Adán Salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.info)
Así,
se sobreproduce, es decir, se fabrica mucho más de lo que realmente la
sociedad puede consumir. Además, ese aumento de la producción, la
sobreproducción, se pretende hacer no a la par del número de obreros
empleados, sino que la tendencia es ir eliminando puestos de trabajo al
ir incorporando el know how (la habilidad del obrero para fabricar una
mercancía, digamos su talento creativo) en los instrumentos de trabajo
(la maquinaria empleada), así como incrementar sobremanera la capacidad
de fabricación de éstos, la cual, con la incorporación de procesos
computarizados que la han automatizado o semiautomatizado, en efecto, ha
logrado elevar considerablemente el número de productos manufacturados
por hora o día laboral.
La contraparte, como
señalo, es que los obreros activos han ido disminuyendo tanto en número,
así como en su participación dentro de los procesos de trabajo, a grado
tal que muchas veces, su función es casi de simple vigilancia, cuidando
que todo el procedimiento se efectúe adecuadamente, lo cual no quiere
decir que su participación no sea vital, pues siguen siendo la parte de
la composición del capital (capital variable) gracias a la cual las
empresas obtienen una ganancia (plusvalía, o sea, el trabajo no pagado).
Esa
tendencia siempre ha sido así, no es nueva. La razón es que la tasa de
ganancia tiende a disminuir inexorablemente con el tiempo, y el
capitalismo trata de contrarrestar esa inercia tratando de abaratar los
factores de la producción, sobre todo aquéllos en los que tiene,
digamos, control. Sin embargo, dicho control no puede ejercerse en todos
los factores que intervienen en el proceso de fabricación. Los
instrumentos de trabajo, o sea, la maquinaria empleada (sean manuales,
automatizadas o incluso los robots), son algo que tiende a encarecerse,
dado que se le ha ido incorporando el know how, como menciono arriba,
así que cada vez requieren de mayor sofisticación para realizar todas
las tareas a las que se dedicarán. Eso implica que los costos de
adquisición crecerán y como dichos costos se transfieren al costo del
producto elaborado, su precio se incrementará.
En
cuanto a las materias primas, tampoco hay un control, pues por la
interrelación capitalista que establecen las empresas, no depende de las
que requieren dichas materias primas la fijación del precio,
principalmente porque se debe de tener en cuenta que no todas las
materias primas en la actualidad son productos sin elaborar, o sea, que
se trate de materiales naturales. En la tendencia actual, podemos decir
que las materias primas, la gran mayoría, ya son semielaboradas o
completamente elaboradas, y sólo requieren de su colocación en el
producto fabricado. Por ejemplo, un auto requeriría de materias “primas”
tales como tableros completos, llantas, refacciones, molduras… en fin,
que la división capitalista del trabajo ha contribuido al, digamos,
repartimiento de tareas, pues originalmente se tenía contemplado que la
especialización de procedimientos aumentaría la productividad, como en
efecto sucedió, pero que también lograría que bajaran los costos, lo
cual, en efecto, por algún tiempo así sucedió (en su momento, por
ejemplo, Henry Ford, quien fue el primero en aplicar el concepto de
armado en serie en sus autos, logró bajar el precio del Ford modelo T en
el año de 1913, cuando comenzó la especialización de tareas, de 950 a
290 dólares, es decir, a menos de un tercio del precio original).
Sin
embargo, como ya señalé, la sofisticación tanto de la maquinaria, para
incorporarle la mayoría de las tareas que antiguamente hacían los
obreros, así como el incremento del valor de las materias “primas”, han
encarecido los procesos de fabricación, y con ellos el costo final del
producto manufacturado también se ha incrementado, especialmente en
aquéllos muy elaborados, como los automóviles, por ejemplo, además de
que ciertas exigencias de mayor seguridad, mayor eficiencia automotriz,
computarización de sus equipos… también han contribuido a encarecerlos.
Y
la “solución” aplicada ha sido, primero, buscar zonas salariales más
bajas, como lo que ha sucedido con China, que actualmente es el paraíso
de la fabricación, por los sueldos miserables que perciben la mayoría de
sus dóciles obreros. Sin embargo, dicha tendencia está llegando a un
agotamiento, dado que la participación de tales obreros es marginal, así
que su contribución para contrarrestar la disminución de la ganancia
está llegando a su límite. Además, por los costos de transportación, que
tienden a subir con el tiempo, para muchas empresas ya no implica una
ventaja la fabricación de sus productos en China, aún con los miserables
salarios, pues a veces el pago del transporte es más costoso que si el
producto se hubiera fabricado en Estados Unidos (además de que muchas
veces lotes completos salen defectuosos, ya sea porque se emplearon
materiales de menor calidad o hubo mal control de calidad -nada raro en
los chinos-, por lo que se deben de maquilar nuevamente, subiendo aún
más los costos).
