¿Podría usted enunciar algunos puntos que deberíamos mantener en mente?
Estados Unidos necesita una revolución cultural.
¿A qué se refiere?
A un cambio en la manera en que entendemos las actitudes, las percepciones y el conocimiento factual. El Tea Party es muy revelador en ese sentido. Somos una sociedad que está constantemente siendo medida por encuestas. Aunque muchas encuestas no aportan mucho, hay otras que muestran cosas importantes. Por ejemplo, hay estudios que muestran que hay gente que está a favor de un gobierno pequeño y menos impuestos.
En términos sociales están a favor de más inversión en educación, en salud, en infraestructura. En eso quizás no sean diferentes que los suizos, pero no quieren gobernantes ni impuestos. ¿Entonces? Es lo que llamamos el “double dip”: mantener dos ideas absolutamente contradictorias en la mente y creer en ambas al mismo tiempo. Esa percepción atraviesa el país.
Hay personas que dicen: “A mí no me importa lo que sucede en este país”. Pero si consideras a quienes participan en las encuestas verás que quieren discutir estos temas. El año pasado estuve en Ciudad de México y de ahí fui a California. Pasé de un país pobre a una de las zonas más ricas del mundo.
En México la Universidad Autónoma de México (Unam), que tiene cien mil estudiantes, es gratuita. No es la mejor del mundo, pero es bastante buena. Mientras tanto en California, el sistema de educación universitaria pública, que era uno de los mejores en el mundo, está siendo destruido y privatizado.
¿Qué pasa cuando México, un país pobre, es capaz de mantener un sistema de educación pública de buena calidad, mientras que California, región muy rica, destruye uno de los mejores sistemas educativos? Pues que te haces mucho daño.
Si no tienes un sistema educativo de alto nivel tampoco tendrás una economía competitiva de alto nivel, porque buena parte del crecimiento económico hoy en día ocurre alrededor de las universidades, donde hay clusters de investigación, conocimiento, innovación y desarrollo como MIT, Harvard, Berkley o Stanford. Hasta cierto punto, el sector privado que crece alrededor de estos clusters es parasitario y se beneficia enormemente de ese conocimiento universitario. De modo que si destruyes el sistema universitario estás poniendo en riesgo el sector económico privado. Pero tienes que hacerlo porque hay que recortar impuestos.
Y mira la ironía: hay estudios económicos que demuestran que los mayores defensores de las reducciones de impuestos en California son aquellos que más se benefician de los subsidios federales.
Volviendo al punto, ¿cuál sería el bosquejo de lo que es necesario hacer?
Un programa educativo masivo dentro de Estados Unidos, el cual condujera a una revolución cultural que haga a la gente entender su circunstancia y la consecuencia de sus acciones, dejando de lado los dogmas y prisiones ideológicas que constriñen la posibilidad de desarrollar políticas sensibles y sensatas.
No hay razones para que Estados Unidos no sea un país líder en el desarrollo de tecnologías verdes y de un modelo de desarrollo sustentable. Tenemos las instalaciones y los recursos que lo permiten sin tener que ir a China a buscar mano de obra barata. Lo contrario consiste en poner parches, que es lo que estamos haciendo.
Estados Unidos necesita una revolución cultural.
¿A qué se refiere?
A un cambio en la manera en que entendemos las actitudes, las percepciones y el conocimiento factual. El Tea Party es muy revelador en ese sentido. Somos una sociedad que está constantemente siendo medida por encuestas. Aunque muchas encuestas no aportan mucho, hay otras que muestran cosas importantes. Por ejemplo, hay estudios que muestran que hay gente que está a favor de un gobierno pequeño y menos impuestos.
En términos sociales están a favor de más inversión en educación, en salud, en infraestructura. En eso quizás no sean diferentes que los suizos, pero no quieren gobernantes ni impuestos. ¿Entonces? Es lo que llamamos el “double dip”: mantener dos ideas absolutamente contradictorias en la mente y creer en ambas al mismo tiempo. Esa percepción atraviesa el país.
Hay personas que dicen: “A mí no me importa lo que sucede en este país”. Pero si consideras a quienes participan en las encuestas verás que quieren discutir estos temas. El año pasado estuve en Ciudad de México y de ahí fui a California. Pasé de un país pobre a una de las zonas más ricas del mundo.
En México la Universidad Autónoma de México (Unam), que tiene cien mil estudiantes, es gratuita. No es la mejor del mundo, pero es bastante buena. Mientras tanto en California, el sistema de educación universitaria pública, que era uno de los mejores en el mundo, está siendo destruido y privatizado.
¿Qué pasa cuando México, un país pobre, es capaz de mantener un sistema de educación pública de buena calidad, mientras que California, región muy rica, destruye uno de los mejores sistemas educativos? Pues que te haces mucho daño.
Si no tienes un sistema educativo de alto nivel tampoco tendrás una economía competitiva de alto nivel, porque buena parte del crecimiento económico hoy en día ocurre alrededor de las universidades, donde hay clusters de investigación, conocimiento, innovación y desarrollo como MIT, Harvard, Berkley o Stanford. Hasta cierto punto, el sector privado que crece alrededor de estos clusters es parasitario y se beneficia enormemente de ese conocimiento universitario. De modo que si destruyes el sistema universitario estás poniendo en riesgo el sector económico privado. Pero tienes que hacerlo porque hay que recortar impuestos.
Y mira la ironía: hay estudios económicos que demuestran que los mayores defensores de las reducciones de impuestos en California son aquellos que más se benefician de los subsidios federales.
Volviendo al punto, ¿cuál sería el bosquejo de lo que es necesario hacer?
Un programa educativo masivo dentro de Estados Unidos, el cual condujera a una revolución cultural que haga a la gente entender su circunstancia y la consecuencia de sus acciones, dejando de lado los dogmas y prisiones ideológicas que constriñen la posibilidad de desarrollar políticas sensibles y sensatas.
No hay razones para que Estados Unidos no sea un país líder en el desarrollo de tecnologías verdes y de un modelo de desarrollo sustentable. Tenemos las instalaciones y los recursos que lo permiten sin tener que ir a China a buscar mano de obra barata. Lo contrario consiste en poner parches, que es lo que estamos haciendo.
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