miércoles, 1 de junio de 2011

La Europa de nuestros dias.

La última semana Madrid ha cambiado completamente, y en un abrir y cerrar de ojos, esta imagen que de sí misma llevaba décadas proyectando hacia el exterior. El masivo movimiento conocido como 15M, que ha recorrido todas las capitales y rincones del Estado, ha llenado de una nueva sangre el corazón de la capital, que ahora palpita de entusiasmo, generosidad y autoconfianza. El cambio histórico que ha realizado el pueblo madrileño al sacudirse el yugo de la sumisión al poderoso, y redirigir su legendaria chulería contra banqueros, élites políticas, mafias urbanísticas y medios desinformadores, ha sido tan inesperado y repentino como rico en sus consecuencias políticas y sociales para la ciudad.
Una ciudad encerrada en la lógica de la competitividad y del “yo primero”, ha creado por primera vez en muchísimos años una forma de articular la protesta capaz de sumar a un sinnúmero de sensibilidades políticas, sociales y culturales.

El movimiento que ha transformado las fachadas de la Puerta del Sol y las conciencias de miles de madrileños y madrileñas, es tremendamente heterogéneo en su pensamiento y propuestas, pero ello no quiere decir como afirman algunos, que no existan sintonías y un sustrato social básico, pues se trata de los principales afectados por la crisis y por el sistema político: trabajadores precarios, parados, estudiantes y familias enteras que han visto devaluadas en los últimos años sus condiciones de vida. Y por supuesto, esa heterogeneidad no implica que no haya una firme voluntad unitaria de transformación social, de superación del hartazgo a través de proposiciones políticas y económicas, surgidas del debate entre aquell@s que se reconocen como iguales, en favor de una democracia real y efectiva puesta al servicio de la satisfacción de las necesidades de la población, y no de los intereses que definan un pequeño grupo de privilegiados.



De acuerdo con los titulares del diario español El País -tan dado a inventar, sin pruebas, actos represivos en Cuba-, la cruel golpiza propinada en plena calle a los acampados de Barcelona no se llama "represión policial" sino "actuación policial".

No hay comentarios.: