martes, 29 de marzo de 2011

Los misiles acaban con Obama, David E. Santos Gómez

De todas las malas semanas que ha vivido Barack Obama en su Presidencia (que son muchas), la que está comenzando puede ser la peor de todas. Acorralado por sus contradicciones y empapado en una lluvia de críticas, el mandatario estadounidense parece ahora políticamente más débil que nunca. La decisión de entrar en una coalición internacional para atacar a Libia se empieza a dibujar como el peor error que ha cometido en sus años de mandato.
El tiempo demuestra poco a poco que la guerra de Libia es un desastre de proporciones épicas. Los misiles que la alianza internacional lanzó sobre Trípoli parecen haber tenido efecto al otro lado del mundo y han destrozado una parte de la confianza del pueblo estadounidense en su presidente. Hoy todos se preguntan cómo es que Obama inició su primera guerra de una manera tan acelerada y desordenada.
Las críticas llueven de todos lados pero coinciden en los motivos. La guerra ha sido mal planeada, no parece tener objetivos claros y es difícil saber cómo terminará. La Casa Blanca, además, no consultó al Congreso su decisión de participar en los ataques y nadie conoce los reales intereses de los grupos rebeldes que intentan acabar con la tiranía de Muamar el Gadafi. "¿Quiénes son los hombres armados a los que estamos favoreciendo con este ataque?", se preguntan con insistencia los políticos y analistas en Estados Unidos.
Los discursos enfocados a defender la incursión militar parecen girar en torno a los mismos argumentos desgastados que ya nadie considera válidos. Destacan que con la entrada de la alianza internacional a Libia, apoyada por la ONU, se han salvado miles de vidas, que se detuvo el baño de sangre y que el país que aún gobierna Gadafi es más seguro. Los discursos de Obama, siempre destacados por ser su mejor arma, parecen ahora vacíos y repetitivos y en una profesión como la política, en la que la apariencia juega un papel fundamental, el jefe de Estado luce cansado y errático.
Para defenderse de los inclementes dardos que le disparan desde Washington tanto sus opositores republicanos como sus compañeros demócratas, Obama dijo que la participación de Estados Unidos será corta y está inscrita como una colaboración a los aliados en la que no se asumen tareas de liderazgo. La Otán, Francia e incluso el Reino Unido juegan papeles más importantes.
Pero el tiempo pasa. Lo que se esperaba como una incursión rápida se transforma con las horas en un laberinto de vergüenza y los errores de planeación empiezan a pasar factura. Al tener como principal objetivo algo tan etéreo como "defender a la población civil" el logro de las metas se hace incuantificable. ¿Cuándo la población estará suficientemente protegida? Por un lado se dice que el objetivo no es Gadafi pero está más que claro que si tras la masiva incursión militar el dictador de cuatro décadas sigue sentado en la silla del poder, todo habrá sido un fracaso.
Que Libia se convierta en una guerra larga es el peor de todos los escenarios para Obama en un momento en el que muchos parecen coincidir en que se equivocó en la planeación del conflicto y en la definición de los objetivos.
El chaparrón no pudo caer en un peor momento. No es difícil reconocer que aunque las críticas vienen de todas las esquinas, los más fuertes opositores al conflicto son aquellos con intereses presidenciales. Republicanos que ven en este traspié la mejor oportunidad para insistirle al electorado que Estados Unidos debe cambiar de rumbo para el año entrante. Y hay que ser claros, si este año termina para Obama en el mismo nivel de descenso en el que va, no es descabellado pensar que su presidencia tendrá un solo periodo.

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