Así que una tendencia en ese
país, Estados Unidos, y en muchos otros, ha sido la de seguir
manufacturando en el lugar, pero buscando la relación que menciono
arriba: fabricar más, con menos obreros y pagándoles salarios estancados
o disminuidos. Eso explica que por más “remedios” que busquen Barack
Obama y sus tecnócratas para disminuir la tasa de desempleo, esto no se
traduzca así en la práctica.
De acuerdo con el
Departamento del Trabajo estadounidense, actualmente hay 28 millones de
estadounidenses desempleados, incluyendo los que trabajan en empleos de
medio tiempo, pero que quisieran uno de tiempo completo, porque no
alcanzan a cubrir sus necesidades, o los 10 millones que de plano ya se
cansaron de buscar trabajo. Esta situación se explica en buena medida
por la tendencia que arriba menciono, como veremos (y otro factor es que
de todos modos el capitalismo adolece permanentemente de desempleo
crónico, ya que el contar con trabajadores desempleados, abarata los
sueldos de los activos, pues aquéllos son una presión, un exceso de
oferta que baja el costo de la mano de obra. Keynes sostenía que aún en
los periodos de llamado pleno empleo, o sea, de prosperidad, siempre
debía de haber un mínimo de 2% de desempleados, para que las empresas no
se estuvieran peleando por las contrataciones. Pero para buena suerte
del capitalismo salvaje, siempre han sido mayores las tasas de desempleo
a ese mínimo).
En varios sectores
industriales, el aumento en la productividad ha tendido a reducir
bastante la creación de empleos. Además, dicha tendencia ha ido
acompañada de un desigual aumento en los ingresos de los trabajadores,
pues la gran mayoría de salarios percibidos no está acorde con el
aumento de la producción. Eso se explica porque al aumentar la
producción mediante la introducción de maquinaria más sofisticada, por
un lado, los obreros empleados no necesitan estar muy preparados para
manipularlas, ya que los procedimientos automatizados y computarizados
pueden aprenderse en poco tiempo, así que tal aumento de la
productividad no se ha dado porque los obreros sepan más, son las
máquinas las que saben más, así que si un trabajador falla, es
fácilmente reemplazable, pues se trata de obreros en su mayoría poco
calificados o totalmente descalificados. Por lo mismo, perciben salarios
bajos, no tienen necesidad las empresas de pagar sueldos elevados,
excepto en lel reducido porcentaje de trabajadores altamente
calificados, como los investigadores o los ingenieros que se encargan de
hallar nuevos materiales, nuevos productos y nuevos procedimientos
productivos, como más adelante explico.
Por
otro lado, al producir más con máquinas más sofisticadas, pero con menos
obreros, por el desempleo resultante, los salarios tienden a bajar, ya
que habrá más solicitantes para un cada vez menor número de puestos de
trabajo, así que las empresas se darán el lujo de bajar los salarios,
dado que hay mucha demanda laboral para tan pocos puestos.
Claro
que para todo lo que menciono, el economicismo ha planteado supuestas
“salidas”. Se plantea, por ejemplo, que mientras en unos sectores se
reducen los empleos por el aumento de la productividad, habrá otros de
nueva creación que tenderán a absorber a los desempleados. Un
interesante mapa interactivo sobre el crecimiento de las tasas de
desempleo (ver:
http://www.latoyaegwuekwe.com/geographyofarecession.html) muestra cómo
en la mayor parte de ese país la tasa actual de desempleo, 9.1%, impera,
y en muy pocos sitios existen tasas menores o mucho muy bajas. Si, como
mantienen los defensores del aumento de la productividad, que ésta crea
empleos indirectos, si eso fuera cierto, no estaría la alta tasa de
desempleo del 9.1% presente en casi la totalidad de Estados Unidos.
En
efecto, han surgido nuevos sectores tecnológicos, pero desde mi punto
de vista su contribución a la creación de empleos es marginal.
Analizaré algunas cifras que demuestran lo que arriba menciono.
Ciertos
sectores industriales importantes de Estados Unidos han ido empleando
cada vez menos trabajadores, pero en cambio incrementando su
productividad. Menciono a continuación algunos de ellos, para los cuales
se ha tomado como referencia el año de 1980. Por otro lado, como
también discuto arriba, aunque se ha tendido a incrementar los salarios
también desde dicho año, sólo algunos lo han hecho digamos que
proporcionalmente al aumento de la explotación a la que someten
actualmente a sus empleados:
La industria
química emplea actualmente 29.36% menos trabajadores que en 1980 y ha
aumentado los salarios en 62.39%. Esto se explica, como ya dije, porque
siendo una industria básica, muchos de sus trabajadores conservan varias
habilidades que aún no han sido transferidas del todo a los
instrumentos de trabajo empleados (por ejemplo, un ingeniero químico,
empleado como investigador para hallar nuevos compuestos y sustancias
que mejoren los procesos industriales, tendrá que estar bien pagado).
La
agricultura emplea actualmente 7.69% menos empleados que en 1980. Sin
embargo, los salarios apenas si han subido 1.88% desde entonces. Esto
quiere decir que el aumento de la productividad se ha dado más por el
uso intensivo de agromaquinaria más eficiente, que por el empleo de
trabajadores. La agricultura en ese país es altamente mecanizada y por
ello se emplean cada vez menos trabajadores. Tómese en cuenta, además,
que buena parte de las labores son hechas por trabajadores inmigrantes,
la mayoría ilegales, y se comprenderá el por qué de los raquíticos
incrementos salariales.
La industria de la
confección emplea actualmente 87.59% menos gente que en 1980 y ha
incrementado los salarios 33.27%. Claro, esa tendencia se explica porque
buena parte de los empleos en ese sector se han ido a países con bajos
salarios, como China. Pero además la incorporación de máquinas
automatizadas y computarizadas, ha ido reduciendo la demanda de obreros.
De todos modos, el que hayan aumentado poco más del 33% los salarios,
implica que muchos de esos obreros poseen aún un nivel de
especialización que no se ha incorporado a la maquinaria (en muchos
procesos, son aún vitales las costureras que ensamblan manualmente
algunas prendas).
La industria de la
fabricación de maquinaria emplea desde 1980 a 52.69% menos trabajadores,
en tanto que los salarios apenas han subido 11.77%, a pesar de que en
ese sector se han aplicado muchos procesos más eficientes, que han
incrementado la productividad, o sea, cada trabajador produce más que
desde ese año, pero no gana un salario en la misma proporción, como
explico arriba. También se debe, como ya dije, a que se emplean
mayoritariamente obreros poco calificados, que ganan bajos salarios.
La
industria textilera también ha bajado dramáticamente el empleo de
obreros, pues desde 1980 ha reducido 86.07% los obreros empleados.
También aquí se emplean actualmente métodos que han incrementado por
mucho la producción, sin embargo los salarios apenas si se han
incrementado en 13.6%. Máquinas operadas casi por completo por
computadoras, producen millones de metros de tela e hilos por año con
menos personal, claro, poco calificado casi todo.
La
industria mueblera también emplea actualmente 23,86% menos empleados y
sólo han incrementado sus salarios los obreros en 6.54%, bastante
raquítico. Otra industria que también ha incorporado maquinaria más
sofisticada para la producción y obreros descalificados, pero además
muchos de los diseños de los muebles modernos emplean materiales, como
el plástico, que no requieren de procesos manuales y son transformados
enteramente sólo por maquinaria, como los métodos de inyección que
fabrican sillas de plástico de una sola pieza.
La
fabricación del papel, también emplea a 43.08% menos empleados y les
paga apenas 15.48% más a los que están trabajando actualmente. Es otra
industria en que el empleo de máquinas computarizadas y procedimientos
químicos más eficientes han logrado elevar dramáticamente la producción
con obreros descalificados.
La refinación del
petróleo y del carbón, industrias tan estratégicas actualmente emplean, a
pesar de su importancia, 75.92% menos empleados, aunque en este caso,
los activos perciben 62.83% más salario que desde 1980. Aquí también es
porque los cambios tecnológicos han requerido de más investigación, así
que buena parte de los trabajadores en esa industria son muy
experimentados, como ingenieros químicos o petroleros u otros
profesionistas que han logrado descubrir e implementar mejores
tecnologías aplicadas a la obtención de tantos derivados del petróleo
que actualmente se requieren. Eso ha sucedido incluso con el carbón, el
cual se ha buscado que sea menos contaminante, al aplicar procedimientos
químicos que han logrado licuificarlo o convertirlo en gas (aunque esto
apenas si ha reducido las emisiones contaminantes que ese combustible
fósil produce, como bióxido de carbono o azufre, entre otros dañinos
gases y sustancias).
La fabricación de
plásticos y de caucho emplea hoy 15.82% menos gente que desde 1980 y la
paga apenas si se ha incrementado en 6.96%. En este caso, no se ha
incrementado tanto la productividad en relación al año 1980, pues los
métodos de producción de plástico o de caucho no han variado tanto y la
importancia de los obreros en activo es vital aún.
Por
último, la industria de los electrodomésticos también ha elevado
dramáticamente su productividad, empleando hoy a 83.25% menos obreros y
ha subido apenas los salarios 17.3%. También aquí son máquinas más
sofisticadas las que han incrementado bastante la manufactura de
productos eléctricos para el hogar, y los obreros en su mayoría sólo
realizan labores repetitivas de baja habilidad, como simplemente el
alimentar a una máquina del material necesario para que produzca, por
ejemplo, una pieza plástica o una metálica. Pero además es una de las
industrias en que millones de empleos han sido desplazados a sitios como
China (blue collar jobs), como señalo arriba, con salarios de hambre y
materias primas más baratas y por ello los trabajadores estadounidenses
empleados son un mínimo en relación a 1980 8 (y como también señalo
antes, la exportación de empleos a China y a otras zonas maquiladoras de
salarios bajos y materias primas baratas ha contribuido a la
desindustrialización y pérdida de empleos que padece Estados Unidos de
unos años para acá).
Como discuto arriba, todo
ello ha llevado a una fuerte disminución en los empleos, aunque muchos
investigadores se ufanan de que se han creado nuevas industrias y
labores que supuestamente tienden a sustituir a los empleos
tradicionales. Sin embargo, esas nuevas labores tienen poca influencia
real en el número de plazas laborales que crean, tratándose la mayoría
de plantas que emplean a menos de 2000 personas, siendo la mayoría de
apenas 500 empleados y eso sólo en algunas zonas de Estados Unidos. Ya
comenté que un plano laboral demuestra que el desempleo de 9.1%
prevalece en la mayor parte de ese país y tienden a crecer sus zonas de
influencia, sobre todo porque la crisis tiende a profundizarse en estos
momentos.
Algunas de las llamadas “nuevas
industrias” que se han establecido en ciertas regiones de Estados
Unidos, lo han hecho porque son lugares de marcada pobreza y marginación
social, en donde es posible pagar salarios bajos (sería el equivalente a
tener una China en casa). Se han establecido a lo largo del cinturón
industrial marcado por la carretera interestatal 85, la cual cruza
estados como Alabama, Georgia, Carolina del Sur y del Norte y Virginia
que cuentan con zonas urbanas y/o rurales marcadamente pauperizadas
(recomiendo que vean la cinta estadounidense “Winter bones”, de la
directora Debra Granik, que es una mirada a la población pobre
estadounidense que vive en las zonas rurales, como no tienen ni qué
comer y deben de ligarse a las actividades de narcotraficantes que
establecen laboratorios allí. Les doy la referencia:
http://www.imdb.com/title/tt1399683/).
Sin
embargo, dichas empresas son plantas industriales de apenas 2000 o menos
personas. Las siguientes, son algunos ejemplos: Hyundai Motor of
America, establecida en Montgomery, Alabama, fabricante coreano de
autos, que apenas emplea 2000 personas. Firstmark Aerospace, establecida
en Creedmoor, Carolina del Norte, pequeña empresa que fabrica partes y
equipos para la aviación, apenas emplea 65 personas, pues usa
sofisticado equipo que no requiere muchos obreros. Comatrol, establecida
en Easley, Carolina del Sur, es una empresa que diseña herramientas
para equipos hidráulicos, y apenas emplea 200 personas. Kemet, compañía
que fabrica capacitores para equipos electrónicos, desde celulares,
hasta computadoras e instrumentos de navegación, sólo da empleo a 500
obreros. Atlas Lightning Products, establecida en Carolina del Norte,
fabrica equipos de iluminación más eficientes que los convencionales,
pero sólo da trabajo a 100 personas. Hartness International, establecida
en Greenville, Carolina del Sur, es una empresa líder en la fabricación
de empaques y envases para la industria refresquera, pero apenas emplea
a 500 personas. Wabted, establecida en Duncan, Carolina del Sur, es una
empresa que fabrica equipos para ferrocarriles, desde los frenos, los
acopladores, hasta los conectores que toman la corriente de las vías
para que puedan moverse los trenes, pero apenas emplea a 325 personas
(regularmente sólo emplea a 200 obreros, pero recientemente un gran
pedido de piezas para el metro neoyorquino le hizo contratar a los 125
extras, como se ve, no gran cosa). Por último, un ejemplo más que
demuestra que las nuevas industrias no crean demasiados empleos es el de
Centurion Medical Products, que fabrica equipos médicos para cirugías y
apenas si da empleo a 120 personas.
Así que,
como puede verse, no es tan alentador que, según el principio que
establece que mientras el aumento de la productividad destruye empleos
por un lado, por otro, crea más, de nueva categoría, las nuevas
empresas, en efecto, crean trabajos, pero no en el nivel requerido. Si
así fuera, el desempleo actual tan elevado, habría sido mitigado desde
años atrás (de hecho, la tendencia de desocupar gente al aumentar la
productividad, se da en todos los países. Por ejemplo, cifras recientes
para México indican que desde el año 2003, mientras que la producción
industrial creció 18.7%, los trabajadores ocupados disminuyeron 2.5%, al
igual que sus salarios, que ni siquiera aumentaron ligeramente, como
sucede en Estados Unidos, sino, al contrario, se contrajeron 3.7%. Es la
contradictoria realidad del capitalismo salvaje, emplear menos gente
con el tiempo, pero fabricar más, ¡lo que exige muchos más consumidores!
Esto, ¡¿cómo!?, con tanto desempleo).
Además,
si así fuera, que el aumento de la productividad no desemplea, ni
habría la altísima tasa de desempleo mencionada, que ha rebasado incluso
las de otras recesiones y crisis económicas recientes, como la de 1990 o
la del 2000, ni tampoco, en un desesperado esfuerzo, ahora por rescatar
a tantos millones de desempleados, Barack Obama habría lanzado hace
unas semanas su “ambicioso” plan de invertir 447,000 millones de dólares
para tratar de revertir tan grave problema, que si se deja al azar, ya
muchos analistas han advertido que se incrementaran las recientes
protestas sociales que se han dado en los meses y semanas recientes, en
poco tiempo se podrían estar iniciando profundas crisis de masificación
de protestas y descontento social que culminarían con violentos
estallidos sociales, comparables, quizá, a lo que ha sucedido en los
países árabes, como Egipto, o en países europeos, como España (ver en
este mismo blog mi artículo “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo
Estados Unidos está quebrando”).
Al momento de
escribir estas líneas, por ejemplo, hay una protesta justamente en el
corazón financiero de Estados Unidos, nada menos que en Wall Street, en
donde cientos de jóvenes, convocados a través de las redes sociales
están protestando en contra de los barones del dinero, de los que dicen,
han robado su presente y están robando su futuro, empobreciendo cada
vez más no sólo a los que ya son de por sí pobres, 46 millones de
estadounidenses, sino a la cada vez menos abundante clase media. Dicho
movimiento, bautizado con el nombre “Ocupa Wall Street”, ha recibido un
gran apoyo por parte de personalidades y agrupaciones de todo el mundo.
El cineasta Michael Moore y el lingüista Noam Chomsky han asistido y
ofrecido su solidaridad con los jóvenes manifestantes, pues el algo que
nunca antes había ocurrido.
Ante eso, de
todos modos el capitalismo salvaje, en su afán de mostrar sus
“bondades”, sigue manipulando las estadísticas a su favor, con la ayuda
de inescrupulosos economistas y centros de pensamiento (think tanks),
con tal de continuarse presentando como la “única” alternativa viable”,
la que, sin embargo, desde hace mucho tiempo ha demostrado ya no serlo.
1 comentario:
Digno de resaltar: " de todos modos el capitalismo salvaje, en su afán de mostrar sus “bondades”, sigue manipulando las estadísticas a su favor, con la ayuda de inescrupulosos economistas y centros de pensamiento (think tanks), con tal de continuarse presentando como la “única” alternativa viable”, la que, sin embargo, desde hace mucho tiempo ha demostrado ya no serlo."
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