Ahora, en
Paraguay, colorados y liberales, opositores durante la dictadura de Stroessner,
son aliados para dar un zarpazo a la democracia.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
La sombra del dictador Stroessner campea en Paraguay |
Aunque lo ocurrido en
Paraguay no es técnicamente un golpe de estado, eso poco importa en términos
políticos, porque el hecho cierto es que se produjo un “quiebre institucional
democrático” y la destitución ilegítima del presidente Fernando Lugo. Sin
embargo, esta definición tiene implicaciones trascendentales para la
estabilidad de nuestros sistemas democráticos permanentemente torpedeados desde
el imperio
La destitución de Lugo
se hizo en el marco de una ley, según dijo él mismo al aceptar el veredicto,
pero fue una decisión ilegítima. Por ello, las preguntas valederas deberían
estar encaminadas a saber de qué legalidad hablamos y cuál es la calidad de
nuestras democracias.
Está visto que la
democracia representativa es un instrumento del sistema capitalista para
mantener el poder de las clases que lo engendraron. Cuando no les sirve,
utilizan sus propios instrumentos para torcer la voluntad popular. Con Allende
no pudieron y recurrieron a una brutal dictadura. En Paraguay, si les funcionó.
La democracia será tal si es participativa, el pueblo ejerce el protagonismo y
se hace efectivo el sometimiento de los
órganos del Estado a la soberanía popular. En el caso de Venezuela, ello está
consagrado en el Artículo 5 de la Constitución Nacional, cerrando el paso a
cualquier intentona antidemocrática
Las clases dominantes
utilizan todos los instrumentos a su alcance: la desestabilización, la
paralización económica y el secuestro del presidente en Venezuela, la captura y
exilio forzado del mandatario en Haití, la secesión en Bolivia, la intervención
militar bajo tutoría directa de Estados Unidos y la expulsión violenta de su
país del presidente en Honduras, la insubordinación de policías alebrestados
por los medios de comunicación en Ecuador y ahora la actuación ilegítima de un
parlamento desprestigiado y corrupto en Paraguay
Otra enseñanza
importante de lo ocurrido en Paraguay nos lleva
a recordar la frase de uno de los muy escasos políticos honestos de la
democracia cristiana chilena, Radomiro Tomic, quien sentenció: “Cuando se gana
con la derecha, es la derecha la que gana”. Así mismo, en este caso, ha quedado
clara la farsa del “libre juego de la democracia”. Un juego que está
organizado para sostener el sistema y
perpetuar el poder de la oligarquía
Aquellos que lanzaban
loas a Obama por ser del partido demócrata,
hoy pueden ver como no solo no ha variado un ápice la política intervencionista de su país ,
sino que la ha profundizado. Así, cuando el sistema entra en crisis y se pone
en juego el poder, se puede ver a pinochetistas y Concertación (socialistas
incluidos) sostener y profundizar el modelo, igual cosa ocurre en Grecia con
conservadores y socialistas, en España con el PP y el PSOE. Ahora, en Paraguay,
colorados y liberales, opositores durante la dictadura de Stroessner, son
aliados hoy para dar un zarpazo a la democracia
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