Al interés de Nicolás Zarkozy por “restituir la democracia en Libia” y al interés de Silvio Berlusconi en “ahorrarle más sufrimiento” a la nación magrebí, se suma, según se pone ahora en evidencia, una tercera justificación para el protagonismo asumido por Francia e Italia en la batalla por el derrocamiento de Muammar Gaddafi: estos países europeos, principales socios comerciales del gobierno libio durante décadas, son también los dos candidatos mayores en la disputa por los contratos para reconstruir el país que han destruido sus bombardeos en conjunto con la Alianza atlántica.
El presidente de la cámara de comercio franco-libia, Michel Casals, destacó la participación de las potencias que tramaron la guerra en la reconstrucción del país. “La competencia será muy importante en el mercado libio, un mercado con un enorme potencial de negocio”, dijo Casals.
Francia es el sexto socio comercial de Trípoli, mientras que Italia es el primer proveedor, con 3,43 millones de dólares de mercancías vendidas, informó el diario La Vanguardia.
La guerra de las contrataciones
El pasado 29 de junio, el periódico galo Le Figaro denunció que el ejército francés suministraba armas a los grupos pro coloniales libios que se dirigían hacia Trípoli.
Una semana antes, el ex ministro francés de Defensa, Hervé Morin, afirmaba que los 160 millones de euros que invertían las potencias extranjeras en la invasión de Libia eran una cantidad mínima, considerando que servirían “para permitir a la población acceder a la democracia”.
Por su parte, el gobierno de Berlusconi se ha mostrado partidario, este último mes, de detener los bombardeos que hasta hasta el viernes habían cobrado la vida de más de 1.300 civiles. Simultáneamente, los avances de los grupo pro coloniales hacia la capital de Libia se han convertido en impulso de los títulos o acciones de empresas italianas en el mercado bursátil.
Tan sólo el lunes, la bolsa de Milán subió 1,78% gracias a que la acción de Eni, el grupo energético con más negocios en Libia, aumentó 6,33%, reseñó la prensa europea.
La acción militar francesa sobre Libia, denominada Harmattan, movilizó, desde el 19 de marzo, entre 1.500 y 2.500 efectivos militares; además de exigir una inversión de 200 millones de euros que, sumados a lo gastado en las campañas de Afganistán e Irak, resultan 959 millones de euros dispuestos para guerras.
Tal inversión necesita ser recuperada, y no es gratuito que la invasión a Libia haya comenzado por el este, a las orillas del Mediterráneo, justo en Brega y Bengasi, enclaves petroleros y energéticos.
Los ministros franceses e italianos batallan en abierta competencia. Este martes el canciller de Italia, Franco Frattini, anunció su pacto con el gobierno neocolonial del CNT, que quedó comprometido a dar cumplimiento a los contractos petroleros que habían sido suscritos con el gobierno de Gaddafi.
Este paso es el último de una serie de reuniones en las que empresas italianas como Ansaldo STS, el grupo petrolero ENI o BTP Impregilo han acordado contratos. Destaca, entre estos, la construcción de una línea ferroviaria en Libia.
Francia no se ha quedado atrás: ya en junio organizó un encuentro entre empresas galas y misiones comerciales que representan a los grupos intervencionistas.
Algunas cifras sobre la economía en Libia
Antes de la invasión de la Otan, Libia tenía una deuda pública que no superaba el 3% de su producto interno bruto y su producción de petróleo rondaba los 1,6 millones de barriles diarios.
En 2010 su PIB se estimó en 76.557 millones de dólares, con un incremento de 6,7% anual.
Miembro número 17 de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), Libia es el tercer productor de crudo del continente africano.
Sus reservas, estimadas en 46.000 millones de barriles, son las más grandes de la región y representan 3,4% de las reservas mundiales aprobadas por la Opep.
Tras la devastación del país y de la invasión militar, los beneficiados no son muchos: las petroleras Total (Francia), ENI (Italia), National Petroleum Corp (China), British Petroleum (Inglaterra), Repsol (España) y las estadounidenses ExxonMobil, Chevron, Occidental Petroleum, Hess y Conoco Phillips.
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