Abrazando a René y a Gerardo con Roberto Chile
David Vázquez Abella
Si mis palabras fueran elocuentes y hermosas, si pudiera expresar mis sentimientos y sensaciones, haría mi mejor crónica sobre el último documental de Roberto Chile. Pero solo puedo ser un simple guía de sus palabras al conversar conmigo sobre “Esencias, La Colmenita en Estados Unidos”, su más reciente documental que acaba de estrenar la Televisión Cubana.
Primero un simple email pidiéndole muy amablemente, con todas las mayúsculas y las tildes, con toda la formalidad posible (y un poco más) una entrevista. Me respondió con su número de teléfono. Llamé al momento. Si lo pienso un par de veces me pongo muy nervioso y ahora ¿escribiría? sobre Obama, SOPA o Industriales (mi equipo).
Cuando conteste, ¿cómo le digo? ¿Chile? Muy formal para Cuba. ¿Roberto? Demasiado atrevido. ¿Oigo?, no me dio tiempo a pensar:
-Buenas tardes, por favor con Roberto Chile…
-Soy yo.
-Ah, mire… (sin nombre), le habla David.
-Ah sí, de CubaDebate. ¿Cuándo podemos vernos?
-Cuando usted diga
-Echa pa cá.
-Ok, nos vemos entonces.
¿Ese era Roberto Chile de verdad? ¿Acababa de decirme “echa pa cá” con la simpleza hermosa del hablar cubano? Ni lo pensé mucho. Me preparé para la entrevista recordando cada clase de la Facultad. Busqué la cámara de video, un trípode, grabadora de sonido, agenda, bolígrafos. Todo listo. Solo que no había visto el documental y no sabía qué preguntarle.
Planos y contraplanos
No. No puedo creer que esté en casa de Roberto Chile, en su sala, viendo su último documental. Me senté en el mejor puesto, saqué la agenda para apuntar y no olvidar los tweets que se me ocurrieran. Que equivocado estaba. Todavía no sabía que no tendría oportunidad de apartar la vista del televisor, que estaría poco más de una hora en un estado total de catalepsia y que finalmente, lloraría. Pero eso lo cuento más adelante.
¿El documental? Parecería nada del otro mundo eso de que La Colmenita viaje a los Estados Unidos, presente varias veces su obra “Abracadabra” sobre los Cinco Héroes, emocione siempre al público, actúe en la sede de las Naciones Unidas y todos bailen la música cubana, canten canciones tradicionales junto a un músico callejero, caminen por las calles de Nueva York y San Francisco con sus abrigos grises, que visiten una escuela de niños y jueguen con ellos como solo lo hacen los mejores amigos o que al finalizar cada función besen a cada uno de los espectadores, sin excepción. Eso no habría sido algo del otro jueves, si Cuba no fuera una Isla, bloqueada y satanizada por el gobierno del país donde aterrizaron los cubanitos.
No habría sido nada del otro mundo, si le hubieran dado la visa a un equipo de filmación y el documental que estaba viendo ahora no hubiera sido filmado con una sola cámara -cosa que ni se nota, porque Chile se las ingenia para que parezca que son por lo menos tres las que están tomando los planos y contraplanos. Y por supuesto, hubiera sido más de lo mismo si la historia de los Cinco cubanos presos se hubiera quedado en lo de siempre, en las fotografías de héroes lejanos, y no en estas personas que los niños de La Colmenita perciben como a tíos o a esos amigos de sus padres con los que van creciendo, viéndolos tomar el café en la sala de sus casas, de domingo en domingo.
Montaje y edición
Salvador, el editor del documental que no fue a la gira, me habló del montaje y de la edición. Entendí por qué el montaje tiene ritmo y no aburre. “Que tenga una sorpresa, un golpe, lo mismo por el audio, por la música o por una entrevista. Ahí está la clave. Los cortes para mí es la mejor transición que hay. Pero los cortes tienen un lugar exacto, y yo creo que en este material se logró como nunca”, dice.
Si me preguntan por el protagonista del material no sabría responder si son los niños, los Cinco héroes, la Revolución cubana, la música excelentemente compuesta por René Baños, la deliciosa fotografía de Chile, la bien estructurada edición de Salvador Combarro o las emociones que emanan de las imágenes y el sonido. Es todo eso, y Gerardo y René, la voz del primero y la presencia física del segundo, que aparecen en el momento justo en que parecería que va a cerrar la historia. De ahí en adelante el documental ya no es una película, sino una emoción incontrolable.
