Todo el mundo sabe,
aunque los medios de comunicación, los satélites y toda la parafernalia mediática
imperial diga lo contrario, que contra
Siria de ha desatado una feroz guerra dirigida por las putrefactas monarquías
árabes, con la aprobación de las potencias occidentales. Uno de los objetivos es aislar a China y Rusia.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela.
A comienzos del siglo
XX, Estados Unidos ambicionaba construir un canal que uniera los dos océanos.
Había dos propuestas: Panamá y Nicaragua. El magnate y publicista de los medios
de comunicación, William Randolph Hearst, hizo lobby a favor de Panamá y para
ello no tuvo inconveniente en divulgar fotos donde se mostraban gigantescos
volcanes en erupción en Nicaragua , lo que hacía poco favorable construir el
canal en esa nación. El único problema es que las fotos no eran de Nicaragua,
sino del Mont Pelée que había hecho erupción el año 1902 en Martinica
destruyendo completamente la ciudad de Saint Pierre. En esta época no existía ni la televisión, ni
los satélites, tampoco internet.
En el año 1982, el
Secretario de Estado estadounidense, Alexander Haig, mostró fotos en la ONU con
las que se documentaban matanzas ordenadas por el gobierno sandinista en contra de indígenas
miskitos. Después se supo que en realidad las fotos eran de quemas de cadáveres de personas asesinadas
por la dictadura de Somoza. Según refiere Fabián Escalante en su libro Operación Calipso, la embajadora estadounidense en la ONU, Jeane
Kirkpatrick, afirmaba que más de 250 mil miskitos se encontraban hacinados en
“campos de concentración sandinistas”. En realidad, para la época, los miskitos
eran un poco más de 100 mil y nunca se
pudo demostrar la existencia de tales campos de concentración. Para la fecha ya
existía la televisión, pero aún no había internet.
En 1989 una revuelta
popular “asqueada” por las imágenes de una matanza producida en la ciudad de
Timisoara, Rumania, generó -una semana después-
un golpe de estado que derrocó y luego asesinó al Presidente de ese país
Nicolae Ceaucescu. Según se supo después, la supuesta masacre de Timisoara fue
un montaje realizado desenterrando cadáveres de una fosa común. Es un hecho
ampliamente conocido y aceptado. Así mismo, la transmisión “en vivo” por
televisión de la ejecución de Ceaucescu tampoco fue veraz, la misma fue
grabada, editada y emitida días después.
Fue una de las primeras
transmisiones “en vivo y en directo” de hechos políticos y/o bélicos a los
cuáles después nos acostumbraron transmitiendo falsas imágenes de la guerra del
Golfo Pérsico, la de los Balcanes y la fallida invasión en Somalia, donde los
marines estadounidenses -como siempre- fracasan en el terreno, pero los salva
la abrumadora superioridad tecnológica,
y la vía libre para cometer excesos, violar el derecho internacional y
los derechos humanos, para - como siempre- resultar vencedores en Hollywood.
En 2003, nos
atiborraron hasta el cansancio con noticias en las que nos hablaban de las
armas nucleares con las que Saddam Hussein iba a destruir a Occidente. El 17 de
julio de ese año, el Presidente George W. Bush y el Primer Ministro británico
Tony Blair dieron una conferencia de prensa conjunta que nos permitió entender
que finalmente lo que se estaba imponiendo era la retórica maquiavélica que
establece que “el fin justifica los medios”.
En dicha conferencia,
Bush evadió la pregunta acerca de si él se responsabilizaba personalmente por
su errada declaración acerca de que Irak buscó uranio en África. Su respuesta
fue: “Me hago responsable de poner a nuestras tropas en acción. Y tomé esa
decisión porque Saddam Hussein amenazó nuestra seguridad y era una amenaza para
la seguridad de otras naciones. Me hago responsable de tomar esa decisión, la
difícil decisión de formar una coalición para eliminar a Saddam Hussein, porque
la inteligencia " - no sólo nuestra inteligencia, sino la inteligencia de
este gran país (Inglaterra) - probó claramente que Saddam Hussein era una amenaza
para la seguridad y la paz”.
En otras palabras,
alabó sus acciones como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Estados
Unidos e insistió en asegurar que serían encontradas armas de destrucción
masiva en Irak eludiendo contestar a una pregunta directa. Unas pocas horas
antes, el Primer Ministro Blair había dicho ante el Congreso norteamericano “si
estamos equivocados, la guerra iraquí fue justificada aún si las armas
prohibidas -la excusa más importante para la guerra-, no son encontradas en
Irak”. Un panorama diferente presentado por los dos líderes. Blair diciendo
"si nosotros estamos equivocados" y Bush declarando. “Creo firmemente
que Saddam trataba de reconstituir su programa de armas nucleares. Y la verdad
demostrará que ésta fue una buena inteligencia. No tengo la menor duda”. En
este caso, ya ni siquiera era necesaria la cobertura mendaz y engañadora que
aportan los medios de comunicación. Se imponía una lógica del poder, la mentira
provenía del propio jefe imperial, que se creía como todos los de su investidura “destinado por la providencia” para pasar por
encima de la verdad y las leyes.
Aquí, ya no era la
televisión, ni los satélites, bastaba con decir que las acciones imperiales se
sustentaban en información proveniente de “fuentes de inteligencia”.
En este último caso, la
mentira llegó a su mayor descrédito cuando el Dr. David Kelly, -un científico involucrado en la
elaboración del expediente británico que aseguraba la búsqueda por Saddam de
uranio en África- se suicidó muy cerca de su propia casa. Kelly fue nombrado
como la fuente incógnita que había informado a la oficina del Primer Ministro
Blair, en cual a su vez había exagerado los informes sobre armas de destrucción
masiva de Saddam Hussein. Dichos informes aseguraban que Saddam podía desplegar
un ataque en cuarenta días, y fueron lo que se usaron para justificar la
invasión de Iraq. Como es sabido las armas de destrucción masiva nunca
aparecieron. La Comisión oficial designada para investigar la muerte de Kelly
concluyó que éste se había suicidado cortándose
la arteria cubital de la muñeca izquierda. Desde un primer momento la versión
oficial fue muy cuestionada.
Ahora, nos quieren
hacer creer, sin que haya pruebas ni conclusiones de una investigación seria
hecha por alguna comisión independiente que la masacre de Houla perpetrada en
Siria el pasado 25 de mayo en la fueron asesinados 108 personas, 49 de ellos
niños y 34 mujeres, fue obra del gobierno sirio.
De inmediato, las
potencias occidentales se apresuraron a culpar a dicho gobierno por el macabro
hecho. Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia, Francia, Alemania,
Italia, España y Holanda expulsaron el 29 de mayo a los diplomáticos sirios en
sus países El canciller británico aprovechó de afirmar que los países
involucrados en las expulsiones, también exhortarán para que se apliquen
mayores sanciones a Siria.
Todo el mundo sabe,
aunque los medios de comunicación, los satélites y toda la parafernalia mediática
imperial diga lo contrario, que contra
Siria de ha desatado una feroz guerra dirigida por las putrefactas monarquías
árabes, con la aprobación de las potencias occidentales, cuyo fin ulterior es
aniquilar al gobierno iraní para avanzar hacia su objetivo final: aislar a
China y Rusia e impedir que puedan transformarse en actores decisivos del futuro
escenario internacional.
Como siempre contarán
para ello con sus grandes medios de comunicación, sus satélites y con Hollywood,
los que construirán una nueva “verdad” tal como lo han venido haciendo desde
hace más de un siglo porque finalmente “el fin justifica los medios”.
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