La afirmación de Fidel es consecuente con una estrategia que ha dado siempre a la comunicación un lugar central en la lucha revolucionaria. Así fue en la Sierra Maestra, al enfrentar lo que la dictadura batistiana denominó “Plan FF” (Fase Final o Fin de Fidel), que con columnas conformadas por miles de hombres, el apoyo de artillería, aviación y tanques terminó en el inicio de la derrota estratégica de la tiranía. Entre los tres objetivos fundamentales de la concepción que permitió la victoria guerrillera, revelados por Fidel en un discurso radial realizado inmediatamente después de aplastada la operación, el segundo era “mantener en el aire la Emisora Rebelde que se ha convertido en factor de primerísima importancia”.
Resulta obvio que de entonces acá esa “primerísima importancia” de la información, lejos de disminuir se ha incrementado. Los “tanques pensantes” de Washington lo confirman. Joseph S. Nye, asistente del Secretario de Defensa durante la Administración Clinton, llegó a afirmar que “el país que mejor sepa conducir la revolución de la información será el más poderoso… Y en el futuro previsible, ese país será Estados Unidos”, añadiendo que “al igual que la supremacía nuclear era la clave para el liderazgo de la coalición en el pasado, la supremacía informativa será la clave en la era de la información”.
La Revolución Bolivariana, llegada al mundo en esas circunstancias, ha asumido de modo creativo y audaz ese reto, convirtiendo el escenario de las redes sociales en Internet en un instrumento para la acción revolucionaria. En mi opinión, el uso que realiza el presidente Hugo Chávez de su cuenta en Twitter es hoy el equivalente de la antena de Radio Rebelde que desde la Sierra Maestra llevaba la voz de Fidel, desbaratando las mentiras y calumnias con las que la dictadura pronorteamericana de Fulgencio Batista intentaba acallar la realidad de lo ocurría en el terreno militar.
El imperialismo norteamericano y sus servidores en Venezuela, han elaborado por enésima vez, su Plan “Fin de Chávez”. Con mucho dinero, las más avanzadas tecnologías y poderosos medios de comunicación intentan construir e imponer una realidad creada por sus laboratorios de guerra sicológica. Y ahí está ese guerrillero de la Internet con su @chavezcandanga, desbaratando campañas mediáticas, interactuando con su pueblo, informando cómo utiliza los recursos para beneficio de los más necesitados, comunicándose con sus ministros y también con mandatarios de otros países, a la vez que tiene en ella una vía de retroalimentación directa de la ciudadanía acerca de la efectividad de las políticas y acciones de la Revolución.
Particularmente novedoso e impactante es el modo en que el presidente Chávez utiliza su cuenta en Twitter para relacionarse con los medios de comunicación de la Revolución, comentando con inmediatez informaciones que ve en la televisión, enviando mensajes a los conductores de los espacios, dando una orientación a quienes participan en una movilización, estimulando un hecho, o reconociendo una conducta o un resultado.
Si el capitalismo pretende con Internet convertir aún más a los ciudadanos en consumidores, enajenarlos de la práctica política y domesticarlos para que cada vez les sea más difícil distinguir entre verdad y mentira, entre realidad y ficción; el presidente Chávez ha convertido Twitter -un artefacto virtual- en un arma ideológica para defender y vencer en defensa de una Revolución real que ha alfabetizado, abierto la posibilidad del crecimiento intelectual y sacado de la pobreza a millones de venezolanos. Sin dudas, un instrumento del mundo virtual para una Revolución real, tan real que levanta en su contra las fuerzas del imperio más poderoso de la historia, ese que inventó Internet y ahora da golpes y adopta medidas en busca del modo de controlarla cada vez más y más. Pero en Venezuela, como acaba de decir Fidel en su más reciente Reflexión, la “oligarquía jamás podría gobernar de nuevo”, ni en las calles ni en las redes.
*Palabras en el acto por los dos años de la cuenta en Twitter del presidente venezolano Hugo Chávez. Caracas, Venezuela, 28 de abril de 2010.
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