Omar Pérez Salomón
La pupila insomne
Uno de los proyectos de ley que más preparación, análisis y discusión ha tenido en la Cámara y Senado norteamericano es sin dudas el presentando a principio de los años 80 del siglo pasado, que contemplaba la creación, financiamiento y operación por parte del gobierno de Estados Unidos, de una estación de radio destinada a transmitir exclusivamente hacia Cuba.
El propio presidente Ronald Reagan firmó la orden ejecutiva 12 323, el 22 de septiembre de 1981, mediante la cual creaba la “Comisión Presidencial para la Radiodifusión hacia Cuba”, la que tendría como objetivo analizar la creación de un nuevo “servicio radial” dirigido específicamente a Cuba. Habría que destacar que uno de sus miembros era Jorge Mas Canosa, presidente de la organización contrarrevolucionaria y terrorista, Fundación Cubano Americana.
Los proyectos de ley presentados fueron tratados por varios subcomités y comités de ambas cámaras durante todo el año 1982, los cuales convocaron a numerosas audiencias públicas en las que declararon expertos en programación radial, relaciones políticas internacionales, ingeniería, integrantes de las distintas asociaciones de radiodifusores, junto a funcionarios de la administración norteamericana.
En mayo de 1985, luego de un torcido camino de formales disputas legislativas, tiene lugar el advenimiento de la emisora anticubana con el nombre del apóstol de la independencia de Cuba, materializándose una nueva agresión a la soberanía del espacio radioeléctrico cubano.
Pensaron que estas transmisiones tendrían la misma efectividad que las realizadas por Radio Europa Libre y Radio Libertad a los países de Europa del Este, en el sentido de favorecer la subversión político ideológico para destruir la Revolución Cubana.
Luego de casi 27 años de fracasadas transmisiones de la mal llamada Radio Martí hacia la mayor de las Antillas, por parte de cinco administraciones norteamericanas, se pone de manifiesto la impotencia de la potencia más poderosa del planeta, para cumplir sus objetivos imperiales con relación a Cuba. Es tanta la soberbia, que desconocen las reiteradas llamadas de atención realizadas al gobierno de Washington por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, organismo de la ONU.
Por estos días, la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones, que se celebra en Ginebra, ha reafirmado que Estados Unidos viola las normas a las que está sujeta por invadir el territorio cubano con frecuencias radioeléctricas enviadas desde aeronaves, que interfieren canales de televisión y frecuencias de radio en ondas medias y FM que se encuentran en servicio en la isla.
El despliegue de aviones para las trasmisiones ilegales constituye una de las acciones más provocativas y peligrosas. Una medida como esta solo se ha tomado anteriormente durante situaciones de guerra, como Viet Nam e Irak, y significa una clara violación de la soberanía cubana.
Las transmisiones de “Radio y TV Martí” desde una aeronave comienzan en agosto de 2004 y llegan a nuestros días, gastando una cifra considerable de dinero de los contribuyentes norteamericanos. Cada emisión contra Cuba cuesta más de 100 000 dólares. Tales emisiones son sufragadas con un presupuesto aprobado por el Congreso estadounidense, que este año fiscal prevé más de 30 millones de dólares.
A lo largo de más de cinco décadas, las sanciones y restricciones económicas contra Cuba han estado acompañadas de operaciones diversionistas e iniciativas para crear, financiar y dirigir una quinta columna contra el orden constitucional cubano.
La emisión de señales de radio y televisión hacia Cuba desde territorio norteamericano, que hoy alcanza más de 2 000 horas semanales de programación anticubana, incluidas alocuciones que convocan actos terroristas, ha sido una verdadera guerra en los órdenes técnico, diplomático y de inteligencia, donde la potencia imperial ha llevado la peor parte, pues se neutraliza cada día la señal de la televisión enemiga en sus distintas variantes y se mantiene en un bajo perfil la recepción de la RM.
Quizás por eso la actual administración de Barack Obama se empecina en incrementar estas transmisiones, a pesar de las acusaciones de la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones
La pupila insomne
Uno de los proyectos de ley que más preparación, análisis y discusión ha tenido en la Cámara y Senado norteamericano es sin dudas el presentando a principio de los años 80 del siglo pasado, que contemplaba la creación, financiamiento y operación por parte del gobierno de Estados Unidos, de una estación de radio destinada a transmitir exclusivamente hacia Cuba.
El propio presidente Ronald Reagan firmó la orden ejecutiva 12 323, el 22 de septiembre de 1981, mediante la cual creaba la “Comisión Presidencial para la Radiodifusión hacia Cuba”, la que tendría como objetivo analizar la creación de un nuevo “servicio radial” dirigido específicamente a Cuba. Habría que destacar que uno de sus miembros era Jorge Mas Canosa, presidente de la organización contrarrevolucionaria y terrorista, Fundación Cubano Americana.
Los proyectos de ley presentados fueron tratados por varios subcomités y comités de ambas cámaras durante todo el año 1982, los cuales convocaron a numerosas audiencias públicas en las que declararon expertos en programación radial, relaciones políticas internacionales, ingeniería, integrantes de las distintas asociaciones de radiodifusores, junto a funcionarios de la administración norteamericana.
En mayo de 1985, luego de un torcido camino de formales disputas legislativas, tiene lugar el advenimiento de la emisora anticubana con el nombre del apóstol de la independencia de Cuba, materializándose una nueva agresión a la soberanía del espacio radioeléctrico cubano.
Pensaron que estas transmisiones tendrían la misma efectividad que las realizadas por Radio Europa Libre y Radio Libertad a los países de Europa del Este, en el sentido de favorecer la subversión político ideológico para destruir la Revolución Cubana.
Luego de casi 27 años de fracasadas transmisiones de la mal llamada Radio Martí hacia la mayor de las Antillas, por parte de cinco administraciones norteamericanas, se pone de manifiesto la impotencia de la potencia más poderosa del planeta, para cumplir sus objetivos imperiales con relación a Cuba. Es tanta la soberbia, que desconocen las reiteradas llamadas de atención realizadas al gobierno de Washington por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, organismo de la ONU.
Por estos días, la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones, que se celebra en Ginebra, ha reafirmado que Estados Unidos viola las normas a las que está sujeta por invadir el territorio cubano con frecuencias radioeléctricas enviadas desde aeronaves, que interfieren canales de televisión y frecuencias de radio en ondas medias y FM que se encuentran en servicio en la isla.
El despliegue de aviones para las trasmisiones ilegales constituye una de las acciones más provocativas y peligrosas. Una medida como esta solo se ha tomado anteriormente durante situaciones de guerra, como Viet Nam e Irak, y significa una clara violación de la soberanía cubana.
Las transmisiones de “Radio y TV Martí” desde una aeronave comienzan en agosto de 2004 y llegan a nuestros días, gastando una cifra considerable de dinero de los contribuyentes norteamericanos. Cada emisión contra Cuba cuesta más de 100 000 dólares. Tales emisiones son sufragadas con un presupuesto aprobado por el Congreso estadounidense, que este año fiscal prevé más de 30 millones de dólares.
A lo largo de más de cinco décadas, las sanciones y restricciones económicas contra Cuba han estado acompañadas de operaciones diversionistas e iniciativas para crear, financiar y dirigir una quinta columna contra el orden constitucional cubano.
La emisión de señales de radio y televisión hacia Cuba desde territorio norteamericano, que hoy alcanza más de 2 000 horas semanales de programación anticubana, incluidas alocuciones que convocan actos terroristas, ha sido una verdadera guerra en los órdenes técnico, diplomático y de inteligencia, donde la potencia imperial ha llevado la peor parte, pues se neutraliza cada día la señal de la televisión enemiga en sus distintas variantes y se mantiene en un bajo perfil la recepción de la RM.
Quizás por eso la actual administración de Barack Obama se empecina en incrementar estas transmisiones, a pesar de las acusaciones de la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones
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