Percy
Francisco Alvarado Godoy
Una nueva página de impudicia se
cierra aparentemente luego del perdón realizado por Guillén a los mafiosos de
Miami. Es este ambiente noscivo en donde se juzgó a nuestros Cinco Héroes
hace unos años y en donde todavía se albergan viejos odios hacia Cuba. En Miami,
ni el perdón, ni la verdad, ni la verdadera justicia, tienen cabida. Ozzie está
condenado para siempre.
Protesta de Saavedra y Vigilia
Mambisa
La intolerancia cavernaria de Miami
le pasó la cuenta a Oswaldo Guillén, el venezolano manager de Los Marlins
quien, sin pensar en las funestas consecuencias, declaró a la revista Time,
nada menos que "I love Fidel Castro", levantando una enfermiza
histeria entre los mafiosos resentidos de esa ciudad.
El barullo que se armó me hizo
recordar a San Nicolás del Peladero. Hubo quienes, sumidos en una incontrolable
furia pidieron su cabeza. Otros, más moderados, se contetaban con un "mea
culpa" por parte del atrevido.
Ozzie se rindió ante la avalancha de
críticas álgidas de los ofendidos mafiosos y tuvo que resignarse a pedirles
perdón, lloroso y conpungido: "Nunca en mi vida he sufrido tanto, y he
tenido muertos cercanos, he tenido problemas fuertes, pero nunca en mi vida he
llorado tanto como en estos últimos tres días". (...) "He
herido a una comunidad, sin quererlo, pero lo hice. No solamente al pueblo
cubano, sino a toda América Latina. Siento que he traicionado a un pueblo
latino, estoy aquí para pedirle disculpas, con el corazón en la mano".
No obstante, la afrenta de Ozzie
merecía, al menos, un castigo ejemplar: una suspensión de cinco juegos
al frente de su equipo. El propio castigo incluyó que cerca de 100 000 USD, que
dejaría de percibir, fueran donados a los grupúsculos terroristas de esa
ciudad. De esa bochornosa manera se pretendió saldar el desaguisado de Guillén.
No puedo cuestionar al conductor de
los Marlins por su rendición ante el acoso mediático y las injurias. Tampoco
puedo valorar la solidez de sus principios y su tímida complacencia ante el
acoso. Ozzie estaba realmente solo en Miami, pues sus propios jefes le
abandonaron para satisfacer al reclamo impúdico de los mafiosos que controlan
la ciudad a sus anchas.
La soledad de Guillén, las presiones
y confabulaciones, se manifestaron en un comunicado de prensa, redactado por
los dueños del equipo, el cual decía: "El dolor y el sufrimiento
causados por Fidel Castro no pueden ser minimizados, especialmente en una
comunidad llena de víctimas de su dictadura”.
De esa manera se trató de calmar a
los intransigentes protestantes en las afueras del estadio, donde hicieron
actos de presencia afamados terroristas, los recalcitrantes provocadores
de Vigilia Mambisa, junto a varias autoridades de la ciudad, entre los que se
encontraban el Comisionado de Miami, Francis Suárez y varios funcionarios
allegados al alclade del Condado de Miami-Dade, Carlos Giménez. Empero, se sabe
que, aunque el alcalde se lavó las manos como Poncio Pilatos, Joe
Martínez, presidente de la Comisión condal, y Francis Suárez, comisionado de la
Ciudad de Miami, pidieron su renuncia. No obstante, Giménez había apuntillado
su posición previamente, en un intento por congraciarse con sus electores:
"Me uno a nuestra comunidad del Condado Miami-Dade, y a todos los que
respetan los principios de vivir en un país libre, en condenar los comentarios
hechos por el mánager de los Miami Marlins, Ozzie Guillén," escribió
Giménez.
El comisionado de Miami, Joe
Martínez, según la difamadora Radio Martí, fue más crudo con Ozzie, al
solicitar su renuncia frente a los Marlins. Sin tapujos, declaró: "A la
luz de los comentarios con respecto a Fidel Castro, pido la renuncia del
manejador de los Marlins de Miami, Ozzie Guillén (...) Debería sentirse
avergonzado por el sentimiento de respeto a Fidel Castro o a cualquier dictador
que oprima a los ciudadanos de un país".
El vocero mafioso Daniel Shoer Roth,
de El nuevo Herald, también atacó oportunamente, exacerbando los odios y
resentimientos hacia Ozzie. Con crudeza, declaró en las páginas del libelo:"De
todos modos, no hay disculpa suficiente para los exiliados que han sufrido la
separación de sus familias y el hurto de sus patrimonios por parte del gobierno
cubano. Por eso Guillén nunca será la descollante figura deportiva que tuvo el
potencial de ser en Miami, sin que importe cuántos trofeos traiga a los peces.
Tampoco podrá asomarse a la ventanilla de una cafetería local sin que alguien
le eche en cara sus resentimientos."
Ozzie
condenado a la lapidación por la intolerancia mafiosa en Miami
La intolerante terrorista Ninoska
Pérez Castellón, desde los micrófonos de Radio Mambí, llamó a la cruxificción
pública de Guillén: "Fueron comentarios de indignación”, (...) “Es tan
indignante, tenían que comenzar por comprar un nuevo cerebro a Guillén porque
cada vez que abre la boca ofende a alguien”.
Una verdad es cierta. Todo Miami
vibró de furor y todo el andamiaje mediático y los grupos de presión de la
mafia se confabularon para llevar a Guillén al patíbulo. Grupos de la
contrarrevolución cubana, unidos a los contumaces escuálidos venezolanos de la
Organizacion de Venezolanos Perseguidos Politicos en el Exilio (Veppex) e
Independent Venezuelan American Citizens, junto a derechistas de otras
nacionalidades, pedían sangre frente a los cadalzos de opinión levantados en el
restaurate Versailles y alrededor del estadio de los Marlins.
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