Bidonville de Dharavi (India) |
Más de una vez he quedado involucrado en una discusión más o menos animada -dependiendo del interlocutor- sobre los supuestos beneficios
que traería en Cuba el establecimiento de un sistema económico
capitalista y de un sistema político pluripartidario, algo que esas
personas -en una sola palabra- califican como moderno.
Sin
saberlo, estas personas -aunque sea de manera bastante arcaica-
enuncian todos los principios básicos de la que entre los años sesenta y
setenta se conocía como ‘ideología de la modernización’.
En
primer lugar existe una profunda confusión entre dos términos que hoy
en día son considerados distintos en todo el mundo, excepto en unos
cuantos atrasados círculos conservadores. Se trata de los conceptos de desarrollo y de crecimiento,
donde el primero se refiere a algo cualitativo (social, político,
demográfico, ecológico) y el segundo a algo meramente cuantitativo
(económico-monetario). Esto es decir que el aumento de la riqueza de un
país (por ejemplo el PIB) expresa un proceso de crecimiento pero no implica necesariamente un proceso de desarrollo.
Referiéndose
a un significado único de dichos términos, esas personas (y esas
teorías) tienen una visión del mundo profundamente dicotómica y
dualista: en un lado del mundo (donde ellos viven o quisieran vivir)
existen las sociedades avanzadas, desarrolladas, civilizadas, ricas,
modernas; por contraposición, al otro lado del mundo (donde ellos no
viven o no quisieran vivir) se encuentran especularmente las sociedades
atrasadas, subdesarrolladas, incivilizadas, pobres, tradicionales.
Además,
el subdesarrollo y la pobreza parecen considerarse como una etapa
temprana del proceso evolutivo que, inevitablemente, llevará a la
modernidad y al desarrollo. Exactamente en línea con lo que decía un
teorico, cuyo nombre no recuerdo, en la década de los cincuenta,
hablando de una ‘trayectoria líneal hacia la modernidad’ que todos los países del mundo, tarde o temprano, habrían puesto en marcha con el ayudo de los países modernos.
Esa
aberrante “teoría” fue enunciada en plena guerra fría y, sobre todo, en
pleno proceso de descolonización y nada más era que una justificación
para atraer a los países de nueva independencia en el bloque del primer
mundo político liderado por los Estados Unidos y evitando cualquier
acercamiento a la izquierda.
Hoy
en día, tras el fin de la guerra fría y del proceso de descolonización
(excepto en algunos absurdos casos como Puerto Rico o Las Malvinas), la
Comunidad Internacional está formada por 193 países (internacionalmente
reconocidos) y muchos de esos, en manera voluntaria o –en la mayoría de
los casos- a través de la imposición y con mucho derramamiento de
sangre, han adoptado la economía de mercado.
Algunos, en realidad muy pocos, en los últimos años han registrado extraordinarias tasas de crecimiento (por ejemplo India, Brasil, México, Sudáfrica). Imagínense que al final de 2011 en la lista de países por PIB
(a paridad de poder adquisitivo), dichas naciones se encontraban entre
las más ricas del mundo y, sobre todo, India, Brasil y México que ocupan
respectivamente el cuarto, el octavo y el duodécimo lugar en la
clasífica mundial.
Claramente
se trata de países perfectamente integrados en la red mundial y, en
algunos casos, se trata de países que en un futuro no muy lejano
dominarán la escena económica mundial convirtiéndose en ‘grandes
potencias’. Pero veamos cuales son sus niveles de desarrollo. Hay que considerar, por ejemplo, que la India tiene una tasa de mortalidad infantil del 46‰,
que tiene una espectativa de vida de 67 años, una tasa de
alfabetización del 66%, un índice de desarrollo humano que la coloca en
la posición número 134 (“tan alto” solo gracias al hecho de que el
índice por un tercio depende del PIB); hay que considerar que en la
India cada año mueren 170.000 personas infectadas con el SIDA.
Cuba,
económicamente no puede competir -a nivel de crecimiento- con una
futura potencia global como India pero nada tiene que envidiarle a nivel
de desarrollo. Por ejemplo, Cuba tiene una tasa de mortalidad infantil
del 4,83‰, una espectativa de vida de casi 78 años, una tasa de
alfabetización de 99,8% (el segundo país más alfabetizado del mundo),
tiene un índice de desarrollo humano que la coloca en la posición número
51 (muy alta a pesar de que un tercio del índice se calcula con el
PIB). En Cuba, cada año, mueren menos de 100 personas infectadas con el
SIDA.
Nunca
me han gustado los números y nunca he creído la supuesta afirmación de
que los números, como tales, tienen valor absoluto. Los números también
deben ser interpretados y contextualizados. Pero el objetivo de esa
entrada es dar una demostración a los interlocutores (de los que hablaba
al principio) del hecho de que nunca ha existido y nunca existirá un
único camino hacia la “modernidad”. También hay que aclarar que en esta
pequeña análisis he hablado de India porque es un país económicamente
avanzado; no hay que olvidar que la mayoría de los países del mundo que
han experimentado el modelo ‘occidental’ se encuentran completamente
desconectados de la mal llamada ‘globalización’ que de global solo tiene
la difusión de miseria y de hambre.
Hablando
con mis interlocutores, las preguntas a las que nunca me han dado
respuestas y que por lo tanto siguen abiertas son ¿qué significa el
llamado capitalismo sui generis que ellos anhelan para Cuba? ¿Cómo se acostumbraría toda la población cubana a la entrada de ese capitalismo?
Entonces
supongamos que Cuba se haya convertido en una nación “moderna”,
capitalista y pluripartidaria. Hechamos un vistazo a esa Cuba.
Seguramente, una pequeña parte de la población está beneficiándose de
esos cambios. Los chicos de los barrios más céntricos de La Habana
pueden comprar un par de zapatos Nike o Adidas cada
mes sin necesidad de guardarlos como una reliquia. Las chicas de los
mismos barrios pueden comprar toda la ropa que desean y andar por el
Paseo del Prado como modelas, quizas llevando joyas de Tiffany, mientras los chicos las “molestan” de sus coches caros y modernos. La revolución tecnológica se
está imponiendo con una velocidad inconcebible en el viejo modelo;
estos mismos chicos y chicas se comunican con sus móviles con tecnología
Android, están en Facebook todo
el día, en sus casas hay por lo menos dos computadoras supersilenciosas
y con procesores avanzados, hay un televisor LCD en cada cuarto,
incluso en la cocina para que las madres de familia puedan ver sus
programas preferidos mientras preparan la comida para sus hijos
modernos. La Habana se ha convertido en una ciudad cosmopolita,
‘globalizada’, productiva, capitalista. Los edificios están surgiendo
día a día. El Paseo Martí ahora es un lugar para ir de compras, donde se
pueden encontrar todas las marcas más famosas.
Pero,
más allá de ese mágico lugar está la verdadera Cuba. La Cuba escluída
de ese proceso, la Cuba que comprende el 98% de la población, la Cuba no-moderna. ¿Qué es lo que ha ocurrido a estas personas tras el cambio de sistema?
Muchos
niños y niñas han tenido que dejar la escuela. La educación sigue
siendo gratuita (en un sistema mixto de público y privado) pero
claramente los libros y todo el material necesario pertenecen a las
grandes compañías editoriales y por lo tanto son muy caros y el dinero
falta por varias razones. En primer lugar, la completa privatización del
mercado de la vivienda ha hecho subir los alquileres a las estrellas,
mucho más allá del salario de un cubano que, como ahora todo es privado y
hay mucha disponibildad mano de obra, sigue bajando. Los padres se ven
obligados a trabajar hasta 15 horas díarias para poder cobrar otro medio
salario que les permita garantizarle un almuerzo diario a sus hijos.
Muchas personas, en busca de mejores condiciones, han decidido
trasladarse a La Habana que entre tanto se ha convertido en la típica
megalópolis del Sur: un centro avanzado, cerca de la costa, rodeado por inmensos barrios con casas de cartón, donde la delincuencia juvenil domina sin rival. El turismo queda solo en el barrio de Miramar y
solo en los hoteles ya que La Habana se ha convertido en otra ciudad
conocida por los secuestros de personas y todas las casas particulares
han tenido que cerrar su actividad. La prostitución -ya presente en el
viejo modelo y usada por las chicas (y los chicos) para obtener algunas
mejorías en su estilo de vida- ahora se ha convertido en una necesidad
de muchas madres solteras que no tienen otra opción que vender su cuerpo
para garantizarle un poco de leche a sus hijos, mientras las
enfermidades virales (sobre todo el SIDA) crecen en una manera
desproporcionada ya que ahora la salud es privada, el nivel educativo de
la población está bajando siempre más y el nuevo Partido que ganó las
elecciones ya no distribuye condones entre los jóvenes. El fenómeno de los balseros
-que intentan cruzar el estrecho de Florida en busca de un futuro mejor
hacia Estados Unidos- es más actual que nunca y miles de personas cada
año muren en el mar, ya que la Ley de Ajuste Cubano ya no está en vigor y entonces los guardacostas norteamericanos no permiten la entrada de los cubanos en aguas territoriales.
La
tan deseada libertad política ya se ha convertido en una desilusión:
ahora Cuba es pluripartidaria y presidencialista. Cada cinco años los
ciudadanos son llamados a las urnas, pero están difundiéndose dos
fenómenos: el de la compraventa de votos
y un abstencionismo sin precedentes debido a la corrupción creciente.
Cada cinco años cambia el Partido y cambia el Presidente pero ningún
político se atreve a empezar acciones legales contra el otro, ya que
todos saben que mañana o algún día la situación estrá al revés y el
favor del silencio y de la condescendencia será devuelto.
Se
me podrá decir que soy trágico, que soy pesimista. Yo solo he
describido las realidades actuales de ciudades como Río de Janeiro,
Ciudad de México, Puerto Príncipe, Nueva Dehli, entre otras.
Entonces, sigo proponiendo mi cuestión no resuelta: ¿Por qué razón una Cuba capitalista debería seguir un camino diferente?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario