domingo, 12 de febrero de 2012

FILTRAR A WIKILEAKS, PEOR QUE MATAR CIVILES EN IRAK


   El sargento Frank Wuterich no irá a prision por ordenar y participar en la matanza de Haditha, ocurrida en noviembre 2005 en Irak.
Un grupo de marines destinados en la provincia de An Anbar, al oeste de Bagdad, respondieron a un ataque con bomba contra su columna con una acción de castigo y venganza indiscriminada; entraron en varias casas de Haditha y dispararon contra todo lo que se movía.

Veinticuatro personas, cinco de ellos niños, perdieron la vida. Todos eran civiles, ninguno insurgente. Wuterich era el último de los ocho acusados. Los otros siete ya fueron puestos en libertad sin cargos. The Christian Sciene Monitor se pregunta si funciona la justicia militar.
El soldado Bradley Manning se enfrenta a un consejo de guerra que podría condenarle a la pena máxima. Su delito debe de ser más grave: le acusan de ser el filtrador de Wikileaks.

La primera de las filtraciones, que después incluyeron decenas de miles de documentos secretos, fue el vídeo del ataque de un helicóptero Apache en Nuevo Bagdad contra un grupo de personas desarmadas, entre ellas el fotógrafo Namir Noon-Eldeen, de la agencia Reuters. Nunca hubo investigación, nunca hubo castigo. Como en el caso del camarógrafo español José Couso.

Esta doble vara de medir se extiende a la política exterior, al trato a los países, a los conflictos y a los autócratas, según los intereses. Al Yazeera explora el legado de EEUU en Irak después de casi nueve años de invasión.

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