viernes, 3 de junio de 2011

Estados "fallidos", Marcelo Colussi

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Según algunas de las instancia creadoras de opinión pública que operan desde el corazón mismo del imperio –como el tanque de pensamiento Fund for Peace o la Revista Foreing Policy por ejemplo– el concepto de “Estado fallido” hoy día se ha vuelto una clave de importancia primordial en su geostrategia global.
Al respecto, según sus antojadizos criterios, serían notas distintivas de los países donde tienen lugar estos procesos: la inequidad social estructural, crisis económica recurrente en el seno de sus sociedades, deslegitimación de su institucionalidad y su poca credibilidad dados los altos niveles de corrupción, falta de cobertura estatal en grandes zonas del territorio que debería atender, generalizado descontento colectivo ante esa ineficiencia, masivos movimientos de refugiados y desplazados internos, explosión demográfica sin contención......Para leer el articulo completo pulse AQUI

Sin ningún lugar a dudas los Estados y sociedades a quienes se les puede aplicar esa descripción por supuesto que adolecen de todas esas lacras: pobreza, represión, muy débil o inexistente institucionalidad estatal. Ahora bien: ¿todo eso es nuevo? ¿Cuándo comenzaron esos Estados a “fallar”? Lo que hoy día, por ejemplo –según la vara con que estos centros imperiales miden el mundo– se puede decir de, digamos, Haití, o Uganda, o Nicaragua, no se decía hace algunas décadas atrás, cuando eran gobernados por déspotas funcionales a la geoestrategia imperial de Washington. Y sin lugar a dudas la pobreza, la represión o la debilidad de la institucionalidad estatal eran moneda corriente. ¿No eran “fallidos” algunos años atrás?

Esta idea de “Estado fallido” es una noción que implica mucho riesgo en términos ideológicos, dado que conlleva una carga peyorativa. Es, en todo caso, antojadiza, discutible, poco seria en cuanto “formulación” de ciencias sociales, asimilable, en todo caso, a los listados de “transparencia y corrupción” con que las potencias (Washington ante todo) evalúan al resto del mundo. O las igualmente discutibles mediciones de cumplimiento de derechos humanos, o la certificación o descertificación en el combate al narcotráfico. ¿Alguien se puede tomar en serio, con criterio académico real, esas elucubraciones? ¿O se hace demasiado evidente que lo que está en juego es una manipulación tendenciosa, absolutamente ideológica?............

Designar a un Estado como supuestamente “fallido” implicaría que “alguien” acuda a su salvación –obviamente una fuerza externa, bien preparada y dispuesta a “ayudar”–, tal y como ocurre en Afganistán, Haití, Irak y Somalia, entre otros. Esto nos llevaría a preguntar: si un Estado es “fallido” ¿cómo salvarlo? ¿Privatizándolo? ¿Por medio de la intervención militar de una fuerza extranjera que sea “capaz” de hacerse cargo de él?
No hay “Estados fallidos”, así como no los hay “forajidos”, ni “terroristas” ni “narcotraficantes”; en todo caso son Estados débiles y mal equipados que reflejan las relaciones de la sociedad de acuerdo al sistema socio-económico y político imperante.

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