Emoción
Chile se incorporó a la gira en Nueva York. No llegó a tiempo a Washington por una demora en la visa y no pudo conversar ni con Ramón, Antonio o Fernando, que habían sostenido diálogos telefónicos con los integrantes de La Colmenita.
“Pero sí pude hablar por teléfono con Gerardo y pude ver y abrazar personalmente a René. El primer impacto fue escuchar la voz de Gerardo y no porque uno lo endiose, todo lo contrario, lo que estamos es poniéndonos en el lugar en el que están ellos, hombres de carne y hueso. Hablar con él y sentirlo con una energía, con un sentido del honor tan grande… para mí fue realmente emocionante”, dice el director de cine, fotógrafo y realizador.
Cuando terminó de hablar con Gerardo, Chile confiesa: “Se me apretó el pecho y se asomaron algunas lágrimas en mis ojos. Y era precisamente porque sabía que estaba hablando con un hombre, como nosotros, pero que estaba dando una muestra muy alta de lo que es la condición de revolucionario.”
Después, en Miami, pudo saludar y abrazar a René: “René es un atleta, pero no solo físico, es un atleta espiritual. Es un hombre que conserva un optimismo que no creo que piense que ha perdido 13 años de su vida, sino que esos años de cautiverio lo han fortalecido mucho más.”
Hablando con Chile
Se acabó el documental y mientras sentía los pasos de Chile hacia la sala me restregué los ojos con las mangas del pulóver. Él no dijo nada, y yo tampoco me paré y aplaudí porque habría sonado ridículo. Balbuceé unas palabras sobre lo que acababa de ver y nos sentamos entonces a conversar:
¿Cómo surgió el proyecto?
-Eso fue una sorpresa para mí. Un día amanecí con la noticia de que me habían propuesto para que acompañara a La Colmenita a esta gira por los EEUU, que era una aventura conmovedora, que agradezco a la Fundación Brownstone y al Comité Internacional por la Liberación de los Cinco, a La Colmenita, a todos los que de una manera u otra hicieron posible la gira.
¿Fue muy difícil la filmación estando solo?
Esa era una de las cuestiones más peligrosas desde el inicio: ir solo. Es muy difícil en esas condiciones poder filmar, cargar, grabar sonido, estar atento de lo que va a pasar y ponerte a la altura del momento que uno va a vivir. Siempre la compañía de un buen asistente o un buen sonidista ayuda.
Aunque me la vi dura a veces eso lo que hacía era darme más ímpetu para poder hacer bien las cosas y mucho más contando con el apoyo de Tin (Cremata), de los niños y adultos de La Colmenita, de todos los que estuvieron cerca como Alicia Jrapko, Graciela Ramírez, Deysi Francis, un grupo de compañeros y amigos que en todo momento estuvieron a mi lado. Era imposible traducir en imágenes y sonidos lo que estábamos viviendo, pero creo que entre todos tratamos de acercarnos a eso.
¿Cuál cree que fue el mayor logro de la compañía?
La Colmenita dejó un mensaje de paz, de amor, de ternura y sobre todo dejó un mensaje a favor de la liberación de los Cinco hermanos que tenemos en Estados Unidos y que algún día regresaran.
¿Usted sí sabía que René aparecería ante los niños?
Yo sabía lo que iba a ocurrir, pero realmente cuando puse la cámara, la puse en el lugar que yo pensé que iba a ser el mejor porque no sabía por donde él iba a sorprender a los niños. René entró exactamente por donde yo estaba ubicado y creo que la imagen es realmente conmovedora, no gracias a que yo sea un gran camarógrafo, sino gracias a la suerte y al imán, la energía, la magia que se creó en ese momento.
¿Está conforme con el resultado?
Para mi fue uno de los momentos más felices de este año, volver una vez más a la aventura de reportero y salir con una calificación entre 90 y 95. No 100 puntos, eso no se puede esperar nunca, pero sí por lo menos no suspendimos. Creo que hicimos un trabajo que va a conmover por la gracia de esos niños, la destreza y la madurez con la que trabajaron, por la dirección que tuvieron y la inspiración que les provocó los escenarios donde estuvieron. Fue una gira inolvidable y ojalá se repitan otras como estas.
¿Cómo fue el trabajo luego aquí, en Cuba?
Un documental no se hace con una cámara ni lo hace una persona sola, se hace con una edición, una música, un guión, un concepto y además un trabajo colectivo. Quiero agradecer al equipo de realización que hizo posible este documental cuyo mayor valor es que será un documento histórico de una de las giras más emotivas que haya protagonizado un grupo teatral cubano en mucho tiempo.
David Vázquez Abella
Si mis palabras fueran elocuentes y hermosas, si pudiera expresar mis sentimientos y sensaciones, haría mi mejor crónica sobre el último documental de Roberto Chile. Pero solo puedo ser un simple guía de sus palabras al conversar conmigo sobre “Esencias, La Colmenita en Estados Unidos”, su más reciente documental que acaba de estrenar la Televisión Cubana.
Primero un simple email pidiéndole muy amablemente, con todas las mayúsculas y las tildes, con toda la formalidad posible (y un poco más) una entrevista. Me respondió con su número de teléfono. Llamé al momento. Si lo pienso un par de veces me pongo muy nervioso y ahora ¿escribiría? sobre Obama, SOPA o Industriales (mi equipo).
Cuando conteste, ¿cómo le digo? ¿Chile? Muy formal para Cuba. ¿Roberto? Demasiado atrevido. ¿Oigo?, no me dio tiempo a pensar:
-Buenas tardes, por favor con Roberto Chile…
-Soy yo.
-Ah, mire… (sin nombre), le habla David.
-Ah sí, de CubaDebate. ¿Cuándo podemos vernos?
-Cuando usted diga
-Echa pa cá.
-Ok, nos vemos entonces.
¿Ese era Roberto Chile de verdad? ¿Acababa de decirme “echa pa cá” con la simpleza hermosa del hablar cubano? Ni lo pensé mucho. Me preparé para la entrevista recordando cada clase de la Facultad. Busqué la cámara de video, un trípode, grabadora de sonido, agenda, bolígrafos. Todo listo. Solo que no había visto el documental y no sabía qué preguntarle.
Planos y contraplanos
No. No puedo creer que esté en casa de Roberto Chile, en su sala, viendo su último documental. Me senté en el mejor puesto, saqué la agenda para apuntar y no olvidar los tweets que se me ocurrieran. Que equivocado estaba. Todavía no sabía que no tendría oportunidad de apartar la vista del televisor, que estaría poco más de una hora en un estado total de catalepsia y que finalmente, lloraría. Pero eso lo cuento más adelante.
¿El documental? Parecería nada del otro mundo eso de que La Colmenita viaje a los Estados Unidos, presente varias veces su obra “Abracadabra” sobre los Cinco Héroes, emocione siempre al público, actúe en la sede de las Naciones Unidas y todos bailen la música cubana, canten canciones tradicionales junto a un músico callejero, caminen por las calles de Nueva York y San Francisco con sus abrigos grises, que visiten una escuela de niños y jueguen con ellos como solo lo hacen los mejores amigos o que al finalizar cada función besen a cada uno de los espectadores, sin excepción. Eso no habría sido algo del otro jueves, si Cuba no fuera una Isla, bloqueada y satanizada por el gobierno del país donde aterrizaron los cubanitos.
No habría sido nada del otro mundo, si le hubieran dado la visa a un equipo de filmación y el documental que estaba viendo ahora no hubiera sido filmado con una sola cámara -cosa que ni se nota, porque Chile se las ingenia para que parezca que son por lo menos tres las que están tomando los planos y contraplanos. Y por supuesto, hubiera sido más de lo mismo si la historia de los Cinco cubanos presos se hubiera quedado en lo de siempre, en las fotografías de héroes lejanos, y no en estas personas que los niños de La Colmenita perciben como a tíos o a esos amigos de sus padres con los que van creciendo, viéndolos tomar el café en la sala de sus casas, de domingo en domingo.
Montaje y edición
Salvador, el editor del documental que no fue a la gira, me habló del montaje y de la edición. Entendí por qué el montaje tiene ritmo y no aburre. “Que tenga una sorpresa, un golpe, lo mismo por el audio, por la música o por una entrevista. Ahí está la clave. Los cortes para mí es la mejor transición que hay. Pero los cortes tienen un lugar exacto, y yo creo que en este material se logró como nunca”, dice.
Si me preguntan por el protagonista del material no sabría responder si son los niños, los Cinco héroes, la Revolución cubana, la música excelentemente compuesta por René Baños, la deliciosa fotografía de Chile, la bien estructurada edición de Salvador Combarro o las emociones que emanan de las imágenes y el sonido. Es todo eso, y Gerardo y René, la voz del primero y la presencia física del segundo, que aparecen en el momento justo en que parecería que va a cerrar la historia. De ahí en adelante el documental ya no es una película, sino una emoción incontrolable.
