miércoles, 18 de julio de 2012

Subdesarrollo político

Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)

El golpe de estado y el caudillismo son las instituciones más arraigadas en América Latina donde aparecieron como resultado de las deformaciones estructurales que dieron lugar a sistemas políticos con déficit de instituciones civiles y de participación popular, legislaciones apropiadas y sobre todo de mecanismos de control social del poder. Tal estado de cosas procede de factores que al combinarse anclan la institucionalidad latinoamericana en el pasado.


Todo comenzó con la conquista que en lugar de la promoción de la civilización organizó el más grande saqueo que se conozca. En Iberoamérica las casas reinantes europeas instalaron regímenes a su imagen y semejanza y fueron todavía más lejos, al implantar la esclavitud y practicar la trata de esclavos durante tres siglos.


Si bien la trata y la esclavitud fueron abolidas por la independencia, no ocurrió lo mismo con la exclusión, la propiedad de la tierra ni con las estructuras económicas y políticas de las cuales surgieron los latifundios que impidieron el desarrollo de la clase campesina a la vez que asentaron plantaciones y haciendas operadas con criterios esclavistas y semifeudales.

Aquellas fórmulas aplicadas al conjunto de la actividad económica y social se incorporaron a la cultura y entroncaron con el capital extranjero que se asoció a la oligarquía, la acogió bajo su protección y en lugar de trascender sus prácticas, las aprovecho. Así sin burguesía nacional ni proletariado, gremios ni organizaciones obreras, se formó la estructura de clases de las sociedades latinoamericanas y con ellas las élites gobernantes cuya peculiaridades esenciales son la dependencia y el autoritarismo.

En Iberoamérica no se desarrolló la democracia porque aunque imperfecta e incluso siendo formal, necesita de las masas y la participación, se realiza mediante instituciones que en su propia práctica crecen, maduran y se hacen razonablemente eficaces impidiendo las tragedias que forman el medio milenio de la historia paraguaya, que lejos de terminar, con la independencia abrió con otro trágico capitulo.

Ningún otro país de América Latina ha tenido que aislarse del mundo para sobrevivir como hizo el presidente José Gaspar Rodríguez de Francia y ninguno vivió experiencias semejantes a las guerras de la Triple Alianza y el Chaco que sin solución de continuidad prepararon el advenimiento de la dictadura de Alfredo Stroessner, entre cuyas peores acciones figura el Plan Cóndor.

El bien fraguado y alevosamente realizado Golpe de Estado palaciego que echó de la presidencia Fernando Lugo, un hombre de fe y de paz, apegado a su origen popular y excesivamente decente para lidiar con las mafias oligarquías herederas de Stroessner no es un accidente, sino una evidencia más de cómo el imperio aprovecha la ignorancia y la exclusión y el raquitismo de nuestras instituciones.

Educar a nuestros pueblos para que cosas semejantes no puedan ocurrir, crear e instalar reglas que regulen el poder de las instituciones que actúan en nombre del pueblo, figuran entre las más complejas y difíciles tareas de las vanguardias políticas que jamás podrán confiar en el imperio ni en las oligarquías. Allá nos vemos.

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