El necio y Rabo de nube se escucharon en la voz y la guitarra de Silvio Rodríguez en 1991 ante el plenario del Cuarto Congreso del Partido, que sesionaba en el Teatro Heredia de Santiago de Cuba. Luego, en alguna entrevista, Silvio explicó las razones de una selección que a algunos pudo parecer extraña. “Una canción de reafirmación y otra de crítica”, dijo el autor de Ojalá en una frase que ahora recuerdo de memoria.
Comenzaban las restricciones del durísimo “Período Especial” y la declaración de principios que implicaba “seguir jugando a lo perdido”, en una resistencia que aún tenía por delante las más duras pruebas, fue acogida tras su interpretación con uno de los más emocionados abrazos que he visto dar a Fidel.
La metáfora del poeta sintetiza como pocas las expectativas de los cubanos en que el proceso que ahora comienza “se llevara lo feo y nos dejara el querube”. Cada militante del Partido, cada hombre y mujer humilde de nuestro pueblo, es también de alguna manera ese “necio” que se ha ganado el derecho con su resistencia a “hacer un Congreso del Unido” en que sus opiniones ayuden a construir el futuro del país que queremos.
Muchos vimos en aquel abrazo de Silvio y Fidel renovarse un pacto entre la historia y la poesía que estuvo ya en los versos de La Bayamesa, con que los cubanos se fueron a la manigua a conquistar la justicia y la independencia. El “rabo de nube” que ahora se desata también tiene esas metas, de la sabiduría y la honestidad con que lo acompañemos dependerá que cuando escampe “parezca nuestra esperanza”.
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