martes, 30 de agosto de 2011

La guerra continua, Por: Luis Emilio Carreño R.



Los medios de comunicación mundial, sí mundiales, porque sus centros de dirección controlan en gran medida la información que se transmite en el mundo entero, ya sea desde Buenos Aires hasta Beijín, desde Moscú hasta Brasilia (aquí fue precisamente donde Obama anunció el inicio de las acciones bélicas de la OTAN contra Libia), desde Nueva Deli y Johannesburgo hasta Paris, Londres y Washington.
Casi todos los canales de TV, periódicos, radios, medios alternativos etc., transmiten furibundos y desesperados las acciones del “mundo civilizado” contra el régimen “totalitario" y “asesino” de Gadafi.

Fue precisamente sobre evidencias mediáticas, que se “sustanció” el expediente con el cual las potencias occidentales legalizaron sus acciones contra el “antidemocrático” régimen libio.
Al parecer la Resolución 1973 del 17 de marzo pasado, fue muy precisa en cuanto a las acciones a tomar. Pero una vez legalizado el “negocio”, se ejecutó la primera transacción “fraudulenta”: Se contrató a la OTAN para asumir en el terreno las medidas aprobadas por el Consejo de seguridad de la ONU.

Se comenzaron a oír voces de protestas en el mundo entero por la forma descarada como se empleaba al Consejo de Seguridad de la ONU para “legalizar” una acción vandálica contra un país soberano. Muchas interrogantes surgieron en torno a la actuación de Rusia y China que podían detener esa medida, como también India y Brasil, todos ellos decidieron “Abstenerse”, lo que realmente permitió a las potencias occidentales ejecutar el despojo y asalto de un país soberano. Tal vez el clímax de esas opiniones se corresponde con las declaraciones del primer ministro ruso, Vladimir Putin, al denunciar las consecuencias de esas acciones y afirmó que aquello parecía una nueva cruzada de occidente contra el mundo musulmán. Las contradicciones en el alto gobierno ruso se hicieron evidentes.

A la OTAN le dieron un primer “contrato” para acabar con el “régimen” de Gadafi con fecha de vencimiento hasta finales de junio. Como el coronel y su pueblo morisco demostraron en los hechos ser más resistentes que los bombardeos de la OTAN y que la payasada militar de los presuntos “rebeldes”, se decidió prorrogar el contrato a la alianza militar hasta el dos de septiembre de este año.

La segunda mitad de julio y casi todo el mes de agosto se entró en una especie de chinchorro mediático, algo así como aquella película “sin novedades en el frente”. Aunque se filtraba en algunos medios que en los Emiratos Árabes y en otras localidades se había construido sendas replicas del Palacio de Gobierno y de otras instalaciones oficiales de Trípoli. Es decir, ante el estancamiento de las acciones en el campo real de batalla, el silencio mediático sirvió para encubrir los preparativos de la toma de Trípoli por las propias fuerzas de la OTAN y otros aliados “extremadamente democráticos” de la región del golfo pérsico y medio oriente. Vale preguntar ¿Cuántos partidos actúan en la vida política de esos países interventores acompañantes del desembarco de la OTAN en Trípoli?.
El brutal bombardeo a la ciudad, seguido por el desembarco de la OTAN en Trípoli fue obligado por dos razones de peso: 1-Evitar el efecto demoledor de la opinión publica internacional contra la alianza de las potencias occidentales y su brazo ejecutor al verse obligados a intentar dar una segunda prorroga a la OTAN. 2-Impedir que las fuerzas de Gadafi asumieran la celebración (el 1 de septiembre) de un nuevo aniversario del derrocamiento de la monarquía que posiblemente sería celebrado con una ofensiva que pudiese empujar la guerra hacia un punto imposible de superar por la “vía legal” y sin pagar un alto costo en vidas para los países protagonistas del ataque a Libia. Así, se decidió el ataque a Trípoli. Solo contra la residencia del líder libio se lanzaron mas de sesenta bombas, muchas de ellas anti-fortificaciones subterráneas. Eso no quiere decir que la guerra ha concluido. Por el contrario, ha entrado en una fase mas compleja y delicada con mayor potencial de riesgo para la paz mundial.

El eje Paris-Londres-Washington ha tenido que mover buena parte de sus recursos político militares incluyendo los mediáticos, para tratar de presentarse como “vencedores” en una guerra que aun no ha terminado.

Los saldos políticos para el eje son escasos y la vorágine de saqueo de las riquezas libias son inmensos e inocultables. Bombardearon sin escrúpulos, para garantizarse para los propios agresores el negocio de la reconstrucción. Ya tenían asegurada la paga con las reservas despojadas previamente al Pueblo Libio. Cabe preguntarse: ¿es la guerra una salida inevitable en las grandes crisis económicas?

Sobre la producción de petróleo, habrá que esperar si es que logran realmente exportarlas.

La desesperación por hacer aparecer vivo o muerto al coronel Gadafi, solo puede explicarse por el miedo a que el peso de la verdad aplaste políticamente a la camarilla gobernante en Francia, el Reino Unido, el Reino de España, EE.UU, Italia, etc. Como también algunas monarquías del medio oriente.
Sobre las brasas ardientes de la inconclusa guerra libia, como perros van a ladrar y gruñir contra Siria. Otra vez, gritan “democracia” “democracia” contra un país ubicado en un vecindario “salpicado” de monarquías y además, fronterizo por un lado con ISRAEL y por el otro, con el martirizado pueblo iraquí. Allí en IRAQ, se libra una guerra donde es secreto de estado el numero de jóvenes de las potencias invasoras muertos, heridos y lisiados, sin contar los afectados sicológicamente por el impacto de una guerra que se les hizo creer era la continuación de un juego virtual. El pueblo iraquí también fue materialmente golpeado, moral y culturalmente ofendido y saqueado. Hasta la fecha, una guerra sin vencedores, salvo unos cuantos “inversionistas”.

La guerra contra Libia y las amenazas contra Siria, además de ser una amenaza descarada contra los pueblos de esa región, contiene una direccionalidad precisa y desafiante contra la pujante organización emergente BRICH (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Dos de sus integrantes (Rusia y China), son miembros permanentes del Consejo de seguridad de la ONU con derecho a veto.

También fue un ataque a la naciente alianza África-Sur América (ASA), de la cual Libia y Venezuela juegan papel protagónico. Gadafi fue además, constante en el apoyo a muchos pueblos africanos en sus luchas independentistas contra potencias europeas.
La batalla por Trípoli hace evidente la desesperación de los círculos gobernantes de la Unión Europea y EE.UU por la grave crisis económica que hoy les afecta, cuando abierta y descaradamente reconocen su participación directa en las acciones bélicas contra Libia. USA, la UE y la OTAN no fueron allí por democracia para el pueblo libio. Fueron por sus riquezas naturales. Previamente, le habían despojado sus reservas internacionales.

Para todos los países con recursos naturales estratégicos, como dice la canción: “que los cuide…que los cuide”

Así los medios digan lo contrario, la batalla por Trípoli y en general la guerra en Libia, continúa. Así no nos lleguen oficialmente “novedades desde el frente”.

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