Al turismo del emigrado, abre la muralla...
Por José Alejandro Rodríguez
LA
HABANA - Ya no hay quien detenga el viaje a la semilla, el llamado de la sangre
y el terruño. Cerca de 400 mil cubanos residentes en Estados Unidos visitaron la
Isla en 2011, compartieron con sus familias, recorrieron sus barrios y
escudriñaron el paisaje sentimental del país.
Por
ahora, fracasaron las intrigas aislacionistas desde movedizos “everglades”
políticos de la Florida. Colapsaron ciertos intentos cerriles del negocio
azuza-odios contra Cuba. No pudieron desmontarse las flexibilizaciones dictadas
por el Gobierno norteamericano en 2009 en cuanto a viajes y remesas de
cubano-americanos a su tierra de origen.
Del
lado de acá del Morro y el Malecón, las familias reciben con cariño y sin
recelos a sus emigrantes establecidos en el exterior, a ultranza de quienes
desde Miami pretenden nadar a contracorriente y minar el Estrecho de la Florida
de medusas o “aguas malas” conspiradoras.
La
“verdad verdadera”, como se dice en La Habana, es que Cuba se abre al mundo,
aunque desde el vecino norteño intenten controlarle y cerrarle los postigos.
Scarabeo 9 promete la gran era del petróleo cubano, con inversores de diversos
confines. Y Estados Unidos, tan cercano y urgido del combustible que se agota
inexorablemente en el Planeta, de hecho se auto bloquea con su embargo a priori
de toda lógica económica.
Para
no detenernos en otras brechas que Cuba va abriendo en el mercado global – ojo
con servicios técnicos muy calificados, y ciertos avances de la ciencia, que
tendrán su agosto- concentrándonos apenas en el avance turístico, podemos medir
lo que se pierden por ahora los viajeros norteamericanos, de espaldas a un país
hermoso y seguro, con un pueblo noble, hospitalario, inteligente y vivaz, a la
vuelta de la esquina. No me detendré en esa gran obstinación impuesta a los
estadounidenses…
Tan
solo en el 2011 los ingresos procedentes del turismo se incrementaron en Cuba un
11,9 por ciento con respecto al año anterior. En un mundo de retracciones
viajeras, crisis económicas y financieras, guerras e inestabilidad, siguen
aumentando los que apuestan al tranquilo encanto cubano en sus vacaciones. Con
más de 2 millones 700 mil visitantes en una pequeña ínsula con sus cayos, apenas
una salpicadura de tierra, Cuba reflejó una tasa de incremento de turistas del
7,3 por ciento. Y para el 2012 pretende acercarse a los 3 millones.
Es
en este contexto creciente, que no debe soslayarse la importancia estratégica
del potencial viajero de los cubanos residentes en Estados Unidos. Si en el 2011
fueron cerca de 400 mil los que cruzaron el Estrecho con ancha mentalidad, en un
futuro muy cercano esa cifra puede incrementarse significativamente.
En
un Seminario sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial celebrado en La Habana
en junio de 2011, dos académicos de la Isla,, el doctor Orlando Gutiérrez
Castillo, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La
Habana, y La Máster en Ciencias Ivis Gutiérrez Guerra, del Centro de Estudios de
Migraciones Internacionales, llamaron la atención de las autoridades cubanas,
acerca de la importancia que puede cobrar ese segmento de mercado de los
emigrantes, en las estrategias de comercialización del turismo en el país.
Los
especialistas alertan sobre la necesidad de ir trabajando en los programas de la
industria sin chimeneas cubana, los nichos de ese segmento de turismo tan
especial y muy familiar, motivado por el reencuentro familiar y la ayuda a los
seres más queridos, la vuelta las raíces y múltiples necesidades culturales y
sentimentales, de reafirmación identitaria.
Y
prevén que las estrategias de comercialización hacia ese segmento de mercado
potencial (el 82 por ciento de los cubanos asentados en el exterior viven en
Estados Unidos) deben trabajarse a partir de sus perfiles de motivaciones más
diferenciados. En tal sentido, ante el peligro que supondría un envejecimiento
de programa turístico para un viajero que repetirá frecuentemente, enfatizan en
el carácter proactivo y renovador que deben tener siempre esos programas.
Sin
desconocer la fuerte motivación de compartimiento familiar y hogareño, y el
tradicional ocio de sol y playa, los estudiosos consideran que “pueden
explorarse las posibilidades que ofrecen las fiestas patronales en ciudades y
pueblos del país, los carnavales, y las famosas parrandas que se desarrollan en
algunas localidades”, al tiempo que ven un filón en las posibilidades de
eventos culturales específicos, como ferias del libro, festivales de teatro o
cine, excursiones familiares, banquetes, fiestas, y reservaciones en
instalaciones extrahoteleras del país.
Estas
potencialidades se insinúan mucho más prometedoras, con el acompañamiento
familiar, desde que el Gobierno cubano autorizó el disfrute por los residentes
en la Isla de instalaciones turísticas y hoteleras; y erradicó un atavismo
impopular, dictado en los años más críticos del llamado Período Especial, en los
90, cuando urgía desarrollar las bases de los programas de ocio y recreación en
el mercado de frontera.
Al
final, a pesar de todos los escollos que se ciernen más allá de las 90 millas al
norte de las blancas arenas de Varadero, las callejuelas hechizadas de La Habana
Vieja o los mogotes de Viñales rodeados de vegas, buena parte de los cubanos
residentes en Estados Unidos se desentienden de obsoletos odios y pases de
cuenta. Y como cualquier emigrante en este mundo -¿acaso no son normales los
envíos monetarios hacia su país de los braceros guatemaltecos que laboran en las
plantaciones norteamericanas?-, abren la billetera con impulsos familiares:
Nunca se sabe, al menos no hay cifras oficiales, de cuánto entra a Cuba en
remesas y en los bolsillos de nuestros hijos, hermanos, tíos y primos que nos
visitan desde ese y otros países.
Y
con los cambios económicos que desploman viejas prohibiciones en Cuba y alientan
el trabajo no estatal y privado, la libre compra y venta de viviendas y autos,
así como otras que se perfilan en lo adelante, es de esperar que muchos
residentes en la Isla puedan invertir con esas ayudas familiares para buscar su
autosustentación.
Lo
cierto es que, mientras la reticente derecha miamense azuza el argumento de que
enviando dinero a Cuba o visitando la Isla se sostiene al sistema y al Gobierno
cubanos, la vida, con sus tercas evidencias, muestra que el principal
beneficiario de esas erogaciones es la familia cubana, piense como piense cada
una. A esos exégetas que niegan la sal y el agua, hasta las del estrecho de la
Florida, habría que recordarles lo que dijo una vez cierto cantautor cubano,
difícil y agudo: “La política no cabe en la azucarera”.
Tomado
de Progreso Semanal:
http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4350:al-turismo-del-emigrado-abre-la-muralla&catid=4:en-cuba&Itemid=3&utm_source=Feb+16+2012+Semanal&utm_campaign=2-16-2012&utm_medium=email
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