Me pregunto muchas veces -bastantes más de las que piensan algunos- por qué me resulta imposible ser de derechas. Durante mucho tiempo la causa era esa rebeldía inherente a la juventud que, además, viví en pleno tardofranquismo. Era lógico que así fuese, porque apenas tenía quejas de mis padres y toda la rebeldía de la adolescencia se sublimaba en rechazo a la dictadura, descafeinada entonces, pero capaz todavía de matar y encarcelar.
También ayudaron los amigos, las lecturas y la música. Nunca fuimos de discotecas y matábamos las tardes de los domingos llenando el velador de algún bar con botellas de cervezas vacías y el aire con conversaciones sobre lo humano y casi nunca sobre lo divino.
No es una cuestión de piel. Ahora que voy estando más cascado y mas "viejuno" y que, incluso, puedo ser visto como una "persona de orden", eso que nunca creí que llegaría a ser, creo que mi incapacidad para sentirme cómodo en la derecha es hija del método empírico -pido perdón si por la pedantería- porque, aunque no lo creáis, nunca he leído ensayos, salvo por obligación, y siempre han sido las personas y algunas novelas las que han configurado mi forma de ser.
Todo esto me lo ha traído al pensamiento una foto en la que aparece el expresidente Carter entrevistándose con Raúl Castro en La Habana.
Gran personaje este riquísimo plantador de cacahuetes que, cuando dejó la presidencia, porque los norteamericanos prefirieron a Reagan* y más tarde a Bush padre, decidió dedicar el resto de su vida a las causas justas. Algo parecido a lo que después ha hecho Bill Clinton siguiendo sus pasos, o Al Gore, su vicepresidente, entregado de manera más o menso sincera a la lucha contra el cambio climático.
Qué lejos de los Bush que han invertido su tiempo en amasar más fortuna, cuando no en "malmeter" e incordiar a sus sucesores.
En España la enfermedad de Adolfo Suárez nos ha privado del día después de quien fue un magnífico hombre de Estado; Leopoldo Calvo Sotelo, al que debemos el consejo de guerra del 23-F, fue la discreción personificada y Felipe González ha prestado su experiencia en Europa ¿Y Aznar? Pues Aznar, como no podía ser de otro modo, como su amigo Bush "trabajando en ello", siendo ello el más "puritito" incordio al gobierno español, contra quien lanza sus caras reflexiones "made in FAES" y a su "mayor" autómata o negando el evidente cambio climático, cobrando, eso sí, una pasta de su amigo Murdoch.
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