Emoción
Chile se incorporó a la gira en Nueva York. No llegó a tiempo a Washington por una demora en la visa y no pudo conversar ni con Ramón, Antonio o Fernando, que habían sostenido diálogos telefónicos con los integrantes de La Colmenita.
“Pero sí pude hablar por teléfono con Gerardo y pude ver y abrazar personalmente a René. El primer impacto fue escuchar la voz de Gerardo y no porque uno lo endiose, todo lo contrario, lo que estamos es poniéndonos en el lugar en el que están ellos, hombres de carne y hueso. Hablar con él y sentirlo con una energía, con un sentido del honor tan grande… para mí fue realmente emocionante”, dice el director de cine, fotógrafo y realizador.
Cuando terminó de hablar con Gerardo, Chile confiesa: “Se me apretó el pecho y se asomaron algunas lágrimas en mis ojos. Y era precisamente porque sabía que estaba hablando con un hombre, como nosotros, pero que estaba dando una muestra muy alta de lo que es la condición de revolucionario.”
Después, en Miami, pudo saludar y abrazar a René: “René es un atleta, pero no solo físico, es un atleta espiritual. Es un hombre que conserva un optimismo que no creo que piense que ha perdido 13 años de su vida, sino que esos años de cautiverio lo han fortalecido mucho más.”
Hablando con Chile
Se acabó el documental y mientras sentía los pasos de Chile hacia la sala me restregué los ojos con las mangas del pulóver. Él no dijo nada, y yo tampoco me paré y aplaudí porque habría sonado ridículo. Balbuceé unas palabras sobre lo que acababa de ver y nos sentamos entonces a conversar:
¿Cómo surgió el proyecto?
-Eso fue una sorpresa para mí. Un día amanecí con la noticia de que me habían propuesto para que acompañara a La Colmenita a esta gira por los EEUU, que era una aventura conmovedora, que agradezco a la Fundación Brownstone y al Comité Internacional por la Liberación de los Cinco, a La Colmenita, a todos los que de una manera u otra hicieron posible la gira.
¿Fue muy difícil la filmación estando solo?
Esa era una de las cuestiones más peligrosas desde el inicio: ir solo. Es muy difícil en esas condiciones poder filmar, cargar, grabar sonido, estar atento de lo que va a pasar y ponerte a la altura del momento que uno va a vivir. Siempre la compañía de un buen asistente o un buen sonidista ayuda.
Aunque me la vi dura a veces eso lo que hacía era darme más ímpetu para poder hacer bien las cosas y mucho más contando con el apoyo de Tin (Cremata), de los niños y adultos de La Colmenita, de todos los que estuvieron cerca como Alicia Jrapko, Graciela Ramírez, Deysi Francis, un grupo de compañeros y amigos que en todo momento estuvieron a mi lado. Era imposible traducir en imágenes y sonidos lo que estábamos viviendo, pero creo que entre todos tratamos de acercarnos a eso.
¿Cuál cree que fue el mayor logro de la compañía?
La Colmenita dejó un mensaje de paz, de amor, de ternura y sobre todo dejó un mensaje a favor de la liberación de los Cinco hermanos que tenemos en Estados Unidos y que algún día regresaran.
¿Usted sí sabía que René aparecería ante los niños?
Yo sabía lo que iba a ocurrir, pero realmente cuando puse la cámara, la puse en el lugar que yo pensé que iba a ser el mejor porque no sabía por donde él iba a sorprender a los niños. René entró exactamente por donde yo estaba ubicado y creo que la imagen es realmente conmovedora, no gracias a que yo sea un gran camarógrafo, sino gracias a la suerte y al imán, la energía, la magia que se creó en ese momento.
¿Está conforme con el resultado?
Para mi fue uno de los momentos más felices de este año, volver una vez más a la aventura de reportero y salir con una calificación entre 90 y 95. No 100 puntos, eso no se puede esperar nunca, pero sí por lo menos no suspendimos. Creo que hicimos un trabajo que va a conmover por la gracia de esos niños, la destreza y la madurez con la que trabajaron, por la dirección que tuvieron y la inspiración que les provocó los escenarios donde estuvieron. Fue una gira inolvidable y ojalá se repitan otras como estas.
¿Cómo fue el trabajo luego aquí, en Cuba?
Un documental no se hace con una cámara ni lo hace una persona sola, se hace con una edición, una música, un guión, un concepto y además un trabajo colectivo. Quiero agradecer al equipo de realización que hizo posible este documental cuyo mayor valor es que será un documento histórico de una de las giras más emotivas que haya protagonizado un grupo teatral cubano en mucho tiempo.
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