Néstor Núñez
No
precisamente por el hecho de constituirse en área geográfica donde los
patrimonios material o cultural puedan resultar distantes o diferentes a
los que les precedieron.
El
asunto se concentra esencialmente en el radical cambio político que
vive el área, el cual ha sido el largo producto de luchas insistentes de
los mejores hijos del Sur del hemisferio, desde el enfrentamiento a las
metrópolis coloniales europeas hasta las batallas más inmediatas contra
el injerencismo norteamericano.
La
región se ha convertido, en buena medida, en hervidero de independencia
y autodeterminación, como precedente de la estructuración de la unidad
muy especial que intenta materializar el sueño ancestral de los próceres
regionales del universo propio, ajeno a toda suerte de ataduras
externas, orgulloso de su devenir y tradiciones, y capaz de hacerse
fuerza global de carácter determinante.
Y
son muchas las marcas indicativas de cómo ese propósito viene
haciéndose realidad. Hace muy poco, por ejemplo, las fuerzas
reaccionarias de Paraguay, mediante el golpe de “nuevo tipo” encabezado
por el poder legislativo de mayoría derechista, creyó pertinente deponer
al presidente constitucionalmente electo, Fernando Lugo.
En
otros tiempos, y no porque Washington haya dejado de intentarlo ni
mucho menos, con toda seguridad los restantes poderes oligárquicos del
área, bajo el ala gringa, hubiesen impuesto sin mayores miramientos la
salida de la casa de gobierno del mandatario de trayectoria progresista.
Sin embargo, hoy no todo es así.
Entidades
formadas al calor del empeño por la independencia regional, como el
Mercado Común del Sur (MERCOSUR), junto a otras asociaciones, gobiernos y
movimientos sociales, han mostrado encomiable firmeza al desconocer a
las autoridades golpistas paraguayas, denunciar la ilegalidad de sus
acciones, y alejarlas de inmediato del renovado contexto hemisférico
como lógica repuesta a su devenir espurio.
Ha
sido la repuesta, en su momento, recibida por los facinerosos quienes
depusieron en Honduras al gobierno legalmente constituido; los que
intentaron reasumir el poder en Venezuela con el relevo violento de Hugo
Chávez, y quienes pretendieron la asonada policial en Ecuador con el
virtual secuestro del mandatario Rafael Correa.
De
manera que, lejos de recibir aplausos y congratulaciones cómplices,
quienes hoy osan violentar la voluntad popular materializada en las
urnas o mediante otros mecanismos positivos de cambio, están cada vez
más expuestos a la condena y el rechazo mayoritario de las naciones y
pueblos latinoamericanos, y por tanto, les será más complicado imponer
su voluntad y la de quienes les respaldan desde el exterior.
Nuevos
tiempos regionales, sin dudas, en cuya formación ha tenido que ver en
mucho la lucha y la resistencia de experiencias revolucionarias como la
cubana, referente obligado para quienes apuestan por la instauración
definitiva de la Patria Grande.
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