Cuando los indignados llegaron antes de las once de la mañana a las inmediaciones de la calle Mayor, la plaza de la Villa ya era un fortín. Las calles y bocacalles del viejo Ayuntamiento estaban cerradas por vallas de protección, metros de cintas policiales y decenas de agentes que impedían el paso a cualquiera que no fuera un vecino de las calles aledañas al consistorio.
Al principio, la cacerolada fue itinerante, buscando algún lugar por el que acceder a las inmediaciones de la plaza, pero era imposible: incluso el estrecho callejón de la Traviesa estaba cruzado por una valla. El lugar elegido y menos protegido por la policía -por ser una zona más amplia en la que solo se controlaron los accesos- fue el ensanche de la calle Sacramento, a la altura de la parte trasera del Ayuntamiento.
Allí se congregaban a las 11.30 unas 300 personas que habían venido del lado de la calle Mayor que baja hasta la Almudena.
En Sacramento se mantuvieron y se hicieron fuertes llegando a varios centenares de personas. Ante el despliegue policial, cantaban a coro: "¿Cuánta protección necesita Gallardón?"."Somos vecinos, dejadnos pasar", gritaban a los agentes del numeroso dispositivo policial que rodeaba por todos los flancos el Ayuntamiento.
A partir de las 11.30 llegaron los refuerzos a la calle de Sacramento: los que protestaban en el Mercado de San Miguel y en la parte baja de la calle Mayor se sumaron a los que se concentraban en la zona del aparcamiento de la trasera del Ayuntamiento.
Venían precedidos por un cortejo fúnebre con ataúd incluido sobre el que se leía: "No es un país para ricos". A partir de ahí, comenzó una protesta que también pedía comprensión a la policía. "Se comen en un día el sueldo de un policía" y "Tú, madero, también eres obrero", eran algunos de los cánticos.
Los agentes se distribuyeron entonces de manera que impedían el acceso a la calle de Sacramento por Mayor y establecían un cordón policial al final de Pretil de los Consejos, dejando a los indignados divididos en tres bloques.
Cuando terminó el pleno, un grupo numeroso de indignados comenzó una sentada frente a la salida del aparcamiento.
Dentro, los nuevos ediles aguardaban a que despejaran la salida para poder salir.
Fue entonces cuando, sobre las 13.30, la policía comenzó a levantar uno a uno a los que estaban sentados, que ofrecieron resistencia pasiva.
Hubo forcejeo entre los agentes y los indignados, que luego mostraban sus heridas e hinchazones a las cámaras de televisión.
La policía se empeñó en dejar libre el asfalto y replegar a los que protestaban a las aceras.
Pero este era solo el primer punto conflictivo: en la calle de Pretil de los Consejos aguardaba otro grupo de integrantes del 15-M, que cortaba el paso de los coches oficiales.
Allí los antidisturbios movieron a los manifestantes cogiéndolos entre varios como un bulto y lanzándolos a las aceras.
Desde la calle Mayor los concentrados, muy nerviosos, gritaban: "Somos pacifistas, no somos terroristas".
Cuando los más de 30 coches oficiales pasaron -la policía tuvo que arrancar un bolardo con una maza a la salida del aparcamiento para que los vehículos pasaran mejor-, los indignados decidieron trasladar su protesta a la plaza de Cibeles. Allí, cortaron el tráfico de la glorieta durante al menos tres horas en la zona más próxima a la sede de la alcaldía. Más tarde, hicieron una cadena humana que cortó el paseo del Prado.
A las siete de la tarde ya no había problemas de tráfico y los indignados habían regresado a la Puerta del Sol, informa Samira Saleh.
En Alcalá de Henares, unas 200 personas protestaron frente al Ayuntamiento. Ninguno de los presentes se libró de los insultos, explican algunos ediles, muy molestos al ver cómo algunos familiares eran fruto de las críticas.
El recién electo alcalde del municipio, Bartolomé González, tuvo que ser escoltado junto a su familia a la salida. Por su parte, el concejal de España 2000, Juan Antonio Bueno, también fue objeto de los abucheos de los concentrados, informa Tono Calleja.
En la puerta, decenas de indignados abucheaban a todos los políticos de la localidad.
En Leganés, también hubo cacerolada del Movimiento 15-M a las puertas del Consistorio, informa Juan Diego Quesada.
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