Misiones Salesianas ha pedido a la comunidad internacional que no
baje la guardia y se mantenga preparada porque podría saltar una nueva
alerta por hambruna en Etiopía, ya que el hambre se está extendiendo por
el continente al mismo ritmo que la sequía: más de 18 millones de
personas en el Sahel y más de nueve millones en el Cuerno de África no
pueden alimentarse.
"La sequía en la que se encuentra sumida la zona y el alto precio de los cereales ha dejado a más de 27 millones de personas en grave riesgo por la falta de alimentos y agua", explica la organización, cuya responsable en Etiopía, Rosella Ferrari, pone el acento en la situación de esta zona, cuyas condiciones "no son mucho mejores que el año pasado.
Según afirma, Somalia, Etiopía, Kenya y Djibouti, "a pesar de las ayudas recibidas este último año, aún siguen necesitando asistencia humanitaria para más de nueve millones de personas y la comunidad internacional debe prepararse por si fuera necesaria una nueva alerta en la zona".
"Falta comida en muchas zonas del país y los agricultores de esta zona se han quedado sin recursos. La situación no es fácil y hay que mandar un SOS", añade el misionero español José Guillem desde Touba, un pequeño pueblo de Malí donde la hambruna se está dejando sentir especialmente.
Los desplazados y los campos de refugiados también han ido aumentando huyendo del hambre y la sequía. Por ejemplo, en el campo de Kakuma (Kenya) la cifra de personas aumenta cada día y ya son más de 98.000 las personas refugiadas. "Necesitamos ayuda de todo tipo: alimentos, agua, material para hacer casas", alertan los misioneros salesianos que trabajan en Kakuma.
"La sequía en la que se encuentra sumida la zona y el alto precio de los cereales ha dejado a más de 27 millones de personas en grave riesgo por la falta de alimentos y agua", explica la organización, cuya responsable en Etiopía, Rosella Ferrari, pone el acento en la situación de esta zona, cuyas condiciones "no son mucho mejores que el año pasado.
Según afirma, Somalia, Etiopía, Kenya y Djibouti, "a pesar de las ayudas recibidas este último año, aún siguen necesitando asistencia humanitaria para más de nueve millones de personas y la comunidad internacional debe prepararse por si fuera necesaria una nueva alerta en la zona".
"Falta comida en muchas zonas del país y los agricultores de esta zona se han quedado sin recursos. La situación no es fácil y hay que mandar un SOS", añade el misionero español José Guillem desde Touba, un pequeño pueblo de Malí donde la hambruna se está dejando sentir especialmente.
Los desplazados y los campos de refugiados también han ido aumentando huyendo del hambre y la sequía. Por ejemplo, en el campo de Kakuma (Kenya) la cifra de personas aumenta cada día y ya son más de 98.000 las personas refugiadas. "Necesitamos ayuda de todo tipo: alimentos, agua, material para hacer casas", alertan los misioneros salesianos que trabajan en Kakuma.
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