MANIFIESTO DE LA UNIÓN NACIONAL ESTUDIANTIL
UNE CHILE
Un sentimiento creciente de indignación recorre cada puesto de trabajo, cada barrio, liceo y universidad de nuestro país. Los problemas sociales se agudizan y los desafíos del pueblo chileno crecen y agigantan como nunca antes.
La inestabilidad y los abusos laborales acompañados de sueldos miserables para la gran mayoría; la cesantía crónica que azota duramente a muchas familias chilenas; el angustiante sobre-endeudamiento en casas comerciales y financieras, la inseguridad social, las alzas en los precios de los alimentos y el transporte, la discriminación social, sexual y racial; el deplorable estado de la salud pública, la dificultad por acceder y mantener una vivienda digna y duradera, la contaminación ambiental, entre otros graves problemas, son el crudo reflejo de que Chile es hoy uno de los países con las mayores desigualdades sociales y económicas de todo el mundo.
Y junto a todo esto, en pleno siglo XXI, el sistema educacional chileno sigue estando al servicio de una minoría. Hoy de manera descarada la élite política y el empresariado han buscado que la educación sea un negocio y proyectada por lo tanto, como una vulgar mercancía. Una educación entregada y valorada de acuerdo a las leyes de la oferta y la demanda, donde los buenos resultados se miden en relación a la producción de ganancias, ya sea como dinero para reinvertir o como capital humano disponible y barato para el precario mercado laboral. Una educación que para acceder a ella se requiera de grandes tasas de endeudamiento; que para organizarla y administrarla se deba acudir a estilos de gestión empresarial; pero por sobretodo, una educación que como cualquier otra mercancía eluda o desconozca los fines netamente colectivos, sociales o culturales con los países y el pueblo.
Los resultados de esta nefasta política ha sido, por una parte, que la educación haya perdido su carácter público de desarrollarse en función y relación directa a las necesidades del pueblo y el progreso general del país; y por otra, ha significado que generaciones completas de estudiantes y futuros profesionales tengan hipotecado su futuro por el extendido y profundo endeudamiento que poseen. Por otra parte, sabemos que el movimiento estudiantil ha tenido grados de responsabilidad en todo esto, y debemos reconocer que por décadas ha sufrido una serie de falencias: ha estado recluido en demandas o reivindicaciones netamente sectoriales o gremiales; las organizaciones y dirigencias, ya sean locales, regionales o nacionales, muchas veces no han sido representativas de los anhelos y los intereses que los estudiantes han levantado; las veces que ha luchado de manera significativa a nivel nacional, todo el movimiento ha debido enfrentar la centralización y la cooptación desde el gobierno por un lado, y la fragmentación de las organizaciones de base por otra, lo que ha terminado por lo general en desmovilización, desgaste o estancamiento, con la consiguiente desmotivación o frustración de gran parte de los estudiantes. Si sumamos a ello que hasta ahora no ha existido un horizonte de demandas y lucha claro y común, podremos decir que lo que hasta aquí hemos reconocido como dificultades para el pueblo, para la educación y para el propio movimiento estudiantil, también ha sido fruto de las propias incapacidades que como estudiantes organizados hemos tenido.
A pesar de ello, al parecer hoy vemos que todo esto está cambiando favorablemente. El paupérrimo escenario de dificultades del pueblo es enfrentado o encarado cada vez con más movilizaciones, huelgas o protestas; el sentido que hoy posee la educación está entrando en una acelerada crisis, lo que ha significado que amplios sectores sociales lo cuestionen cada vez más, y por último, las movilizaciones de estos últimos meses, han hecho que las bases estudiantiles se reactiven, se comience a articular un discurso común, y con todo ello, se busqué seriamente superar las demandas y horizontes de lucha y las formas anteriores de organización y representación estudiantil.
LO QUE NECESITAMOS COMO PUEBLO TRABAJADOR
Hoy, como muchas veces en la historia de Chile y del mundo, es necesario que el pueblo vuelva a luchar resueltamente por una sociedad que le asegure dignidad y justicia en todos los planos de la vida. Precisamente hoy, cuando la codicia y la infamia social, política y económica se pasean con soberbia por todo el país, es sumamente necesario que dicha lucha se levante por todos los rincones de Chile. Lucha que deberá enfrentar con urgencia las actuales precariedades y sufrimientos que las familias trabajadoras atraviesan, pero además, lucha que se proponga superarlas y poder darles fin para siempre. Ese noble desafío, esa difícil construcción de un nuevo proyecto popular para Chile lo deberán asumir hoy los sectores organizados del pueblo que con mayor decisión y proyección piensan el futuro no sólo de su movimiento particular, sino por sobretodo, del país entero. Nosotros estamos dispuestos a contribuir y luchar por ello.
Así como es urgente esta lucha general, es necesario que la educación también vuelva a ser una herramienta para el pueblo y para el progreso general del país. Para ambos desafíos, es menester que desde las bases hasta las dirigencias, y desde el norte al sur de Chile, el movimiento estudiantil vuelva a ser fuerte y legitimado en su organización, esté socialmente enraizado en el pueblo y políticamente comprometido con los cambios y transformaciones que históricamente la clase trabajadora ha impulsado.
Si bien nuestra lucha comienza y se desarrolla hoy por la educación, de ningún modo termina en ella. Vamos más allá. Al reconocer que la educación por sí sola no logrará las transformaciones estructurales que requiere nuestra sociedad, nuestra crítica y nuestros esfuerzos deben estar dirigidos hacia el capitalismo, hoy en su modelo neoliberal, que le da sustento.
NUESTRO APORTE Y NUESTRA APUESTA
Reconocemos que nuestra lucha no es nueva, sino que retoma los mejores intentos de las y los estudiantes latinoamericanos que impulsaron las reformas universitarias que tenían por objeto recuperar la educación para la clase trabajadora y el pueblo, tanto para mejorar sus condiciones de vida como para contar con mejores elementos para su lucha contra el modelo imperante. Asimismo, nos nutrimos de las experiencias y enseñanzas de los estudiantes chilenos que dieron fuerza al proyecto de la Unidad Popular y de aquellos que luego, con gran coraje y decisión lucharon contra la dictadura pinochetista. Finalmente, es innegable reconocer que somos directos herederos del movimiento estudiantil que desde hace más de dos décadas ha resistido la privatización de la educación pública, pero que hoy ha decidido firmemente recuperarla para las luchas que el pueblo en su conjunto levanta.
Es así que hoy, nuestra decisión general como estudiantes es aportar fundamentalmente a que el movimiento estudiantil se fortalezca, para que así logre luchar de mejor manera por a recuperación de la educación pública y también sea un mejor componente del movimiento popular en las luchas que se levanten.
Esta contribución la materializamos en la iniciativa de levantar la Unión Nacional Estudiantil, UNE Chile, como un referente que aglutine a diversas organizaciones estudiantiles de Establecimientos Privados, Tradicionales, Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales, teniendo como propósito central lograr conjugar, coordinar y complementar lo nacional con lo regional y local, en los planos organizativos, programáticos y políticos para los diferentes desafíos y luchas que se presenten. Este espacio, que no busca anular o sobrepasar identidades o políticas particulares de cada organización, apunta a establecer una plataforma de lucha y líneas de trabajo comunes, que permitan ir superando paulatinamente la fragmentación y debilidad de las fuerzas organizadas que hoy están dispersas o descoordinadas a nivel nacional, y que por tanto, nutra con unidad y coordinación la actual desorientación política que cada lucha o desafío tienden a presentar en las luchas estudiantiles.
Desde este espacio general y desde cada colectivo y estudiante que lo compone, levantamos nuestra apuesta en tres planos. En primer lugar, apostamos a que el movimiento popular y las luchas del pueblo se fortalezcan. Por tanto, buscaremos apoyar y socializar las diferentes problemáticas y luchas que se emprendan; estaremos atentos a contribuir, desde cada conocimiento y cada capacidad adquirida, a las iniciativas que el pueblo levante para mejorar su situación, y por último, buscaremos aportar en todo esfuerzo que signifique avanzar en la industrialización sustentable del país y la recuperación verdadera de nuestros recursos naturales, todo ello en la perspectiva de terminar con la precariedad general del pueblo, superar la dependencia y preservar nuestro medio ambiente.
En segundo lugar,
apostamos a recuperar la educación y ponerla al servicio de la mayoría rabajadora. Por tanto, lucharemos desde todos los frentes por una educación que vuelva a tener un sentido y una orientación estatal y pública, siendo gratuita en su acceso, permanencia y egreso, democrática en su gestión y organización, de excelencia en calidad académica y de preparación de estudios y abierta a la comunidad que la rodea.
Finalmente, en lo que respecta al movimiento estudiantil apostamos a dotarlo de nuevos horizontes que superen sus falencias organizativas, programáticas y políticas. Por tanto, en el plano organizativo buscaremos aglutinar esfuerzos tanto desde el mundo privado como del tradicional, conjugando lo nacional, regional y local en torno a propósitos comunes, fortaleciendo el trabajo de base y el trabajo dirigencial alejado de las lógicas cupulares, apostando en ello a refundar y crear todo lo que sea necesario para ponerlo al servicio de las luchas estudiantiles y del pueblo. En el plano programático trabajaremos por ampliar las demandas sectoriales estudiantiles conjugándolas con las diferentes reivindicaciones que el pueblo en sus distintos espacios está levantando. Y en el plano político, trabajaremos por aglutinar todos los esfuerzos organizativos contra el capitalismo, como causante de las principales problemáticas que hoy nos aquejan y por tanto, en base a ese entendimiento, buscar forjar toda alianza con otras fuerzas y organizaciones.
Es dicho aporte que entregamos y la apuesta que ofrecemos la que hoy nos une y nos convoca a forjar con convicción y compromiso, la decisión y voluntad de crecer, luchar y avanzar. Compañeras y compañeros, sabemos que ha llegado la hora de decir basta. Somos hijas e hijos de un pueblo de esfuerzo y en honor a él no debemos descansar hasta recuperar lo que nos pertenece. Organizaremos y refundaremos todo lo que sea necesario, para que nuestras organizaciones y nuestras fuerzas se transformen en masivos, verdaderos y legítimos órganos de lucha para la gran batalla del pueblo chileno por su emancipación de toda injusticia social.
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