El
principal defensor del “terrorismo de estado” ha sido el gobierno
yanqui, quien la utiliza contra cualquier país que no acepta o no se
somete a sus dictados o contra los movimientos de liberación nacional y
países que han obtenido o tratan de obtener su independencia.
Para entender lo antes señalado, debemos exponer los rasgos y características del imperialismo actual.
El propio carácter imperial lo hace ser: hegemónico, unipolar, globalizador, neoliberal, prepotente, agresivo, inhumano y antidemocrático, quien basa sus relaciones, en su poderío económico, diplomático, jurídico, militar y de comunicación; ejerciendo influencia y dominio mediante los fundamentales medios de propaganda y comunicaciones, provocando que el conocimiento y la información sea mediática y ajustada a sus intereses y deseos.
Realmente las Naciones Unidas se han visto imposibilitadas de frenar este fenómeno, el imperialismo norteamericano se adueñó de esa organización, utilizando para ello la “diplomacia del dólar y de las cañoneras” y su política de doble rasero.
Amparado en lo anterior, acusa a este organismo de permitir y fomentar la desobediencia al orden mundial. Por esta razón sólo en ocasiones ha habido condenas públicas y en las pocas veces que se han acordado resoluciones, no se ha ido más allá, como ocurrió con el atentado a la sede cubana de la ONU en 1961 o el crimen de Barbados en 1976, con el sabotaje a un avión cubano, realizado por Luis Posada Carriles, Orlando Boch y otros terroristas.
Se suman las presiones diplomáticas en votaciones de resoluciones o toma de decisiones por la Asamblea General o el Consejo de Seguridad, para iniciar la guerra o imponer medidas económica u otras, o lo que es igual: “EL DERECHO DE LA FUERZA OPONIÉNDOSE A LA FUERZA DEL DERECHO”.
Ese enfrentamiento a países y pueblos cuando estos no se someten a sus pretensiones, unido al hecho de no plegarse la Revolución Cubana basado en su decisión soberana e independiente, ha exacerbado la furia del imperio y ha impregnado en diez administraciones norteamericanas, el empeño de destruir la Revolución, a sus máximos dirigentes, en especial a Fidel Castro Ruz y al sometimiento al pueblo cubano a su dictado.
Con independencia de las diferencias existentes entre ambos países, nuestra posición en relación con el terrorismo está clara y es de franco rechazo a dichas acciones, sea quien sea que lo ejecute, basado en profundas convicciones éticas y políticas que siempre han inspirado a la Revolución Cubana. No es ocioso señalar que tenemos una Ley contra Actos Terroristas o Ley N° 93, de 20 de diciembre de 1993, por lo que ha tratado siempre de colaborar para evitar que actos violentos sean una constante en el continente o en cualquier parte del mundo, en especial, para evitar que se utilice como pretexto para una agresión militar.
Sin embargo, la posición estadounidense es contraria y nada hace por evitar el terrorismo y más bien amamanta a los terroristas de la fundación cubano-americana. Por ello se decidió penetrar esas organizaciones a los fines de detectar las actividades que realizan contra nuestro país.
Esta soberana acción permitió conocer sus acciones y prepararnos para evitar que éstas se materialicen o por lo menos disminuir sus efectos. Esa era la misión de un grupo de agentes de los servicios secretos cubanos. La valiosa información obtenida nos permitió denunciar no pocos planes y evitarlos, otros se disminuyeron en lo posible
En franco gesto de buena voluntad, por parte del gobierno cubano, se le propiciaron al gobierno de los EUA, informaciones valiosas para que evitaran acciones que no sólo afectaban a nuestro país, sino al de ellos y a otros, No obstante la reacción no fue impedir que ocurrieran, sino desarticular nuestra organización a través del trabajo del FBI de Miami, cuyo director Pesquera, es un connotado protector de terroristas desde que trabajaba en Puerto Rico -actualmente volvió a ese país-; es así como detienen a los cinco compañeros actualmente presos injustamente en cárceles del imperio.
La falta de buena voluntad, el actuar de mala fe de la Fiscalía en representación del gobierno en el caso de los Cinco lo demuestra y lo podemos apreciar, en los reclamos ante la Corte de Apelación N° 11 del Circuito de Atlanta y la Corte Suprema de Justicia.
Juristas del mundo, incluidos norteamericanos, parlamentos, organizaciones religiosas y no gubernamentales, premios Nobel, cientos de comités de solidaridad y millones de ciudadanos en el mundo exigen que debe existir por la justicia de ese país un actuar ético y acabar de declarar un fallo justo y conforme a derecho en favor de los cinco cubanos presos, ya que las imputaciones del delito de Conspiración para cometer Asesinato y Conspiración para cometer “Espionaje”, carecen de pruebas y fundamentos, lo que quedó demostrado en el juicio de primera instancia; comprobándose que son verdaderos “trucos” orquestados por ese gobierno para confundir a la opinión pública, haciéndola creer que estos jóvenes son terroristas y convirtiendo este caso en una vendetta política.
Para entender lo antes señalado, debemos exponer los rasgos y características del imperialismo actual.
El propio carácter imperial lo hace ser: hegemónico, unipolar, globalizador, neoliberal, prepotente, agresivo, inhumano y antidemocrático, quien basa sus relaciones, en su poderío económico, diplomático, jurídico, militar y de comunicación; ejerciendo influencia y dominio mediante los fundamentales medios de propaganda y comunicaciones, provocando que el conocimiento y la información sea mediática y ajustada a sus intereses y deseos.
Realmente las Naciones Unidas se han visto imposibilitadas de frenar este fenómeno, el imperialismo norteamericano se adueñó de esa organización, utilizando para ello la “diplomacia del dólar y de las cañoneras” y su política de doble rasero.
Amparado en lo anterior, acusa a este organismo de permitir y fomentar la desobediencia al orden mundial. Por esta razón sólo en ocasiones ha habido condenas públicas y en las pocas veces que se han acordado resoluciones, no se ha ido más allá, como ocurrió con el atentado a la sede cubana de la ONU en 1961 o el crimen de Barbados en 1976, con el sabotaje a un avión cubano, realizado por Luis Posada Carriles, Orlando Boch y otros terroristas.
Se suman las presiones diplomáticas en votaciones de resoluciones o toma de decisiones por la Asamblea General o el Consejo de Seguridad, para iniciar la guerra o imponer medidas económica u otras, o lo que es igual: “EL DERECHO DE LA FUERZA OPONIÉNDOSE A LA FUERZA DEL DERECHO”.
Ese enfrentamiento a países y pueblos cuando estos no se someten a sus pretensiones, unido al hecho de no plegarse la Revolución Cubana basado en su decisión soberana e independiente, ha exacerbado la furia del imperio y ha impregnado en diez administraciones norteamericanas, el empeño de destruir la Revolución, a sus máximos dirigentes, en especial a Fidel Castro Ruz y al sometimiento al pueblo cubano a su dictado.
Con independencia de las diferencias existentes entre ambos países, nuestra posición en relación con el terrorismo está clara y es de franco rechazo a dichas acciones, sea quien sea que lo ejecute, basado en profundas convicciones éticas y políticas que siempre han inspirado a la Revolución Cubana. No es ocioso señalar que tenemos una Ley contra Actos Terroristas o Ley N° 93, de 20 de diciembre de 1993, por lo que ha tratado siempre de colaborar para evitar que actos violentos sean una constante en el continente o en cualquier parte del mundo, en especial, para evitar que se utilice como pretexto para una agresión militar.
Sin embargo, la posición estadounidense es contraria y nada hace por evitar el terrorismo y más bien amamanta a los terroristas de la fundación cubano-americana. Por ello se decidió penetrar esas organizaciones a los fines de detectar las actividades que realizan contra nuestro país.
Esta soberana acción permitió conocer sus acciones y prepararnos para evitar que éstas se materialicen o por lo menos disminuir sus efectos. Esa era la misión de un grupo de agentes de los servicios secretos cubanos. La valiosa información obtenida nos permitió denunciar no pocos planes y evitarlos, otros se disminuyeron en lo posible
En franco gesto de buena voluntad, por parte del gobierno cubano, se le propiciaron al gobierno de los EUA, informaciones valiosas para que evitaran acciones que no sólo afectaban a nuestro país, sino al de ellos y a otros, No obstante la reacción no fue impedir que ocurrieran, sino desarticular nuestra organización a través del trabajo del FBI de Miami, cuyo director Pesquera, es un connotado protector de terroristas desde que trabajaba en Puerto Rico -actualmente volvió a ese país-; es así como detienen a los cinco compañeros actualmente presos injustamente en cárceles del imperio.
La falta de buena voluntad, el actuar de mala fe de la Fiscalía en representación del gobierno en el caso de los Cinco lo demuestra y lo podemos apreciar, en los reclamos ante la Corte de Apelación N° 11 del Circuito de Atlanta y la Corte Suprema de Justicia.
Juristas del mundo, incluidos norteamericanos, parlamentos, organizaciones religiosas y no gubernamentales, premios Nobel, cientos de comités de solidaridad y millones de ciudadanos en el mundo exigen que debe existir por la justicia de ese país un actuar ético y acabar de declarar un fallo justo y conforme a derecho en favor de los cinco cubanos presos, ya que las imputaciones del delito de Conspiración para cometer Asesinato y Conspiración para cometer “Espionaje”, carecen de pruebas y fundamentos, lo que quedó demostrado en el juicio de primera instancia; comprobándose que son verdaderos “trucos” orquestados por ese gobierno para confundir a la opinión pública, haciéndola creer que estos jóvenes son terroristas y convirtiendo este caso en una vendetta política.
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