jueves, 7 de abril de 2011

Noam Chomsky responde , 2 de 10

Esperanzas latinoamericanas

 Usted ha señalado que América Latina ha desafiado la hegemonía de Estados Unidos y las instituciones financieras globales que han demorado el avance democrático en la región. En pocas palabras, los latinoamericanos, según sus palabras, nos encontramos en una suerte de momento postneoliberal. ¿Por qué cree usted que el futuro puede forjarse en América Latina?
No creo que América Latina sea la utopía. Lo que digo es que ha comenzado a emerger de una historia muy dura hacia un estadio en el que tiene algunas posibilidades. Eso no la vuelve la utopía. En los últimos 200 años, América Latina ha tratado muchas veces de salir adelante pero no ha podido debido particularmente a dos problemas. Primero por la falta de integración que separa a los países, porque incluso el sistema vial es diferente entre unos y otros. También porque los países han estado orientados hacia poderes imperiales casi en todo sentido, desde los bancos en los que la gente invierte su dinero hasta las universidades adonde envía a sus hijos.
Ese complejo se está superando y se han adoptado pasos ciertos hacia la integración. El último ejemplo es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en febrero de 2010, con todos los países de América, excepto Estados Unidos y Canadá, un proyecto simbólicamente significativo y potencialmente importante.
Si esa organización adquiere algunas funciones reales en la integración, será comparable a otras iniciativas como Unasur, el Banco del Sur o Mercosur…A mis ojos, la integración es un prerrequisito para la independencia.
El segundo problema es interno. Todos los países de América Latina tienen una estructura social horrenda en la cual hay un pequeño sector de la población, mayoritariamente blanco, que es extremadamente rico y está rodeado de una enorme miseria. Eso no ha sido solucionado pero al menos ahora es tenido en cuenta. Los programas sociales de Lula no son la solución, pero son un avance.
Lo mismo sucede con las misiones en Venezuela. El tercer punto es el surgimiento de los movimientos indígenas. Sabemos que esos movimientos son un arma de doble filo. Por ejemplo en Ecuador, donde los indígenas preguntan por qué deben renunciar a su forma de vida para que los conductores puedan congestionar las calles de Nueva York, o en Colombia, donde los campesinos e indígenas se preguntan por qué deben sacrificar sus habitats por la minería. Aunque tiendo a simpatizar con esas preguntas, sé que no son cuestiones triviales. Un país tiene recursos y debe poder usarlos.
 El problema es cómo conseguir que se usen en beneficio de la población, tratando de generar la menor destrucción posible del medio ambiente y evitando que los beneficios vayan exclusivamente a los inversionistas internacionales o a los ricos locales.
Al menos estos problemas se están abordando de una manera diferente que en el pasado, cuando cada vez que alguien reclamaba era aplastado. Otro elemento fundamental es que hay una relación sur-sur que antes no existía. Como prueba, China es hoy uno de los mayores inversionistas en la región, superando, en lugares ricos en recursos, a Estados Unidos. Si examinas en retrospectiva la política exterior de Estados Unidos, verás que el control de América Latina ha sido casi un dogma.
En el Consejo de Relaciones Exteriores se creía que si no se controlaba América Latina no se podía controlar al mundo. Bueno, ya no la controlan. El ejemplo más notorio es Brasil. Brasil y Turquía, otro país que ha escapado del control norteamericano, se aliaron para negociar un trato con Irán alrededor del tema nuclear. Obama lo vio con reticencia, pero aun así lo hicieron. Esto pasa en otras partes porque el control mundial está declinando y América Latina es una pieza de importancia. Eso le abre a la región posibilidades que antes no tenía. Cómo manejará esas posibilidades, aun no está claro.

No hay comentarios.: