viernes, 22 de abril de 2011

Crimen en Lisboa

A 35 años de un crimen en Lisboa

22 Abril 2011⁠ ​


El 21 de abril de 1976, terroristas atentan contra la residencia del Cónsul cubano en Lima, Perú. Al día siguiente el 22 de abril, alrededor de las cuatro y cuarenta de la tarde, cuando los hijos de los funcionarios cubanos estaban a punto de regresar de la escuela, se produjo la explosión de una bomba de alto poder destructivo en la Embajada de Cuba en Lisboa, donde murieron los funcionarios Adriana Corcho Calleja y Efrén Monteagudo Rodríguez

Por Pedro Etcheverry Vázquez y José Luis Méndez Méndez

A partir de abril de 1974, después que el terrorista Orlando Bosch Ávila se “fugó” del territorio de Estados Unidos con la anuencia de sus autoridades, los actos terroristas contra las representaciones cubanas en el exterior se incrementaron. Era el primer año de los llamados Años del Terror, que entre 1974 y 1976 incrementaron la espiral de las agresiones contra Cuba. En total en esos años se ejecutaron 165 actos de terror contra representaciones y personal cubano en 24 países.

El 20 de enero de 1976 asumió funciones como director de la CIA George H. W. Bush, quien como oficial de caso en esa Agencia había participado en planes contra Cuba durante los años sesenta. A partir de entonces, mientras los grupos terroristas de Miami fortalecían sus relaciones con el Clan de los Bush, incrementaron sus agresiones contra los intereses de Cuba en el exterior.

Desde noviembre de 1975, Cuba había decidido acceder solidariamente al pedido de Angola, que tras una larga lucha contra el colonialismo portugués había alcanzado su independencia y trataba de consolidarla. Se enfrentaba a los ataques de fuerzas enemigas y la invasión de Sudáfrica a su territorio. Este gesto legítimo había sido esgrimido como pretexto por la administración republicana de Gerald R. Ford para interrumpir las rondas de conversaciones que se realizaban entre representativos de Cuba y Estados Unidos, para distender las relaciones. A partir de ese momento los grupos terroristas de origen cubano basificados en la Florida, recibieron luz verde para actuar en la llamada Guerra por los Caminos del Mundo, proyecto dirigido a agredir y amedrentar a los representantes de Cuba en el mundo.

Se sucedieron e incrementaron los actos de terror. El 13 de agosto de 1975, el Embajador de Cuba en Argentina, Emilio Aragonés Navarro había sido víctima de un atentado terrorista; el 17 de noviembre de ese año una bomba estalló en la Embajada de Cuba en Venezuela; el 28 nuevamente una carta bomba fue enviada a la misma sede diplomática en Caracas, y el mismo día un artefacto explosivo destruyó el auto oficial del Embajador de Cuba en México.

El 21 de abril de 1976, terroristas atentan contra la residencia del Cónsul cubano en Lima, Perú. Al día siguiente el 22 de abril, alrededor de las cuatro y cuarenta de la tarde, cuando los hijos de los funcionarios cubanos estaban a punto de regresar de la escuela, se produjo la explosión de una bomba de alto poder destructivo en la Embajada de Cuba en Lisboa, donde murieron los funcionarios Adriana Corcho Calleja y Efrén Monteagudo Rodríguez, de 35 y 33 años respectivamente. La terrible explosión también ocasionó heridas al compañero Alberto Álvarez Alfonso.

El artefacto había sido colocado en la escalera, junto a la puerta de uno de los apartamentos que ocupaba la sede diplomática en el sexto piso del inmueble. Adriana detectó la presencia de la carga explosiva y comprendiendo el peligro que se cernía sobre sus compañeros los alertó y se lanzó al interior para tomar las medidas de seguridad pertinentes, pero la sorprendió el estallido. Los dos pisos que ocupaba la representación cubana sufrieron grandes destrozos y varios apartamentos colindantes también recibieron daños de consideración.

La elección por terroristas de la sede diplomática cubana en la capital de Portugal para dinamitarla no fue casual, se hizo con toda intensión y premeditación para tratar de atemorizar a las autoridades cubanas por la presencia internacionalista en Angola y el decidido apoyo dado por Cuba a la causa independentista de otras colonias portuguesas en África.

Este pretexto sería utilizado el 11 de junio de ese año para la creación del engendro criminal de la llamada Coordinación de Organización Revolucionarias Unidas, CORU, plan terrorista que se encargaría de ejecutar decenas de otros actos de terror como el realizado en Lisboa hace hoy 35 años y que lejos de amilanar a la diplomacia cubana, sus funcionarios enardecidos ante el crimen siguieron siendo consecuentes en el cumplimiento de sus funciones.

El 8 de abril de 2011 un jurado norteamericano en la corte de El Paso, Texas, exoneró de los cargos en su contra por mentiroso y desestimó las decenas de evidencias presentadas y demostradas durante más de trece semanas que duraron las vistas sobre el accionar terrorista de Luis Posada Carriles, que exhibe  una irrepetible hoja de vida delictiva de más de medio siglo.

Mientras el gestor de la CORU, Orlando Bosch Ávila, vive plácidamente como ciudadano honorable en Miami después de haber sido indultado por su otrora jefe en la CIA, George H. W. Bush, entonces como Presidente de Estados Unidos, incluso en contra del parecer del Departamento de Justicia, que estimó que Bosch era un terrorista y amenazaba la seguridad nacional de ese país por tal condición.

Este es el rasero que se emplea cuando se trata de sus terroristas y se convierte en retórica pura la declaración de George W. Bush, quien como presidente dijo desatar una cruzada contra el terrorismo en el mundo después de los horribles actos de terror ocurridos el 11 de septiembre de 2001, próximos a cumplir su primera década. Entonces Bush sentenció: “Desde hoy todo país que continúe dando refugio o apoyo al terrorismo, será considerado por Estados Unidos un régimen hostil…”

Mientras tanto, desde septiembre de 1998 las autoridades de ese país mantienen injustamente encarcelados a Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert, Antonio Guerrero Rodríguez y Fernando González Llort, cinco patriotas cubanos, genuinos luchadores antiterroristas, que a riesgo de sus propias vidas contribuyeron a preservar no solo la seguridad de Cuba, sino también la de Estados Unidos.

Hoy 22 de abril se cumplen 35 años del acto terrorista realizado contra la Embajada de Cuba en Lisboa. Como consecuencia, dos familias cubanas quedaron enlutadas para siempre. Ese día, en un humilde hogar en La Habana tres niños lloraron la muerte de su madre, la joven Adriana.  En otra casa de familia sucedía algo similar, cuando dos niñas conocían la pérdida irreparable de su padre Efrén. El día de hoy no pasará por alto para esas familias. Ni para nuestro pueblo.

Adriana y Efrén pasaron al sitial que el pueblo de Cuba tiene destinado a sus mejores hijos, a sus héroes eternos y en la memoria histórica de las pasadas, presentes y futuras generaciones este crimen terrorista estará presente y será condenado como tanto otros cometidos, muchos de ellos aún impunes, que han provocado más de cinco mil víctimas entre muertos y heridos, incluyendo ancianos, mujeres, jóvenes, adolescentes y niños

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