibilidad de enfrentarse a ese Occidente e imponerle su propia agenda por la fuerza. ¿No apoyará la OTAN precisamente a aquellos elementos más corrompibles? ¿Qué imagen creen que puede dar un movimiento que acepta, e incluso promueve, el bombardeo de su país con misiles de última tecnología y la interferencia neocolonial? ¿No pierde toda su legitimidad?
Una intervención militar de Occidente no solo genera todo tipo de crímenes durante la intervención sino que es incompatible con un resultado que favorezca ninguna lucha popular.
El imperialismo solo entra en un movimiento popular para aplastarlo, no se puede hacer suficiente hincapié en que los objetivos últimos del imperialismo y los de las luchas populares son incompatibles.
El imperialismo “humanitario” necesita crear como mínimo la sensación de que se va a producir una masacre inminente, una crisis humanitaria de grandes proporciones, que nos obliga a actuar con toda celeridad para impedirla. Nos obliga, ¿a quién? A la “comunidad internacional” claro está, ¿pero que países tienen el poder dentro de la misma para parar a los criminales que están cometiendo, o van a cometer, o puede que vayan a cometer, tales masacres, y son a la vez, según nos informa los mass media diariamente, los principales promotores de la defensa de los derechos humanos? Nosotros, los países occidentales con EEUU a la cabeza, claro está. Obama está presionando fuertemente para darle cobertura legal a esta doctrina con su Responsabilidad de Proteger (R2P). Pues algunas en esa izquierda de la que hablo, a la hora de justificar la actual agresión a Libia, o como mínimo restarle importancia, llegan incluso más lejos que la propia doctrina del imperialismo “humanitario”.
Estamos llegando a una situación tal que EEUU y la OTAN pueden agredir militarmente a un país soberano sin declararle la guerra oficialmente. De hecho la situación es tan ideal que se pueden congratular por la ocurrencia. Como la OTAN no está oficialmente en guerra con Libia sino “protegiendo a la población civil”, no tiene que seguir ninguna normativa internacional al respecto, ¿no? Además, cualquier reacción del país agredido no será catalogada como una legítima reacción de defensa ante una agresión militar extranjera, sino puro terrorismo y tiranía. Con la destrucción de hasta la propia idea de que deben existir unas normas aceptadas de comportamiento entre países, que se aplican a todos, y una poderosa maquinaría de propaganda a su servicio, ese Occidente liderado, o mandado, por EEUU tiene las manos libres para actuar con impunidad.
Me pregunto además ante quién se supone que nos desprestigiamos exactamente. Volviendo a la trampa que nos tienden los medios de comunicación de masas, y algunos más según parece, con su reducción de todo a un relato de buenos y malos, simplemente el hecho de hacerte preguntas te desprestigia. O de tener muy presente que existe la posibilidad muy real, entre otros peligros, de que EEUU use lo que está pasando en el mundo árabe para efectuar cambios que hace tiempo quería hacer. Cambios que tienen todo que ver con aumentar su control de la zona a través de gobiernos títeres, que pueden adoptar la fachada que sea necesaria, y nada con contribuir a ninguna lucha popular.
Nos desprestigiamos imagino ante aquellos que quisieran que olvidáramos el historial de Occidente y tratáramos cada situación como borrón y cuenta nueva. Los escucho y parece como si la manipulación de la información en los grandes medios dando una imagen totalmente distorsionada de la realidad fuera producto de nuestra imaginación, las guerras sucias de la CIA fueran producto de nuestra imaginación, los cambios de régimen, o intentos de cambio de régimen, mediante “revoluciones de colores” fueran producto de nuestra imaginación, la financiación y entrenamiento de grupos y movimientos opositores a gobiernos que no les son dóciles, incluidos grupos armados, fueran producto de nuestra imaginación.
Así que algunos nos seguiremos desprestigiando más y más porque, no habiendo notado ninguna disminución en la capacidad, y muy especialmente en la voluntad, de interferir en otros países de EEUU – siguen con los métodos de siempre e incluso ensayan nuevos como las “revoluciones de colores”– no pretendemos comportarnos como si tal disminución se hubiera producido.
Están también aquellos ante quienes no nos hemos desprestigiado ahora sino que siempre nos han considerado desprestigiados.
-Por esa insufrible e inexplicable cerrazón de la que hacemos gala una y otra vez al negarnos a aceptar el excepcionalismo estadounidense, que tanto defienden aunque intentando evitar llamarlo por su nombre.
-Por no comprender que cuando EEUU interfiere en un país lo hace legítimamente, siendo la culpa del propio país objeto de la interferencia por llevar a cabo políticas contrarias a los intereses de EEUU. Con sorpresa y algo de burla nos miran, por no comprender esta idea tan simple, que son los que intentaron implementar políticas, aunque fueran las que quería la mayoría, sin sopesar si contrariaban o no al imperialismo, los que trajeron la desgracia sobre su país. Que EEUU reaccionó ante esas políticas.
-Por negarnos a aceptar supuestas superioridades morales, culturales o intelectuales de quienes tienen una larga lista de crímenes por los que responder, han hecho de la explotación de otros su modo de vida, y promueven agresivamente un modelo económico y social que a la vez que promueve el consumismo hasta el punto de poner en peligro la propia supervivencia del planeta, destruye la vida y condena a la miseria a millones de personas.
Los que creemos en el bien común, en la justicia social, en la lucha de los pueblos por sus derechos, en la acción colectiva como único medio para oponerse al poder de esa casta privilegiada que gobierna el mundo para su propio beneficio, conocemos poco más que una derrota tras otra, y eso evidentemente afecta a nuestra psique.
En mi opinión, la mejor forma de mostrarles respeto a estos movimientos desde nuestra izquierda, la occidental, es no contribuyendo a que cale, sino muy por el contrario denunciando permanentemente, un discurso insidioso y perverso que convierte en nobles empresas humanitarias las guerras de conquista, y criminaliza a aquellos que se oponen a ellas como personas que carecen de preocupación por los derechos humanos. Un discurso tan efectivo a la hora de desactivar críticas que fortalece al imperialismo y aumenta su capacidad de maniobrar sin oposición.
Así que yo por mi parte, no teniendo ningún prestigio previo por el que velar, seguiré haciendo esta transición directa de la nada al desprestigio, tanto como me permita mi escasa energía mental. De hecho, he estado tentada de titular este artículo Antes desprestigiada que imperialista “humanitaria”.
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