La noticia es vieja: desde 1982 el Departamento de Estado norteamericano incluye a la Isla en su lista negra anual, y cada año que pasa lo único que aumentan son las incoherencias de su argumentación. El informe recurre por enésima vez a los viejos e indemostrables lugares comunes de que Cuba apoya a las FARC y a ETA, que se caen por su propio peso y, acto seguido, reseña una serie de hechos que lo único que prueban es la seriedad con que la Isla enfrenta este flagelo.
Veámoslo por puntos:
Lo extraordinario es que esta percepción del gobierno de EEUU respecto a Cuba coincide con un cable fechado en septiembre de 2009, divulgado por Wikileaks y emitido por el jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana. Jonathan D. Farrar da cuenta a sus superiores del encuentro celebrado en la capital cubana entre Bisa Williams, subsecretaria del Departamento de Estado, y el viceministro de Relaciones Exteriores, Dagoberto Rodríguez. Según el documento, Williams explicó que Cuba podría ser eliminada de la lista si se seguían procedimientos específicos y se efectuaba una revisión del proceso entre ambas partes.
Ni Farrar, ni Bisa Williams, ni nadie en su sano juicio podría incluir a Cuba, con informe o sin él, en la lista de países que patrocinan el terrorismo. A lo que podría añadirse que aquellos que cada año están obligados a redactarlo no solo no se creen la mentira, sino que pasan las de Caín para enhebrar un párrafo con otro.
La pregunta, entonces, es: ¿a quién quiere engañar Estados Unidos?
Veámoslo por puntos:
1.-Dice el informe que no existen pruebas de que haya roto la relación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, reconoce que fue un “contacto limitado con los miembros de las FARC, pero no hubo evidencia de apoyo financiero material directo o en curso”.
2.- Sin citar fuentes ni encomendarse a nadie, asegura que “recientes informes de prensa indican que algunos miembros actuales y anteriores de Patria Vasca y Libertad (ETA) siguen viviendo en Cuba”. Sin embargo, reconoce que durante el mes de marzo del año pasado las autoridades cubanas “permitieron a la Policía Española viajar a Cuba para confirmar la presencia de presuntos miembros de ETA”.
Estos son los supuestos “pecados” de Cuba, que ya quisieran por un día de fiesta muchos de los países que no están en la lista de terroristas, empezando por el que redacta el informe. A partir de ese primer párrafo y sin nada “malo” que agregar, los hechos se despojan de toda retórica y van al grano:1.-Reconoce el esfuerzo del gobierno cubano para evitar que emigrantes de países terceros lleguen ilegalmente a Estados Unidos y atenten contra la integridad de sus fronteras y la seguridad transnacional.
2.-Cuba investigó el contrabando de inmigrantes y otras actividades relacionadas a través de un tercer país.
3.-En el mes de noviembre, “permitió a representantes de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) conducir una serie de inspecciones de seguridad a través de aeropuertos de la isla”.
4.-”El gobierno cubano continúa persiguiendo agresivamente a las personas sospechosas de actos terroristas en Cuba”.
Y, ¡oh sorpresa!, pone como ejemplo la extradición desde Venezuela del terrorista confeso salvadoreño Francisco Antonio Chávez Abarca por su “presunta participación en una serie de atentados con bombas contra hoteles e instalaciones turísticas a mediados de la década de 1990″. Participación demostrada en el juicio celebrado en La Habana. El informe reconoce que fue hallado culpable y condenado a “30 años de prisión por cargos de terrorismo… El Tribunal Supremo cubano conmutó las condenas a muerte de dos salvadoreños, René Cruz León y Otto René Rodríguez Llerena, quienes habían sido condenados por terrorismo”.Lo extraordinario es que esta percepción del gobierno de EEUU respecto a Cuba coincide con un cable fechado en septiembre de 2009, divulgado por Wikileaks y emitido por el jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana. Jonathan D. Farrar da cuenta a sus superiores del encuentro celebrado en la capital cubana entre Bisa Williams, subsecretaria del Departamento de Estado, y el viceministro de Relaciones Exteriores, Dagoberto Rodríguez. Según el documento, Williams explicó que Cuba podría ser eliminada de la lista si se seguían procedimientos específicos y se efectuaba una revisión del proceso entre ambas partes.
Ni Farrar, ni Bisa Williams, ni nadie en su sano juicio podría incluir a Cuba, con informe o sin él, en la lista de países que patrocinan el terrorismo. A lo que podría añadirse que aquellos que cada año están obligados a redactarlo no solo no se creen la mentira, sino que pasan las de Caín para enhebrar un párrafo con otro.
La pregunta, entonces, es: ¿a quién quiere engañar Estados Unidos?
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