Si alguien se esperaba que se redujera su apoyo después de los acontecimientos violentos del 15 de junio en la protesta de los indignados delante del Parlament (en el que la mayoría de los medios vincularon la violencia con el movimiento), se equivocó.
Una manifestación que se ha desarrollado durante casi 5 horas (hay que tener en cuenta que aunque la convocatoria era en Plaza Catalunya a las 17 h, muchos barrios iban caminando hacia centro desde las 15 h o las 16 h), y que hasta casi las 20.30 la Via Laietana ha estado repleta de gente. De todos los barrios de Barcelona han asistido comitivas nutridas, pero también de todos los pueblos catalanes con presencia de pancartas de comarcas gerundenses, leridanas y tarraconenses.Si alguien se esperaba violentos, no aparecieron. “¿Donde están los perros y las flautas?” coreaban los manifestantes ante la presencia de furgones de los Mossos d’Esquadra en referencia a la ausencia de altercados violentos. La dimisión del conseller de Interior catalán, Felip Puig, concentró también las iras de los manifestantes. La resistencia pacífica, la desobediencia civil o el pacifismo han sido el motivo de muchos de los carteles de la manifestación, para criticar la generalización de los hechos violentos del Parlament a todo el movimiento.
Consignas del tipo “televisión, manipulación” o “Los políticos nos mean encima y los medios dicen que llueve” hacían referencia a esta situación que los asistentes consideraban de manipulación informativa. Con todo, cabe recordar que el sábado se había presentado un manifiesto de intelectuales y representantes de los movimientos sociales que dieron su apoyo, criticando todo tipo de violencia, a los indignados en Catalunya.
Huelga general
Una indignación -la que ha llenado la Plaza Catalunya, la Via Laietana y Pla de Palau- que cuenta con muchos motivos para ser apoyada según se puede ver en los carteles de los asistentes: los recortes sociales en sanidad y educación del Govern catalán recientemente aprobados, pero también el llamado Pacto del Euro que aplica severos recortes sociales en aras de austeridad presupuestaria, al mismo tiempo que las reclamaciones laborales de diferentes expedientes de regulación de empleo como en el caso de Telefónica.
También ha habido una crítica explícita a los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO). Mientras había gritos favorables a una huelga general, abucheos delante de las sedes de estos sindicatos en Via Laietana, y la asamblea de trabajadores indignados repartía folletos, desde el camión de la organización, que contaba con megafonía, resaltaba “os necesitamos -en referencia a los sindicatos- para convocar una huelga general” en un intento de reconciliarse con las grandes centrales, no sin reprocharles lo que considerar una actitud dócil y pedirles un cambio.
La reforma de la negociación colectiva, la petición de un referéndum sobre los recortes en políticas sociales del Govern catalán, convivían con banderas independentistas y republicanas. A los gritos de “más sanidad, menos policía” o “más educación menos policía”, seguía la nueva versión de un clásico en las canciones infantiles “un banquero se balanceaba sobre la burbuja inmobiliaria, como veía que no se explotaba fueron a buscar a otro banquero”, o la consigna “que no, que no, que no nos representan”.
“La calle es nuestra, no pagaremos su crisis”, aunque había otros sublemas añadidos como “Puig dimissió”, “No a los recortes” o “Hacia la huelga general”.
Los indignados siguen
El movimiento de los indignados, pese al éxito, no concluye aquí sino que quiere seguir trabajando hasta conseguir sus objetivos políticos para una democracia real. Durante la lectura del manifiesto se criticaba tanto los recortes en políticas sociales, como la falta de democracia o el Pacto del Euro, y se leyeron los acuerdos reivindicativos mínimos aprobados por la asamblea de la #acampadabcn.
Además, se recordó que el próximo 26 de junio hay convocado un encuentro de asambleas de barrio en Plaça Catalunya, que quiere continuar con el debate de la estrategia a seguir con las movilizaciones y para conseguir sus objetivos políticos. En Barcelona, en la actualidad, existen más de 23 asambleas de barrio con entre 100 y 300 participantes cada una, además 100 localidades catalanas cuentan también con su propia organización de indignados.
El 2 de julio tendrá lugar en Plaça Catalunya una asamblea de trabajadores indignados que seguirá debatiendo sobre la organización de una huelga general que tiene voluntad de celebrarse este año. Son estas las nuevas convocatorias para dar vida a un movimiento que ha estado hoy omnipresente en los medios y en las redes sociales.
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