martes, 17 de abril de 2012

La noble e instrumentada causa de los Derechos Humanos

Ejemplo de entereza

Hace pocos días, la inefable cadena de noticias CNN dijo, palabras más, palabras menos, que en una entrevista ante la Televisión Española, el Presidente Correa habría manifestado que la organización con sede en Estados Unidos Human Rights Watch “recibiría financiamiento del cartel de Sinaloa”. En un ejercicio de manipulación informativa, la CNN faltaba a la verdad. Yo vi in extensa la brillante forma en que el Presidente Correa respondía a las preguntas de la periodista española.
Lo que en realidad sucedió fue que Rafael Correa, palabras más, palabras menos, señaló deberíamos saber quién financia esas organizaciones que hablan de derechos humanos y que deberíamos conocer si son financiadas por las hermanitas de la caridad o por el cartel de Sinaloa. Es decir, para quien haya visto la entrevista no queda duda de que lo que el Presidente Correa requería era transparencia de estos organismos. Sin embargo, la CNN cambió el sentido de lo que se decía.
Ese es un pequeñísimo ejemplo de lo que los gobiernos revolucionarios en nuestra América tienen que soportar de los medios de comunicación empresarial transnacional o local. Hablo de este tema, porque está íntimamente ligado a la campaña de desacreditación que se ha desplegado con el propósito de frenar los avances económicos y sociales que vive nuestra región. Una de las matrices informativas y de opinión que se intenta instalar es que nuestros gobiernos violan la libertad de expresión y conculcan los derechos humanos. Por eso considero imprescindible darnos por aludidos y fortalecer el debate propuesto por el Presidente Correa en torno a los sistemas internacionales de derechos humanos, en general, y el interamericano en particular.
La noble causa de los Derechos Humanos ha sido durante mucho tiempo y es instrumentalizada para encubrir otros fines. Con el discurso de la defensa de los derechos humanos hace poco se “santificó” la invasión a Irak, la agresión a Libia y ahora la que se dispone contra Siria. La realidad demuestra que no ha existido un esfuerzo sincero y efectivo de la comunidad internacional para erradicar las violaciones de los derechos humanos. Un ejemplo claro es la aprobación de dos Pactos Internacionales, uno sobre derechos civiles y políticos, y otro sobre los derechos económicos, sociales y culturales; como si la dignidad humana podría ser fragmentada o dividida.
Pero aun más, los Estados con mayor capacidad de violar masivamente los derechos de los habitantes de nuestro planeta, se han negado sistemáticamente a reconocer esa débil estructura normativa.
Sin embargo, existe un problema medular cuyo debate ha sido elegantemente eludido por las estructuras supranacionales: cómo encarar las violaciones a la dignidad humana promovidas, provocadas y ejecutadas por los poderes fácticos. El sistema financiero, las empresas trasnacionales, los medios de comunicación empresariales, etc.
Es decir, las más grandes amenazas a la persona humana, a las democracias y al planeta son impunes. Los sistemas internacionales de derechos humanos no tienen competencia para investigarlas y procesar a los responsables de sus daños. Se ha argumentado reiteradamente que el argumento fundamental es que al ser el Estado el garante final de la defensa de los derechos humanos, corresponde a éstos su delimitación normativa. Este argumento, deja maliciosamente de lado, el hecho de que existen poderes fácticos mucho más poderosos que los propios estados, que se esconden por la ausencia de una legislación y estructura internacional que prohíba y persiga ciertas acciones (ej. los denominados paraísos fiscales).
En cambio, el discurso de la defensa de los derechos humanos es ahora usado para perseguir a ciertos gobiernos. En esa lógica, tienen un lugar privilegiado las “denuncias” de que en nuestros países se viola la libertad de expresión. Ese es el tema de actualidad que intenta estigmatizar a los gobiernos revolucionarios. No se analizan los intereses económicos de los medios de comunicación empresariales, no se respeta la dignidad de persona de quienes cumplen una función pública, se esconde información, se manipula y tergiversa, y como por arte de magia, los operadores de estos intereses aparecen como víctimas.
Este es un tema central, porque tan peligrosos como los tanques de un ejército invasor son las ofensivas y el bombardeo mediático que intenta socavar los más fuertes cimientos de nuestras revoluciones: el alma, el corazón y la conciencia de nuestros pueblos.
Es hora de un nuevo sistema “latinoamericano” de derechos humanos, de una estructura supranacional que verdaderamente defienda a las democracias de los golpes de Estado, de los modelos económicos antihumanos y de los poderes fácticos.
Para ello, este debate tiene que ser profundizado en nuestros escenarios naturales: el Alba y Unasur. Nosotros, desde nuestras regiones, deberíamos tener un cuerpo que elabore informes de la situación de los derechos humanos en el mundo y no esperar los que publica el Departamento de Estado. Deberíamos contar con un Observatorio Regional de Medios para develar ante el pueblo cómo funciona la manipulación informativa en contra de nuestros países. Además de intercambiar constantemente experiencias sobre cómo encarar estos desafíos.
Ecuador ha sido víctima de un ataque despiadado, pero está triunfando y triunfará definitivamente. Es un ejemplo de entereza y dignidad. Sus victorias son las de todos los pueblos.
- Sacha Lorentti, en su doble condición de emblemático defensor de una de las entidades más queridas de Bolivia, la APDH-B; y de ex-Ministro del Gobierno del presidente Evo Morales, fue invitado a Ecuador el 22 de marzo al foro “Hacia un nuevo sistema latinoamericano de DDHH”, organizado por la Cancillería ecuatoriana. Debido a emergencias de su agenda a última hora no pudo viajar, pero envió su ponencia: “Ecuador: ejemplo de entereza”.

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