Los casinos de juegos invadirán la empobrecida Miami
Encuestas realizadas recientemente por medios de comunicación en el Condado Miami-Dade, mostraron, que las opiniones están todavía divididas sobre la conveniencia o no de admitir que un aluvión de casinos de juegos se instalen en ese territorio para sumarse a otras alternativas de azar, que incrementen la pobreza allí.
El lunes 23 de enero, una emisora de radio de Miami reveló los resultados de una encuesta reciente, que arrojo el apoyo del 44 % de los consultados para un proyecto de convertir esa ciudad en competencia para Las Vegas y Atlantic City, emporios del juego en Estados Unidos, mientras el resto de los preguntados estaban en contra, de emplear esta fórmula como una opción para salir de la creciente penuria, que agobia a sus residentes más necesitados en esa ciudad.
Miami está en Dade, que es uno de los 67 condados ubicados en el estado de la Florida. Según el Censo de 2010, su población era de 2.496.435 habitantes. Fue creado el 18 de enero de 1836 y es parte del área metropolitana del sur de la Florida. Su nombre fue cambiado por Condado de Miami-Dade el 22 de julio de 1997 y su sede está en esa ciudad, una de las más conocidas.
Del total de la población registrada en ese año, el 65.05% eran hispanos o latinos de cualquier raza. El español es el idioma más empleado en el condado hablado por el 59,2% de la población, seguido del inglés, que lo habla el 32,1%.
En el 2010, según las fuentes oficiales el 14,50% de las familias que residen en ese condado tenían entradas por debajo del nivel de pobreza, de estos el 22,90% son menores de 18 y el 18,90% son mayores de 65 años.
El 24 de mayo de 2011 se celebraron las elecciones condales para elegir a un nuevo alcalde después de que el 15 de marzo del propio año un referendo revocatorio sacó del puesto al alcalde Carlos Álvarez con 89 por ciento de los votos. Este perdió su cargo en su segundo mandato por no saber enfrentar la crisis financiera local, ser acusado de derroche, mala administración y una pésima relación con los electores. De todas estas causas la de mayor impacto en su contra fue la financiera.
Un resumen del reporte de la administradora del Condado indicó que la deuda era de $27,9 mil millones, de los cuales $14,3 mil millones -más de la mitad- son pagos por intereses. La deuda se duplicó a partir del 2004. Para disminuir ese déficit la administración hizo recortes por aproximadamente $1,000 millones de dólares que afectaron a los menos amparados en servicios de amplio beneficio popular como trabajo, salud y educación.
Las promesas de los aspirantes a alcalde coincidieron en persuadir a los votantes con alusiones a: “balancear” el presupuesto, “eliminar” el aumento del impuesto a la propiedad, “recortar” la administración, “limpiar” la corrupción, “crear” empleos, etc., pero todo esto sin explicar cómo lo harían.
El 29 de junio de 2011, Carlos Giménez ganó en segunda vuelta electoral, la alcaldía de Miami-Dade, con escasa participación del electorado, que espera pueda disminuir el descontento popular provocado por el aumento de los impuestos y los excesos del anterior alcalde. De 1.2 millones de votantes inscritos tan solo acudieron a votar 199,862 lo que representó el 16,35 por ciento. Hubo electores que no estaban satisfechos con ninguno de los dos candidatos, y votaron por aquel que percibían como el menos malo. Otros simplemente optaron por no acudir a las urnas.
En medio de esta cruda realidad la inminente aparición de los casinos de juegos en Miami ha llegado como una “varita mágica”, que espera ser la solución universal para palear la pobreza del ciudadano común en ese condado.
El 3 de noviembre pasado los medios de comunicación difundieron la noticia de que construirían el mayor casino de juegos del mundo en Miami. Una propuesta legislativa promovida para ser votada a inicios del año 2012, pretende la construcción en Miami y sus alrededores de tres gigantescos casinos, al estilo de los que han hecho mundialmente famosa a la ciudad de Las Vegas, en Nevada.
El más espectacular proyecto presentado a licitación es el del grupo malasio Genting, que compró terrenos en pleno centro de la ciudad con la intención de crear allí el mayor casino del mundo, con 8.500 máquinas tragamonedas y más espacio para mesas de juego que el que ofrecen los tres mayores casinos de Las Vegas juntos.El complejo supondría una inversión de 3.800 millones de dólares.
A esta opulencia se impone la miserable vida de los pobres en Miami. Muchos de sus habitantes desconocen o no quieren reconocer esa otra realidad, que en ocasiones obnubila. Aún están, no obstante las reiteradas promesas de los políticos locales, los barrios colmados de tugurios de cartón prensado y lona donde sobreviven cientos de personas, que han dormido también en bancos de paradas de autobuses en Miami, una de las ciudades más pobres de Estados Unidos.
Más allá de las telenovelas y revistas lustrosas, que muestran el glamour de una ciudad para turistas, ejecutivos y celebridades, hay otro Miami, crudo y hostil como los predios que se disputan los pobres en el terreno municipal en Liberty City, un vecindario con predominio de negros e hispanos, sitio de permanentes indignados y ocupas donde se puede leer un cartel rústico pintado a mano con el reclamo: Recuperen la tierra, consigna, que recuerda más un escenario latinoamericano, que a una supuesta gran urbe.
“Miami se preocupa más en mantener la ilusión de ‘glamour’ que de lidiar con la realidad de la pobreza”, afirmó Max Rameau, quien organizó la comunidad de Umoja, otro asentamiento precario de la moderna Miami.
Umoja, parece más una locación para filmar una película sobre los orígenes de Estados Unidos, que un sitio destinado para vivir en el siglo XXI. Una descripción del lugar llama a la realidad y la reflexión: “El lote se ve prolijo dentro de la pobreza. En la choza central, un cartel blanco enumera una lista de tareas diarias y todos colaboran. Un hombre joven, conocido como Waffle, recoge ramas para preparar un jardín. Recientemente se construyó una canaleta en uno de los techos para recoger agua de lluvia. El hielo y el agua potable son bienes preciados. Todos usan un baño portátil y una ducha común. Las chozas son pequeñas… Los residentes las prefieren a los tres principales refugios para desamparados, que suelen estar llenos…”
Uno de los alcaldes que desfilaron por Miami, Manny Díaz, dijo en su mandato, que esperaba invertir mil millones de dólares en viviendas de bajo costo para fines de la década, pero no se ha cumplido. Mientras los ricos siguen acaparando los terrenos sobre el mar, elevando el precio medio de las casas, los residentes locales luchan por sobrevivir con ingresos anuales al límite y por debajo de la pobreza, se ven desplazados gradualmente. Los hispanos y dentro de estos los cubanos ya se ha convertido en mayoría en una ciudad plagada de pobreza.
Más allá de Liberty City, de Umoja y de otras decenas de sitios similares los rascacielos con pisos multimillonarios se perfilan sobre el mar. A pocas cuadras bulle un mundo diferente, un mundo en el que varios entusiastas piensan que los casinos de juegos serán la solución. Para muchos en Miami cada día se hace más difícil alcanzar el sueño americano.
El lunes 23 de enero, una emisora de radio de Miami reveló los resultados de una encuesta reciente, que arrojo el apoyo del 44 % de los consultados para un proyecto de convertir esa ciudad en competencia para Las Vegas y Atlantic City, emporios del juego en Estados Unidos, mientras el resto de los preguntados estaban en contra, de emplear esta fórmula como una opción para salir de la creciente penuria, que agobia a sus residentes más necesitados en esa ciudad.
Miami está en Dade, que es uno de los 67 condados ubicados en el estado de la Florida. Según el Censo de 2010, su población era de 2.496.435 habitantes. Fue creado el 18 de enero de 1836 y es parte del área metropolitana del sur de la Florida. Su nombre fue cambiado por Condado de Miami-Dade el 22 de julio de 1997 y su sede está en esa ciudad, una de las más conocidas.
Del total de la población registrada en ese año, el 65.05% eran hispanos o latinos de cualquier raza. El español es el idioma más empleado en el condado hablado por el 59,2% de la población, seguido del inglés, que lo habla el 32,1%.
En el 2010, según las fuentes oficiales el 14,50% de las familias que residen en ese condado tenían entradas por debajo del nivel de pobreza, de estos el 22,90% son menores de 18 y el 18,90% son mayores de 65 años.
El 24 de mayo de 2011 se celebraron las elecciones condales para elegir a un nuevo alcalde después de que el 15 de marzo del propio año un referendo revocatorio sacó del puesto al alcalde Carlos Álvarez con 89 por ciento de los votos. Este perdió su cargo en su segundo mandato por no saber enfrentar la crisis financiera local, ser acusado de derroche, mala administración y una pésima relación con los electores. De todas estas causas la de mayor impacto en su contra fue la financiera.
Un resumen del reporte de la administradora del Condado indicó que la deuda era de $27,9 mil millones, de los cuales $14,3 mil millones -más de la mitad- son pagos por intereses. La deuda se duplicó a partir del 2004. Para disminuir ese déficit la administración hizo recortes por aproximadamente $1,000 millones de dólares que afectaron a los menos amparados en servicios de amplio beneficio popular como trabajo, salud y educación.
Las promesas de los aspirantes a alcalde coincidieron en persuadir a los votantes con alusiones a: “balancear” el presupuesto, “eliminar” el aumento del impuesto a la propiedad, “recortar” la administración, “limpiar” la corrupción, “crear” empleos, etc., pero todo esto sin explicar cómo lo harían.
El 29 de junio de 2011, Carlos Giménez ganó en segunda vuelta electoral, la alcaldía de Miami-Dade, con escasa participación del electorado, que espera pueda disminuir el descontento popular provocado por el aumento de los impuestos y los excesos del anterior alcalde. De 1.2 millones de votantes inscritos tan solo acudieron a votar 199,862 lo que representó el 16,35 por ciento. Hubo electores que no estaban satisfechos con ninguno de los dos candidatos, y votaron por aquel que percibían como el menos malo. Otros simplemente optaron por no acudir a las urnas.
En medio de esta cruda realidad la inminente aparición de los casinos de juegos en Miami ha llegado como una “varita mágica”, que espera ser la solución universal para palear la pobreza del ciudadano común en ese condado.
El 3 de noviembre pasado los medios de comunicación difundieron la noticia de que construirían el mayor casino de juegos del mundo en Miami. Una propuesta legislativa promovida para ser votada a inicios del año 2012, pretende la construcción en Miami y sus alrededores de tres gigantescos casinos, al estilo de los que han hecho mundialmente famosa a la ciudad de Las Vegas, en Nevada.
El más espectacular proyecto presentado a licitación es el del grupo malasio Genting, que compró terrenos en pleno centro de la ciudad con la intención de crear allí el mayor casino del mundo, con 8.500 máquinas tragamonedas y más espacio para mesas de juego que el que ofrecen los tres mayores casinos de Las Vegas juntos.El complejo supondría una inversión de 3.800 millones de dólares.
A esta opulencia se impone la miserable vida de los pobres en Miami. Muchos de sus habitantes desconocen o no quieren reconocer esa otra realidad, que en ocasiones obnubila. Aún están, no obstante las reiteradas promesas de los políticos locales, los barrios colmados de tugurios de cartón prensado y lona donde sobreviven cientos de personas, que han dormido también en bancos de paradas de autobuses en Miami, una de las ciudades más pobres de Estados Unidos.
Más allá de las telenovelas y revistas lustrosas, que muestran el glamour de una ciudad para turistas, ejecutivos y celebridades, hay otro Miami, crudo y hostil como los predios que se disputan los pobres en el terreno municipal en Liberty City, un vecindario con predominio de negros e hispanos, sitio de permanentes indignados y ocupas donde se puede leer un cartel rústico pintado a mano con el reclamo: Recuperen la tierra, consigna, que recuerda más un escenario latinoamericano, que a una supuesta gran urbe.
“Miami se preocupa más en mantener la ilusión de ‘glamour’ que de lidiar con la realidad de la pobreza”, afirmó Max Rameau, quien organizó la comunidad de Umoja, otro asentamiento precario de la moderna Miami.
Umoja, parece más una locación para filmar una película sobre los orígenes de Estados Unidos, que un sitio destinado para vivir en el siglo XXI. Una descripción del lugar llama a la realidad y la reflexión: “El lote se ve prolijo dentro de la pobreza. En la choza central, un cartel blanco enumera una lista de tareas diarias y todos colaboran. Un hombre joven, conocido como Waffle, recoge ramas para preparar un jardín. Recientemente se construyó una canaleta en uno de los techos para recoger agua de lluvia. El hielo y el agua potable son bienes preciados. Todos usan un baño portátil y una ducha común. Las chozas son pequeñas… Los residentes las prefieren a los tres principales refugios para desamparados, que suelen estar llenos…”
Uno de los alcaldes que desfilaron por Miami, Manny Díaz, dijo en su mandato, que esperaba invertir mil millones de dólares en viviendas de bajo costo para fines de la década, pero no se ha cumplido. Mientras los ricos siguen acaparando los terrenos sobre el mar, elevando el precio medio de las casas, los residentes locales luchan por sobrevivir con ingresos anuales al límite y por debajo de la pobreza, se ven desplazados gradualmente. Los hispanos y dentro de estos los cubanos ya se ha convertido en mayoría en una ciudad plagada de pobreza.
Más allá de Liberty City, de Umoja y de otras decenas de sitios similares los rascacielos con pisos multimillonarios se perfilan sobre el mar. A pocas cuadras bulle un mundo diferente, un mundo en el que varios entusiastas piensan que los casinos de juegos serán la solución. Para muchos en Miami cada día se hace más difícil alcanzar el sueño americano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario