Un planeta vacío de fe, amor, de todo lo puro, sagrado, generoso, verdadero y desinteresado – es simplemente una cáscara del mundo dispersa entre las estrellas del universo después de apartarse de su destino más noble diseñado por su Creador (Marie Corelli, “Barrabas – Un Sueño de la Tragedia del Mundo”, 1893).
El Siglo XXI entrará en la historia como un período de la crucifixión de la verdad y de la exaltación de la mentira y la guerra como símbolos del desarrollo de la humanidad y de la paz.
Lo vemos diariamente en las pantallas de la TV, en las páginas de los periódicos, en el Twitter, en el Facebook, el cine y hay que tener un determinado nivel de conocimiento para discernir la verdad entre la avalancha de información que persigue cada ser humano en todas partes del planeta. Parece que la humanidad vive simultáneamente en dos universos paralelos: uno real y el otro creado por los medios de comunicación globalizada de acuerdo a las orientaciones que reciben de los ricos y poderosos del nuestro globo terrestre.
Los derechos humanos, según el filósofo italiano Constanzo Preve, representa “una ideología de variable geometría porque los que deciden lo que es humano y lo que no es, son oligarcas económicos dando órdenes a sus ejecutivos: profesores universitarios y los periodistas”, ello son los que se encargan del contenido de la información que la sociedad debe saber para poder manipularla. Ya en 1928, el padre de las relaciones públicas modernas, el austríaco judío de nacimiento y norteamericano nacionalizado Edward L. Barnays escribió un ensayo “La Propaganda” que no sólo se convirtió en el libro de mesa del ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels sino de todos los asesores de los presidentes norteamericanos y europeos.
En la página 4 de su libro decía Bernays que “la manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones de las masas es un importante elemento en la sociedad democrática. Los que manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que ejerce el verdadero poder real en el país. Estas personas que nos gobiernan y de las cuales nunca hemos oído hablar, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos y determinan nuestras ideas. Así está organizada cada sociedad democrática”.
Con todas estas aclaraciones es fácil entender por qué los gobiernos democráticos de la Unión Europea y de los EEUU nunca condenaron ni declararon que fue una masacre la muerte de 170 civiles en la provincia de Helmand, Afganistán después del bombardeo de las fuerzas aliadas, ni tampoco fue un crimen el asesinato de 60 niños en la aldea de Azizabad en 2008 o la muerte de 100 civiles el cinco de Mayo de 2009 en Bala Baluk por las bombas de la OTAN. Para los medios de comunicación globalizada fue un simple “error” militar y los fallecidos eran “víctimas colaterales”. Sin embargo, la reciente matanza en Hula, Siria, hasta ahora no aclarada y condenada por el mismo gobierno de este país, de 108 civiles y de ellos 49 niños y 34 mujeres fue denunciada en seguida por la UE y EE.UU. como una “masacre” perpetrada a propósito por el gobierno Sirio bajo el mando de Bashar al-Assad. Y para agravar la acusación la cadena británica BBC News usó una foto tomada en Irak en el 2003 presentándola como un testimonio de la masacre en la localidad de Hula.
La imagen fue posteriormente retirada por la BBC pero la indignación que produjo en la opinión pública mundial contra el régimen de Bashar al-Assad ya ha producido su efecto en la mente de los espectadores y facilitó la condena de los países miembros de la OTAN y su predisposición a la intervención militar en Siria. A ninguno de los escribidores globalizados se le ocurrió acordarse de la famosa declaración del general retirado norteamericano Wesley Clark en Mayo de 2011, cuando reveló que ya a los finales de los años 1990 Estados Unidos tenía planificado invadir siete países: Irak, Libia, Somalia, Líbano, Siria e Irán. Siria para el poder globalizado no solamente representa la puerta de entrada a Irán sino a Asia. Por algo decía la emperatriz rusa Catalina la Grande que a partir de Siria tendrá en sus manos “la llave la Casa Rusia”.
Todavía hay algo más. Según el Washington Institute for Near East Policy la cuenca del Mediterráneo encierra grandes depósitos de gas, tres cuartos de los cuales pertenecen a Siria. De allí se aclara el panorama y la declaración de Barack Obama durante la última reunión en Davos del Grupo 20 de que “Bashar al-Assad debe dejar el poder”. Para acelerar este proceso Occidente está armando a la guerrilla por medio de Qatar, Arabia Saudita y Turquía, según la publicación israelí Debkafile con los misiles anti tanques 9K 115 – 2 Mets – M y Kornet E y con explosivos IED para instalar en las carreteras. También ya están operando allí las fuerzas especiales de la OTAN cuya consigna oficial es “De Opresso Liber” (Liberar a los Oprimidos), 13 de los cuales pertenecientes a las fuerzas francesas fueron capturados por el ejército sirio en marzo de 2012.
Todo esto está acallado por la prensa, igual como la última idea de la OTAN de mandar 5.000 soldados armados bajo la bandera de la ONU con el pretexto de proteger los depósitos de armas químicas y bacteriológicas de las manos de al-Qaeda que ya está operando en Siria. La DEBKAfile cita en su publicación de 21 de Mayo que supuestamente Barack Obama comentó durante una de sus conversaciones con Vladimir Putin que si un barril de ántrax llega a los terroristas que operan en el Cáucaso, millones de rusos podrían morir.
Así opera la propaganda creando inseguridad y miedo al terror, tanto a nivel individual como colectivo para poder lograr sus propósitos. Por el momento tanto China como Rusia rechazan unánimemente cualquier posibilidad de intervención militar en Siria, esperando Barack Obama de convencer a Vladimir Putin de suavizar la posición rusa respecto a Bashar al-Assad durante su próximo encuentro en Junio en México en la Cumbre de G20. Nadie sabe lo que puede pasar, pero tanto Rusia como China saben que cualquier acción bélica de la OTAN tratando de reproducir la variante libia en Siria afectaría dramáticamente los intereses nacionales de estos dos países y los debilitaría en términos geoestratégicos.
El mundo entero en garras de la desinformación programada está observando y en especial, en América Latina el desarrollo de los acontecimientos en Siria porque sabe que cada avance de la OTAN, que representa el poder globalizado, en el Medio Oriente por el dominio de recursos energéticos, hace acercar más la posibilidad de las futuras intervenciones en América Latina cuyas riquezas naturales superan con creces las del Medio Oriente. Por eso nunca cesa la campaña propagandística contra los países del ALBA. Hace años la obsesión de la prensa globalizada fue la muerte de Fidel Castro. Ahora lo dejaron en paz relativa trasladando su atención siniestra a Hugo Chávez y a Venezuela.
Tal es el grado de cálculo de los manipuladores de la información que hasta logran convencer a periodistas serios y con más de 50 años de experiencia, como el norteamericano Dan Rather, quien ya auguró que el actual presidente de Venezuela morirá en vísperas de las próximas elecciones presidenciales.
La máquina propagandística nunca para y el único antídoto para la desinformación es el conocimiento. Por algo dijo Sócrates: “sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia’’.
Columna por Vicky Peláez, Ria Novosti
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