viernes, 27 de abril de 2012

Convocatoria estudiantil fue seguida por trabajadores y otros sectores en diversas ciudades

De sorpresiva e impresionante por su masividad fue considerada la respuesta a la convocatoria estudiantil a una protesta nacional que se convirtió, este miércoles, en la primera movilización social del año y solo en la capital sumó a más de cien mil personas, con eco masivo en otras ciudades.

La manifestación capitalina intentó otra vez ser acallada por la policía con gases lacrimógenos que tornaron irrespirable el ambiente en el Paseo Ahumada, la principal arteria citadina, por donde transitan a diario más de un millón de santiaguinos, reportó PL.

La corresponsal también fue testigo de la acción despiadada de los carros lanzagua, tomados por las imágenes de Telesur en plena acción. Un número indeterminado de movilizados fueron detenidos en la capital, reportó Notimex.

Aunque entre las demandas principales de los manifestantes flameaba el reiterado reclamo de educación pública y gratuita, que desde el año pasado exigen los jóvenes en las calles, la marcha pacífica expresaba el rechazo al modelo sociopolítico chileno, comentó PL.

La gruesa fila de manifestantes alcanzó una extensión de tres kilómetros en la capital y tuvo el apoyo decidido de los trabajadores, actitud reiterada por ese sector en ciudades como Concepción, La Serena, Osorno, Talca y Chillán.

DPA consideró en un titular que la marcha «complica al impopular Piñera», al anotar que el ejecutivo, con las elecciones municipales de octubre a las puertas y las presidenciales de 2013 en el horizonte, intentó que se desvaneciera la convocatoria al anunciar, el lunes, un plan de financiamiento estatal a la Educación Superior. Pero según reportó AFP, la Confech (Confederación de Estudiantes de Chile) consideró insuficiente la propuesta, pues excluye a los bancos privados de contribuir a los gastos de la enseñanza.

Todavía este propio miércoles, un par de horas antes de la movilización, el presidente Sebastián Piñera anunció por televisión un proyecto de reforma tributaria, cuyos recursos serían destinados a mejorar el sistema educativo, señaló EFE. Pero ya la suerte de la movilización parecía echada.
«El pueblo tiene más necesidad de dignidad que de orden» y «En esta lucha nuestros hijos no están solos» fueron algunos de los lemas portados en las pancartas, donde apareció un reclamo no visto antes en Chile: «Asamblea Constituyente, ahora».

En declaraciones que reprodujo Notimex, la joven Camila Vallejo, vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de Chile y una de las líderes más visibles en las movilizaciones de 2011, dijo que la jornada «demuestra a los que creyeron desgastado al movimiento estudiantil, que estaban equivocados».
La política chilena amaneció hoy conmocionada por las masivas marchas estudiantiles que estallaron esta semana, abriendo problemas insospechados para gobierno, oposición y el propio movimiento social de cara a los comicios municipales de octubre. Con un apoyo de menos del 30 por ciento, el presidente Sebastián Piñera mantuvo una reunión de horas con los líderes de los partidos de derecha que lo apoyan, Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Indepente (UDI), para destrabar su respaldo a una reforma tributaria. La oposición de centroizquierda, en el poder entre 1990 y 2010, anunció ya su rechazo al proyecto que busca generar un nuevo modelo de financiamiento de la educación superior, que en Chile tiene un costo de miles de dólares anuales para los estudiantes, incluso en centros de estudios estatales. "Es insuficiente", resumió el presidente del Senado, el socialista Camilo Escalona, el político más cercano a la ex mandataria Michelle Bachelet, favorita para los comicios presidenciales de 2013. La masividad de las movilizaciones, inesperada incluso para la líder estudiantil Camila Vallejo, ya obligó por tanto a oficialismo y oposición a consensuar internamente la necesidad de una resistida reforma impositiva, pero sin aclarar aún su magnitud. Sin embargo, esa conquista de los estudiantes, a los que el gobierno llamó de inmediato al diálogo, develó problemas mayores para el diseño político, electoral e institucional del país. El ingreso de cuatro millones de jóvenes al padrón electoral este año, gracias a una reforma constitucional, abre una incógnita mayor sobre el futuro político del país, sobre todo cuando el canto más repetido de las marchas es: "el pueblo, unido, avanza sin partidos". Hasta ahora el descontento social, marcado por la desigual distribución de la riqueza, no fue capitalizado por ningún sector político. Ni siquiera el Partido Comunista, colectividad a la que pertenece la emblemática líder Vallejo. Oficialismo y oposición tienen apoyos inferiores a 20 por ciento en encuestas. El PC perdió los últimos meses la mayoría de los centros estudiantiles que controlaba. Paralelamente, los movimientos sociales que en 2011 organizaron 6.000 protestas según el gobierno, todavía son incapaces de levantar una plataforma común o una propuesta programática. Enfrentado a su peor escenario, un movimiento estudiantil fuerte pese a los siete meses de protestas en 2011, el gobierno debe resolver pronto hasta dónde quiere ceder de cara a las elecciones municipales. "Las puertas del diálogo están abiertas", dijo desde ya el ministro de Educación, Harald Beyer, marcando distancia con la negativa a conversar que el gobierno mantuvo por meses en 2011. La centro izquierda, acusada por los líderes sociales de gobernar durante dos décadas para los empresarios, debe analizar a su vez cómo tender lazos con los movimientos ciudadanos. La gran duda, incrementada por la amplia convocatoria de las protestas, es si finalmente los indignados chilenos se convertirán en una opción politica, cuando restan meses para renovar alcaldes, parlamentarios y presidente. O si por el contrario sucumbirán en su propia diversidad y como los indignados de Europa mirarán de lejos el poder.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/mundo/Analisis-Camila-Vallejo-indignados-Chile-protesta-marcha-educacion-estudiantes_0_689331069.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
La política chilena amaneció hoy conmocionada por las masivas marchas estudiantiles que estallaron esta semana, abriendo problemas insospechados para gobierno, oposición y el propio movimiento social de cara a los comicios municipales de octubre. Con un apoyo de menos del 30 por ciento, el presidente Sebastián Piñera mantuvo una reunión de horas con los líderes de los partidos de derecha que lo apoyan, Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Indepente (UDI), para destrabar su respaldo a una reforma tributaria. La oposición de centroizquierda, en el poder entre 1990 y 2010, anunció ya su rechazo al proyecto que busca generar un nuevo modelo de financiamiento de la educación superior, que en Chile tiene un costo de miles de dólares anuales para los estudiantes, incluso en centros de estudios estatales. "Es insuficiente", resumió el presidente del Senado, el socialista Camilo Escalona, el político más cercano a la ex mandataria Michelle Bachelet, favorita para los comicios presidenciales de 2013. La masividad de las movilizaciones, inesperada incluso para la líder estudiantil Camila Vallejo, ya obligó por tanto a oficialismo y oposición a consensuar internamente la necesidad de una resistida reforma impositiva, pero sin aclarar aún su magnitud. Sin embargo, esa conquista de los estudiantes, a los que el gobierno llamó de inmediato al diálogo, develó problemas mayores para el diseño político, electoral e institucional del país. El ingreso de cuatro millones de jóvenes al padrón electoral este año, gracias a una reforma constitucional, abre una incógnita mayor sobre el futuro político del país, sobre todo cuando el canto más repetido de las marchas es: "el pueblo, unido, avanza sin partidos". Hasta ahora el descontento social, marcado por la desigual distribución de la riqueza, no fue capitalizado por ningún sector político. Ni siquiera el Partido Comunista, colectividad a la que pertenece la emblemática líder Vallejo. Oficialismo y oposición tienen apoyos inferiores a 20 por ciento en encuestas. El PC perdió los últimos meses la mayoría de los centros estudiantiles que controlaba. Paralelamente, los movimientos sociales que en 2011 organizaron 6.000 protestas según el gobierno, todavía son incapaces de levantar una plataforma común o una propuesta programática. Enfrentado a su peor escenario, un movimiento estudiantil fuerte pese a los siete meses de protestas en 2011, el gobierno debe resolver pronto hasta dónde quiere ceder de cara a las elecciones municipales. "Las puertas del diálogo están abiertas", dijo desde ya el ministro de Educación, Harald Beyer, marcando distancia con la negativa a conversar que el gobierno mantuvo por meses en 2011. La centro izquierda, acusada por los líderes sociales de gobernar durante dos décadas para los empresarios, debe analizar a su vez cómo tender lazos con los movimientos ciudadanos. La gran duda, incrementada por la amplia convocatoria de las protestas, es si finalmente los indignados chilenos se convertirán en una opción politica, cuando restan meses para renovar alcaldes, parlamentarios y presidente. O si por el contrario sucumbirán en su propia diversidad y como los indignados de Europa mirarán de lejos el poder.

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