Ninguno de los niños de la calle es cubano
La Revolución Socialista
en Cuba ha tenido como uno de sus mayores paradigmas la atención a la niñez y la
juventud, su protección física, mental, espiritual, a partir de principios
básicos de la educación y la cultura como elementos inherentes a la existencia
del cubano.
Una indiscutible voluntad política ha caracterizado estos 50 años de Revolución que echaron por tierra todos los horrores de la explotación neocolonial y del dominio yanqui sobre nuestro país, en la que un niño, si no era rico, era negro y aún blanco, si no provenía de una familia con influencias, sencillamente tenía menos valor que un perro y en ese orden de cosas se desarrollaba su consideración en la sociedad.
Tal es la trágica situación que vive la niñez en el planeta y sobre todo nuestro continente donde millones de niños no conocen de alimentos diarios, de un techo donde dormir y menos de una escuela donde estudiar. Duermen en los parques, debajo de las carpas de los mercados o en terminales, viven del robo, la mendicidad o la prostitución. La calle, más que su familia, se ha convertido hoy en su verdadero hogar.
Los niños de la calle son los grandes olvidados de Centroamérica. En cualquier ciudad es común ver menores que limpian parabrisas, lustran zapatos, hacen de payasos en los semáforos o piden limosnas en los ómnibus.Sin protección, ni control por parte de adultos, la mayoría se drogan con pegamento para escapar del dolor, el hambre y el desamparo, la tasa de embarazos es alta, como también lo son enfermedades como el SIDA, la tuberculosis y el parasitismo.
En toda la región los problemas que llevan a los menores a abandonar sus hogares son los mismos: pobreza extrema, violencia intrafamiliar y, sobre todo, falta de políticas gubernamentales para una atención integral. Es necesario que los gobiernos se sensibilicen acerca de la necesidad urgente de prestar atención a este fenómeno que pulula por doqioer en nuestro hemisferio.
Estos niños, traumatizados por la situación sufrida en sus casas, llegan a la calle, un lugar que no es el adecuado para vivir, y siguen siendo violentados.
Sucios y harapientos y con su bola de pegamento en la mano, muchos buscan cartones, objetos para vender, o incluso, comida en los basureros, otros deambulan por los mercados, parques o terminales y algunos suben a los ómnibus a pedir dinero.
Es importante ver esto como un problema que invade a nuestra región, por lo que repito, URGE el establecimiento de políticas de prevención en todos nuestros países, porque el problema requiere una solución integral, que vaya a la raíz, la pobreza y la desigualdad social, incluya medidas de prevención e involucre al Estado y todos los sectores en la puesta en marcha de políticas públicas para garantizar a los niños una vida digna.
Estos son problemas resueltos en Cuba desde el propio origen de la Revolución que solo en un año eliminó el analfabetismo, libró la campaña por el sexto grado y después por el noveno grado y la enseñanza media superior. Ha trabajado incansablemente para que cada familia pueda asegurar a sus hijos los alimentos y artículos mínimos para su vida, a pesar del férreo bloqueo por el que ha estado afectado el país durante 50 años.
La Revolución avanza en torno a la Cultura General Integral de los cubanos como esencia de la Independencia y la identidad. Así adquiere dimensiones inusitadas al tener el estudio como trabajo y universalizar la Educación Superior donde más de un millón de cubanos se encuentra matriculado en seis especialidades humanísticas y otras técnicas que se imparten en las Sedes Universitarias Municipales... y seguimos.
Una indiscutible voluntad política ha caracterizado estos 50 años de Revolución que echaron por tierra todos los horrores de la explotación neocolonial y del dominio yanqui sobre nuestro país, en la que un niño, si no era rico, era negro y aún blanco, si no provenía de una familia con influencias, sencillamente tenía menos valor que un perro y en ese orden de cosas se desarrollaba su consideración en la sociedad.
Tal es la trágica situación que vive la niñez en el planeta y sobre todo nuestro continente donde millones de niños no conocen de alimentos diarios, de un techo donde dormir y menos de una escuela donde estudiar. Duermen en los parques, debajo de las carpas de los mercados o en terminales, viven del robo, la mendicidad o la prostitución. La calle, más que su familia, se ha convertido hoy en su verdadero hogar.
Los niños de la calle son los grandes olvidados de Centroamérica. En cualquier ciudad es común ver menores que limpian parabrisas, lustran zapatos, hacen de payasos en los semáforos o piden limosnas en los ómnibus.Sin protección, ni control por parte de adultos, la mayoría se drogan con pegamento para escapar del dolor, el hambre y el desamparo, la tasa de embarazos es alta, como también lo son enfermedades como el SIDA, la tuberculosis y el parasitismo.
En toda la región los problemas que llevan a los menores a abandonar sus hogares son los mismos: pobreza extrema, violencia intrafamiliar y, sobre todo, falta de políticas gubernamentales para una atención integral. Es necesario que los gobiernos se sensibilicen acerca de la necesidad urgente de prestar atención a este fenómeno que pulula por doqioer en nuestro hemisferio.
Estos niños, traumatizados por la situación sufrida en sus casas, llegan a la calle, un lugar que no es el adecuado para vivir, y siguen siendo violentados.
Sucios y harapientos y con su bola de pegamento en la mano, muchos buscan cartones, objetos para vender, o incluso, comida en los basureros, otros deambulan por los mercados, parques o terminales y algunos suben a los ómnibus a pedir dinero.
Es importante ver esto como un problema que invade a nuestra región, por lo que repito, URGE el establecimiento de políticas de prevención en todos nuestros países, porque el problema requiere una solución integral, que vaya a la raíz, la pobreza y la desigualdad social, incluya medidas de prevención e involucre al Estado y todos los sectores en la puesta en marcha de políticas públicas para garantizar a los niños una vida digna.
Estos son problemas resueltos en Cuba desde el propio origen de la Revolución que solo en un año eliminó el analfabetismo, libró la campaña por el sexto grado y después por el noveno grado y la enseñanza media superior. Ha trabajado incansablemente para que cada familia pueda asegurar a sus hijos los alimentos y artículos mínimos para su vida, a pesar del férreo bloqueo por el que ha estado afectado el país durante 50 años.
La Revolución avanza en torno a la Cultura General Integral de los cubanos como esencia de la Independencia y la identidad. Así adquiere dimensiones inusitadas al tener el estudio como trabajo y universalizar la Educación Superior donde más de un millón de cubanos se encuentra matriculado en seis especialidades humanísticas y otras técnicas que se imparten en las Sedes Universitarias Municipales... y seguimos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario