En marzo de 1995 fueron detenidos los terroristas de origen cubano Santos Armando Martínez Rueda y Jorge Enrique Ramírez Oro, residentes en Miami, que habían entrado a Cuba con pasaportes falsos como supuestos turistas costarricenses, con la misión de hacer estallar una carga explosiva en un hotel. Antes habían estado en la provincia de Las Tunas, con el objetivo de introducir 51 libras de explosivo C-4. Habían sido reclutados, entrenados, abastecidos y pagados por la Fundación Nacional Cubano Americana. En mayo, desde una lancha rápida agredieron el Hotel Guitart-Cayo Coco, con el objetivo de crear un clima de inseguridad entre los turistas que visitaban la Isla. El propósito final era afectar el turismo, uno de los renglones más importantes de la economía cubana.
En los próximos tres años el gobierno estadounidense puso en práctica otros mecanismos para agudizar más aún la crítica situación económica en que se debatía la Revolución. La Ley Helms-Burton (marzo de 1996), el Programa para la Transición en Cuba (1997) y la Enmienda Graham (1998), trajeron más privaciones materiales, lo que afectó sensiblemente el nivel de vida de la población, que ya venía deteriorándose desde el comienzo de la crisis en Europa del Este.
El 9 de enero de 1996, dos avionetas procedentes de Estados Unidos sobrevolaron las provincias habaneras y dejaron caer octavillas de carácter subversivo. El hecho se lo atribuyó el contrarrevolucionario y agente de la CIA, José Basulto, cabecilla de “Hermanos al Rescate”, en declaraciones hechas por el canal 23 de la televisión de Miami en el aeropuerto de Opalocka. En esa ocasión anunció que continuarían realizando incursiones similares.
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