La policía tiene asociada numerosas funciones y es cierto que en momentos puntuales incluso puede servir de ayuda, eso sí, habitualmente a unas persona más que a otras.


Pongamos las cartas encima de la mesa y seamos claros, la policía y sobre todo las unidades especializadas conocidas como antidisturbios (aunque oficialmente tienen distintos nombres dependiendo del cuerpo concreto al que pertenezcan) son los perros que protegen el status quo socioeconómico, garantizando la salvaguarda del capital y los privilegios de los poderes fácticos.
En no pocas ocasiones florecen argumentos de la necesidad policial para evitar el caos, para proteger la propiedad privada y para defender a la gente de bien de las personas malvadas.
Esta visión hobbesiana de la sociedad del “homo homini lupus”, es la frecuente entre los conservadores y neoliberales que consideran al otro, al diferente, como malo por naturaleza, por ello, es necesario disponer de guardianes del orden (su orden), de la propiedad (su propiedad) y encarcelar a los inadaptados (según sus normas).

¿Alguien ha visto alguna vez que realmente protejan a los ciudadanos de las tropelías criminales de empresarios, banqueros o políticos? Por supuesto que no. Ellos no están para discernir sobre el bien o el mal, están para pegar, para hacer daño, para condicionar al que lucha de que no lo vuelva a hacer, para asegurarse que sus dueños dormirán tranquilos un día más.

En muchas protestas suelen gritar eso de “vergüenza me daría de ser policía”, y ahí radica un gran problema, en que muchos policías no es que sólo no tengan vergüenza, es que poseen una moral antisocial y antihumana basada en la superioridad y la prepotencia fascista.
En el mejor de los casos, hacen su “trabajo”, sin reparar en las repercusiones del mismo, para ganar dinero sin más, como el que desarrolla su actividad en una empresa de armamento o es sicario, para éstos, el fin justifica los medios.
¿A quién le da el estado las armas y la potestad de ejercer la violencia “legalmente”? Los policías, aún asumiendo que cualquier generalización es injusta, no se destacan por ser personas equilibradas, todo lo contrario, en diversas investigaciones se ha puesto de manifiesto que suelen tener más problemas psicológicos y comportamientos suicidas que la mayoría de ciudadanos, entonces ¿cuál es el motivo?

Hace algún tiempo, un buen amigo me comentaba que él creía que cuando una persona era extremadamente violenta, por uno u otro motivo, si tenía oportunidades en la vida terminaría siendo antidisturbio y si no, terminaría en la cárcel.
Cada vez estoy más de acuerdo con esa teoría, sólo hay que comprobar la desmedida actuación policial en la Plaza de Catalunya, donde agredieron y se ensañaron sin ningún tipo de escrúpulos con personas totalmente pacíficas, sentadas con las manos en alto que ni tan siquiera se defendían; donde arrasaron con todos, sean indigentes o estén en silla de ruedas, incluso intentaron atropellar con sus furgonetas a varias personas, todo ello y como siempre, sin absolutamente ninguna repercusión, convirtiéndose, paradójicamente, en el único “trabajo” donde cuanto peor haces lo que deberías (proteger y servir), mejor consideración te tienen tus jefes (mandos policiales y responsables políticos).

Por supuesto no se puede dejar de nombrar la gran labor de manipulación de los medios oficialistas que sin excepción ofrecen únicamente las versiones políticas y policiales de todo lo que ocurre, versiones normalmente convertidas en relatos de ciencia ficción donde los humildes y justos policías tuvieron que enfrentarse contra violentos antisistemas que desayunan niños y matan a ancianitos con el resultado de 14 malvados detenidos, 89 policías heridos y un dragón capturado. La casualidad es que nunca hay manifestantes heridos, a pesar de que los policías van fuertemente protegidos y armados y los manifestantes con ropa de calle y sus manos como únicas armas.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario