Adelfa Hernández Hernández
Con motivo de la conmemoración del aniversario 400 del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre el pueblo cubano acogerá en su seno al Papa Benedicto XVI, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y Jefe de la Ciudad del Vaticano.
Su Santidad, Joseph Ratzinger, podrá percibir la hospitalidad de este pueblo culto y libre, patriota, con una enorme vocación solidaria y humana que continúa su lucha por conquistar toda la justicia posible, pues nuestro pueblo responde a favor de un proyecto revolucionario auténticamente popular sin que medien objeciones de tipo religioso.
Creyentes y no creyentes se unen en la construcción de la sociedad y valoran como éticamente positivos los objetivos sociales del socialismo dentro de la aplicación de un humanismo eficiente, pues nuestro sistema no es irreconciliable con la fe religiosa.
Espacios de comunicación como estos hacen a las personas más libres de tabúes, más fuertes en el pensamiento de fraternidad entre los hombres y de unidad, para cerrarle el paso a odios e intolerancias irracionales.
Encontrará a su paso por las ciudades de Santiago de Cuba y de La Habana a personas de cualquier lugar de este archipiélago, dotadas de seguridad en sus convicciones, instruidas, respetuosas, cargadas de afecto reflejo de que el socialismo es capaz de llenar a sus hijos de riquezas espirituales, de amor y fe en el futuro.
De igual manera que el Sumo Pontífice Juan Pablo II realizara la primera visita de un Papa a Cuba los días 21 al 25 de enero de 1998, hoy los cubanos recordamos las palabras de Fidel Castro al recibir al Santo Padre: “No habrá ningún país mejor preparado para comprender su feliz idea, tal como nosotros la entendemos y tan parecida a la que nosotros predicamos, de que la distribución equitativa de las riquezas y la solidaridad entre los hombres y los pueblos deben ser globalizadas”.
Su Santidad, Joseph Ratzinger, podrá percibir la hospitalidad de este pueblo culto y libre, patriota, con una enorme vocación solidaria y humana que continúa su lucha por conquistar toda la justicia posible, pues nuestro pueblo responde a favor de un proyecto revolucionario auténticamente popular sin que medien objeciones de tipo religioso.
Creyentes y no creyentes se unen en la construcción de la sociedad y valoran como éticamente positivos los objetivos sociales del socialismo dentro de la aplicación de un humanismo eficiente, pues nuestro sistema no es irreconciliable con la fe religiosa.
Espacios de comunicación como estos hacen a las personas más libres de tabúes, más fuertes en el pensamiento de fraternidad entre los hombres y de unidad, para cerrarle el paso a odios e intolerancias irracionales.
Encontrará a su paso por las ciudades de Santiago de Cuba y de La Habana a personas de cualquier lugar de este archipiélago, dotadas de seguridad en sus convicciones, instruidas, respetuosas, cargadas de afecto reflejo de que el socialismo es capaz de llenar a sus hijos de riquezas espirituales, de amor y fe en el futuro.
De igual manera que el Sumo Pontífice Juan Pablo II realizara la primera visita de un Papa a Cuba los días 21 al 25 de enero de 1998, hoy los cubanos recordamos las palabras de Fidel Castro al recibir al Santo Padre: “No habrá ningún país mejor preparado para comprender su feliz idea, tal como nosotros la entendemos y tan parecida a la que nosotros predicamos, de que la distribución equitativa de las riquezas y la solidaridad entre los hombres y los pueblos deben ser globalizadas”.
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