martes, 7 de junio de 2011

OTAN: ¡A liberar África de los africanos!, Glen Ford

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A juicio de EE.UU. y Europa, al parecer los africanos no tienen voz ni voto sobre lo que sucede en África. El presidente sudafricano Jacob Zuma hizo un segundo viaje a Libia esta semana, en nombre de la Unión Africana, en busca de un final diplomático para la guerra de la OTAN contra el gobierno de Muamar Gadafi. Exactamente como en la anterior misión de mantenimiento de la paz de la Unión Africana a comienzos de abril, el coronel Gadafi aceptó el plan de paz. Y lo mismo que antes, los denominados rebeldes y sus jefes estadounidenses y europeos incluso se negaron a considerar un alto el fuego.
Como ha sido obvio desde el comienzo de esta “farsa” humanitaria, los Grandes Padres Blancos de Europa y la “mascota de Wall Street” de EE.UU., como han llamado a Obama, sólo se quedarán satisfechos con un cambio de régimen en Libia – ¡Y al diablo con lo que piensen los africanos!
Pronto los euro-estadounidenses mostrarán exactamente el mismo desdén por sus actuales aliados norteafricanos, basados en Bengasi, que pretenden dirigir una “revolución” contra Gadafi. Pero esos rebeldes perdieron su legitimidad en el segundo mismo en que decidieron convertirse en tropas terrestres para una invasión neocolonial del Norte de África. Los revolucionarios luchan contra el Poder. La pandilla de Bengasi no son otra cosa que peones del imperialismo y no les queda credibilidad alguna como revolucionarios. Es una guerra imperialista, librada con objetivos imperiales. Los rebeldes prefieren convertirse en mascotas del imperialismo, que esperan como miserables pequeños Gunga Dins [Gunga Din: porteador de agua de los británicos en la cinta del mismo nombre, N. del T.] que los británicos y los franceses lleguen con helicópteros artillados para quemar y asesinar a sus compatriotas.

La OTAN da órdenes a sus acólitos libios como si fueran niños. La OTAN “emitió recientemente instrucciones” de que los rebeldes no vayan más allá de ciertos puntos en el desierto, para que no entren a los campos de la muerte que los ricos padres blancos –más Obama– preparan para incinerar soldados del gobierno libio. Naturalmente los rebeldes harán exactamente lo que se les dice, ya que no es su revolución. Más bien Libia es la línea de avanzada de la contrarrevolución europea y estadounidense. La cadena de comando parte de París, Londres y Washington. Bengasi ha vuelto a ser el puesto avanzado colonial que era cuando regían los italianos – solo ahora, en el Siglo XXI, todos juntos, europeos y estadounidenses, llegan a subyugar a los libios, que sonríen y se despellejan mientras agradecen a los colonizadores que vuelven a salvar a África de los africanos.

Y por eso tiene un sentido perfecto que una propuesta de paz del presidente de Sudáfrica, el país más poderoso y rico de África Negra, que actúa por cuenta de la organización que incluye a todas las naciones del continente, cuente menos que nada en el contexto imperial actual. Occidente alienta al presidente sudafricano Jacob Zuma a que ayude a meter en vereda a los países africanos caóticos, pero Zuma y la Unión Africana no están autorizados a interferir con las guerras imperiales en el continente. Eso es “cosa de blancos”.

Cuando lleguen los helicópteros de ataque occidentales, serán aclamados por los rebeldes basados en Bengasi, como si ellos hubieran logrado algo. Los Gunga Dins deberían estudiar cuidadosamente esos helicópteros y su tremendo poder destructor. Porque algún día se volverán contra ellos. EE.UU. y Europa no tienen la menor intención de permitir que los libios gobiernen Libia. Después de todo: ¿Por qué iban a entregar todo ese petróleo los imperialistas a un montón de lacayos locales que ni siquiera pudieron librar su propia guerra?

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