Se trató del austriaco Kurt Waldheim, que ejerció como Secretario General de las Naciones Unidas, entre los años 1972 y 1981, y que posteriormente, y gracias a la popularidad obtenida
por dicho cargo, se convertiría en presidente de la República Austriaca, entre 1986 y 1992.
Kurt Waldheim empezó su carrera política, antes de la Segunda Guerra Mundial, en los escuadrones paramilitares del partido nazi, responsables de múltiples asesinatos y de
desapariciones de disidentes políticos, durante el Tercer Reich.
Ya durante la guerra, ejerció como oficial del ejército nazi y participó en las campañas de Grecia y Yugoslavia, entre 1942 y 1945. Existen abundantes pruebas de que, durante estas
campañas, se cometieron, bajo su mando, multitud de crímenes de guerra (asesinatos indiscriminado de civiles, torturas y malos tratos a prisioneros).
Aunque siempre se sospechó del siniestro pasado de Waldheim, éste no salió a la luz pública hasta 1988, y aunque algunos estados tomaron medidas (más de cara a la galería que
otra cosa), como declararle persona “non grata” en su territorio, nunca nadie llevó a cabo iniciativa alguna para llevarle ante los tribunales de justicia internacional.
Hoy se sabe, gracias a documentos desclasificados recientemente, que la CIA conocía, desde el principio, los crímenes de Waldheim, pero igual que hizo con otros criminales
nazis, como Klaus Barbie o Herbert Von Braun, decidió silenciarlos a cambio de la útil información que éstos le podían proporcionar, en la cruzada anticomunista, emprendida tras la
Segunda Guerra Mundial.
Walheim se retiró de la política tras acabar su mandato como presidente de Austria, en 1992, para disfrutar, hasta su muerte, en junio de 2007, de dos jugosas jubilaciones, la de ex
Secretario General de la ONU y la de ex presidente de la República Austriaca.
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