lunes, 21 de marzo de 2011

LAS MEMORIAS DE UN HALCÓN, Lázaro Fariñas

Acaba de salir publicado (febrero 2011) el libro que contienen las memorias de Ronald Rumsfeld. Bueno, como no lo he leído, me puedo imaginar que serán las selectivas memorias del Ex Secretario de Defensa del presidente George W. Bush. No creo que personalmente tenga estómago para sentarme a leer un ejemplar del mismo. Hay que hacer un poco de memoria y recordar que fue este hombre el que afirmó, allá en el 2002, antes de la invasión de Irak por parte de la armada norteamericana, refiriéndose a la supuesta ayuda del gobierno de Saddam Hussein a los movimientos terroristas islámicos: “Nadie en el mundo discute que los iraquíes tienen armas de destrucción masiva. Todos sabemos que la tienen. Un mono entrenado lo sabe”. Claro que, después, como todo el mundo sabe, hasta el mono entrenado se equivocó, a no ser que el mono hubiese sido entrenado para mentir descaradamente. Las palabras del título de su libro fueron constantemente usadas por el ex ministro de Bush. Incluso cuando las evidencias apuntaban a que no era cierto que el gobierno iraquí estaba ayudando a esas organizaciones, salió con esta respuesta clásica que fue repetida una y otra vez: “Los informe de que algo no ha ocurrido siempre me han parecido interesantes, porque, como sabemos, está lo conocido que conocemos, están las cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también están las cosas desconocidas que no sabemos, aquellas que no sabemos que no sabemos.” Lo que sí nosotros y todo el mundo sabemos es que este señor es un redomado mentiroso, misterioso e insidioso que ayudó en parte fundamental de esa acción armada. Este halcón de halcones que, junto con Dick Cheney, fue el arquitecto de las mentiras que llevaron a la destrucción de Irak, ahora se aparece con este libro que ha titulado, en su traducción al español, “Lo que sabemos y lo que desconocemos” en el que aún, después de descubrirse toda la verdad, sigue defendiendo tanto la invasión, que tantas muerte y destrucción llevó a aquel país, así como las torturas que llevó a cabo el ejército norteamericano en las prisiones iraquíes y en la base de Guantánamo. Según cuentan los que han leído las ochocientas páginas de este libro, Rumsfeld describe como el presidente Bush lo invitó a la Oficina Oval de la Casa Blanca 15 días después de los actos terroristas de septiembre para ordenarle un plan de guerra contra Irak. Según cuenta el Halcón en sus memorias, Hussein estaba amenazando de muerte, tanto a sus dos hijas, como a las dos hijas de Bush y que, para esa labor, tenía reservados $60 millones de dólares para pagar a sus agentes. Toda una novela montada alrededor de una supuesta trama del presidente de Irak para asesinar a las hijas de ambos. Siendo muy bondadoso y desinteresado, el caballero de la guerra afirma que, cuando salió a la luz pública lo de las torturas en Abu Ghraib, él le ofreció al presidente su renuncia para que así toda la responsabilidad cayera sobre él como ministro de Defensa, y la administración se pudiera limpiar del escándalo que había estallado ante tan abominables hechos. Según afirma, su bondadosa oferta fue rechazada, tanto por Chenney, como por Bush y que en su lugar, sugirieron despedir al jefe del Estado Mayor Conjunto el general Richard Meyers. Según Rumsfeld, la culpa de aquellas atrocidades que ocurrieron en las cárceles de Irak fue obra de un pequeño grupo de soldados y no obedecían a instancias superiores del ejército. Esa lógica es una constante en este país. Siempre dicen que son los de abajo los culpables de este tipo de actos y no sus jefes. Si un policía le cae a palos a cualquier ciudadano, el culpable es el policía y no el gobierno para el cual trabaja. Las citas que se hacen sobre el libro por personas que han tenido la oportunidad de haberlo leído son cuantiosas e imposibles de describir en este comentario por lo largo que lo hiciera. Pero las que hasta ahora he leído me confirman la personalidad de este hombre que, indiscutiblemente, tiene ciertas cualidades que le son innegables. Es un hombre que sabe defender sus puntos de vista y que está dispuesto a utilizar cualquier argumento para hacerlo, utilizando lo mismo la mentira, la ironía o el ataque personal. Fue elegido representante federal por varios periodos, y sirvió dos veces como Secretario de Defensa, una de ellas en la administración de Gerald Ford y después con George W Bush. Es decir que, para su posición de Halcón Mayor, ha estado dos veces situado en el perfecto lugar. Desde ahí ha podido volar bien alto, desde ahí hizo mucho daño directo y colateral con sus decisiones y desde ahí y fuera de ahí, mintió y siguió mintiendo. Ahora, lo hace escribiendo sus memorias.

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