Tras las agresiones y el acoso sexual de los militares,
miles de mujeres toman la calle para reivindicar su lucha
Egipto, el feminismo desde la revolución
Nunca olvidaremos esa fecha. El 20 de diciembre fue el día en el que salió
la primera manifestación feminista en Egipto, una marcha que agrupó a
decenas de miles de mujeres gritando con la misma voz: “La revolución que
robaron los militares, las mujeres la devolverán”.
No fue una manifestación para defender los derechos de las mujeres, sino para atacar a los militares, mostrándoles nuestra fuerza y mandándoles un mensaje claro: “No nos para ni asusta ninguna agresión sexual ni social que cometan contra nosotras. Esta revolución no se llevará a cabo sin las mujeres”.
Se sorprendió el mundo con la imagen de las manifestantes que contradecían radicalmente la típica imagen de las mujeres árabes sometidas por sus hombres, el velo, la tradición, etc. Y se preguntaban: ¿cómo han sido capaces esas mujeres de romper con el silencio de muchos años y salir por fin para protestar?
Toma de la calle
Cuando el mundo se despertó un buen día con la imagen de millones de personas manifestándose contra el régimen de Mubarak, nos encontramos frente a la misma pregunta: ¿qué pasó para que la gente rompiera de repente la cadena eterna de la represión? Cientos de análisis atribuyeron el papel más decisivo a las redes sociales, ignorando toda la movilización política contra Mubarak desde 2004: huelgas y manifestaciones diarias bajo un sistema corrupto y de prohibición total contra la oposición que duró 30 años.
Sin embargo, y aunque los medios de comunicación internacionales ignoraban esa realidad, toda esa movilización culminó el día 25 de enero cuando los egipcios decidieron romper esa cadena perpetua sin volver atrás.
Con la manifestación de las mujeres del 20 de diciembre se repite la misma historia. Se ha ignorado la lucha de las mujeres en las últimas décadas, sus logros en derechos familiares y laborales, se desconocen los problemas y desafíos verdaderos que afrontaron esas mujeres. También se ha ignorado su participación en la movilización política contra el sistema de Mubarak a lo largo de los últimos años.
Durante décadas, a nivel internacional se ha hablado solamente del velo y de la mutilación genital femenina como si fueran los únicos problemas de las mujeres árabes. No se pensaba que las prioridades de esas mujeres, en una realidad tan distinta y compleja, pudieran ser diferentes a las de otras feministas en otras partes del mundo. Con lo cual las mujeres árabes no se identificaban ni con la imagen de las mujeres árabes en los medios de comunicación ni con las agendas que trataban otros problemas que para ellas no son prioridades.
Quizá las mujeres egipcias y árabes, en general, no adoptaron los mismos mecanismos del movimiento feminista occidental; quizá no tuvieron la misma agenda ni los mismos problemas contra los que lucharon otras mujeres en otras partes del mundo; quizás, incluso, no saben nada de ese movimiento feminista, pero ¿eso significa que ignoran sus derechos?, ¿que no lucharon por ellos? Afortunadamente, la última manifestación de mujeres desmiente esa visión y nos enfrenta con otra característica del movimiento feminista egipcio.
La respuesta de las mujeres
Cerca de diez mil mujeres respondieron al primer llamamiento para mostrar su fuerza y rechazo a los militares y a sus aliados los Hermanos Musulmanes y salafistas que hacían la propaganda contrarrevolucionaria para que las mujeres dejaran de estar en las primeras filas de protestas en las calles y las plazas en todo Egipto. Esas mujeres respondieron claramente a esta propaganda reaccionaria insistiendo en que seguirán luchando por un proceso político civil que respete la democracia, denunciando las agresiones sexuales y la tortura que cometen los militares diariamente contra ellas y rechazando cualquier llamamiento de limitar o anular su papel en esa revolución.
Contestaron a los continuos ataques contra ellas con un único grito: “Aquí las mujeres son línea roja”. Así que la rapidez y la fuerza de reacción de las mujeres cuando los militares y los islamistas intentaron debilitar su papel y marginarlas del proceso revolucionario pegándoles, acosándoles sexualmente y haciéndoles exámenes de virginidad, etc., desmiente todas las ideas sobre la sumisión de esas mujeres y su falta de conciencia, de lo que se habla y que se ha analizado durante años.
La cuestión ahora para millones de mujeres egipcias no es introducir cambios en el sistema actual para tener más derechos, sino cambiar el sistema por completo para crear otro mundo más justo para todas y para todos. No es cuestión de reclamar la igualdad, sino de obtenerla y ganarla día a día en las luchas contra el sistema actual para llevar a cabo esa revolución.
El feminismo egipcio
Reclamar “pan, libertad y justicia social” resume el objetivo principal del que podemos llamar “feminismo egipcio” en este momento, con todo lo que significan estas demandas en cuanto a los derechos de las mujeres. A ellas la revolución no les va a traer la libertad y la igualdad, como piensan muchos de los que no han experimentado de cerca ese levantamiento, sino que con la participación activa como iguales en todo el proceso político, empiezan a vivir lo que quiere decir libertad, lo que quiere decir igualdad.
Cambiar todo el sistema es el objetivo de las mujeres, conseguir la justicia social significa cambiar toda la situación de las mujeres. Es un camino bastante largo que apenas estamos empezando, las mujeres somos muy conscientes de que no se puede hablar de “revolución” sin que la justicia social sea real para todas y para todos. Aquí las mujeres no estamos buscando un logro rápido, sabemos que el camino todavía es bastante largo y difícil, pero si el objetivo es cambiar el sistema, nuestro feminismo no puede ser menos revolucionario ni satisfacerse con algunas reformas en las leyes.
Nuestra lucha es para crear otro mundo más justo en el que podamos hablar realmente de la “igualdad” y por eso podemos llamar al nuevo movimiento feminista en Egipto el “feminismo revolucionario”.
Amal Ramsis. Activista y directora de cine egipcia
No fue una manifestación para defender los derechos de las mujeres, sino para atacar a los militares, mostrándoles nuestra fuerza y mandándoles un mensaje claro: “No nos para ni asusta ninguna agresión sexual ni social que cometan contra nosotras. Esta revolución no se llevará a cabo sin las mujeres”.
Se sorprendió el mundo con la imagen de las manifestantes que contradecían radicalmente la típica imagen de las mujeres árabes sometidas por sus hombres, el velo, la tradición, etc. Y se preguntaban: ¿cómo han sido capaces esas mujeres de romper con el silencio de muchos años y salir por fin para protestar?
Toma de la calle
Cuando el mundo se despertó un buen día con la imagen de millones de personas manifestándose contra el régimen de Mubarak, nos encontramos frente a la misma pregunta: ¿qué pasó para que la gente rompiera de repente la cadena eterna de la represión? Cientos de análisis atribuyeron el papel más decisivo a las redes sociales, ignorando toda la movilización política contra Mubarak desde 2004: huelgas y manifestaciones diarias bajo un sistema corrupto y de prohibición total contra la oposición que duró 30 años.
Sin embargo, y aunque los medios de comunicación internacionales ignoraban esa realidad, toda esa movilización culminó el día 25 de enero cuando los egipcios decidieron romper esa cadena perpetua sin volver atrás.
Con la manifestación de las mujeres del 20 de diciembre se repite la misma historia. Se ha ignorado la lucha de las mujeres en las últimas décadas, sus logros en derechos familiares y laborales, se desconocen los problemas y desafíos verdaderos que afrontaron esas mujeres. También se ha ignorado su participación en la movilización política contra el sistema de Mubarak a lo largo de los últimos años.
Durante décadas, a nivel internacional se ha hablado solamente del velo y de la mutilación genital femenina como si fueran los únicos problemas de las mujeres árabes. No se pensaba que las prioridades de esas mujeres, en una realidad tan distinta y compleja, pudieran ser diferentes a las de otras feministas en otras partes del mundo. Con lo cual las mujeres árabes no se identificaban ni con la imagen de las mujeres árabes en los medios de comunicación ni con las agendas que trataban otros problemas que para ellas no son prioridades.
Quizá las mujeres egipcias y árabes, en general, no adoptaron los mismos mecanismos del movimiento feminista occidental; quizá no tuvieron la misma agenda ni los mismos problemas contra los que lucharon otras mujeres en otras partes del mundo; quizás, incluso, no saben nada de ese movimiento feminista, pero ¿eso significa que ignoran sus derechos?, ¿que no lucharon por ellos? Afortunadamente, la última manifestación de mujeres desmiente esa visión y nos enfrenta con otra característica del movimiento feminista egipcio.
La respuesta de las mujeres
Cerca de diez mil mujeres respondieron al primer llamamiento para mostrar su fuerza y rechazo a los militares y a sus aliados los Hermanos Musulmanes y salafistas que hacían la propaganda contrarrevolucionaria para que las mujeres dejaran de estar en las primeras filas de protestas en las calles y las plazas en todo Egipto. Esas mujeres respondieron claramente a esta propaganda reaccionaria insistiendo en que seguirán luchando por un proceso político civil que respete la democracia, denunciando las agresiones sexuales y la tortura que cometen los militares diariamente contra ellas y rechazando cualquier llamamiento de limitar o anular su papel en esa revolución.
Contestaron a los continuos ataques contra ellas con un único grito: “Aquí las mujeres son línea roja”. Así que la rapidez y la fuerza de reacción de las mujeres cuando los militares y los islamistas intentaron debilitar su papel y marginarlas del proceso revolucionario pegándoles, acosándoles sexualmente y haciéndoles exámenes de virginidad, etc., desmiente todas las ideas sobre la sumisión de esas mujeres y su falta de conciencia, de lo que se habla y que se ha analizado durante años.
La cuestión ahora para millones de mujeres egipcias no es introducir cambios en el sistema actual para tener más derechos, sino cambiar el sistema por completo para crear otro mundo más justo para todas y para todos. No es cuestión de reclamar la igualdad, sino de obtenerla y ganarla día a día en las luchas contra el sistema actual para llevar a cabo esa revolución.
El feminismo egipcio
Reclamar “pan, libertad y justicia social” resume el objetivo principal del que podemos llamar “feminismo egipcio” en este momento, con todo lo que significan estas demandas en cuanto a los derechos de las mujeres. A ellas la revolución no les va a traer la libertad y la igualdad, como piensan muchos de los que no han experimentado de cerca ese levantamiento, sino que con la participación activa como iguales en todo el proceso político, empiezan a vivir lo que quiere decir libertad, lo que quiere decir igualdad.
Cambiar todo el sistema es el objetivo de las mujeres, conseguir la justicia social significa cambiar toda la situación de las mujeres. Es un camino bastante largo que apenas estamos empezando, las mujeres somos muy conscientes de que no se puede hablar de “revolución” sin que la justicia social sea real para todas y para todos. Aquí las mujeres no estamos buscando un logro rápido, sabemos que el camino todavía es bastante largo y difícil, pero si el objetivo es cambiar el sistema, nuestro feminismo no puede ser menos revolucionario ni satisfacerse con algunas reformas en las leyes.
Nuestra lucha es para crear otro mundo más justo en el que podamos hablar realmente de la “igualdad” y por eso podemos llamar al nuevo movimiento feminista en Egipto el “feminismo revolucionario”.
Amal Ramsis. Activista y directora de cine egipcia
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